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- 07/04/2024 00:00
Hace falta más políticos como ‘Melena’
No es ningún secreto que miembros de la familia Carles han participado en política por varias generaciones. En el libro Una vida marcada por la política, dedicado a la celebración del centenario del nacimiento de Edgardo Carles Grimaldo, la autora Ana Benjamín nos recuerda que Abelardo Carles ocupó la Gobernación de la provincia de Coclé en 1914, Generoso Carles Guardia fue diputado en 1960 y gobernador en 1990, Enrique Carles fue alcalde de Penonomé en 1964, Generoso Carles Ferro fue diputado suplente en 1968, Luis Carles Guardia fue diputado suplente en 1984, y Luis Ernesto Carles fue ministro de Trabajo y Bienestar Social en 2014 y diputado en 2019.
Además, mi abuelo Rubén Darío Carles Oberto fue gobernador de Coclé en 1945, viceministro de Educación en 1946, embajador de Panamá en Argentina en 1956, y en la década del 50 participó como candidato a vicepresidente de la República en la nómina de Sergio González. Mi tío Rubén Darío “Chinchorro” Carles ocupó el puesto de ministro de Hacienda en 1956, de Agricultura, Comercio e Industria en 1964 y 1968, Contralor General de la República en 1990, y candidato a presidente de la República en 1994. Y mi padre, Edgardo “Melena” Carles fue diputado en 1964 y 1968.
Aunque yo era muy niño entonces, el libro de “Melena” cuenta que cuando tomó posesión el 1 de octubre de 1964, vestido de blanco como es todavía la tradición, sus primeras declaraciones a la prensa definieron para siempre su perfil político: “Prestaré mi mejor atención a todos aquellos proyectos de ley que signifiquen un cambio beneficioso a los intereses de todos los panameños. Considero de justicia que nosotros, en la Asamblea Nacional, tendremos que velar para que todos los panameños reciban los beneficios que el Gobierno está obligado a brindarles y en igual forma contribuyamos, en forma justa, a hacer factible la obtención de esos beneficios.” Días más tarde, “Melena” fue designado presidente de la Comisión de Demarcación Territorial y Régimen Municipal, y miembro de las Comisiones de Presupuesto y de Obras Públicas y Vialidad.
Como diputado y servidor público, “Melena” se entregó durante cuatro años enteramente a su provincia. Hizo posible la habilitación de carreteras y calles; promovió la legislación para la construcción de caminos y obras de riego en los llanos de Coclé; impulsó la edificación de escuelas rurales mediante el Programa Ayuda Mutua en El Copé, El Harino, Las Maderas, Boquilla, Llano Grande, La Venta, La Pintada, Pajonal, Sofre, Caimito, Chigoré, Tucué, Sonadora y Las Guías; construyó el anexo de la Escuela J. N. Silva en La Pintada; construyó los palacios municipales de Antón y Penonomé; construyó los puentes sobre los ríos Antón, Tambo, Tué y Martillada; gestionó la instalación del sistema de alumbrado eléctrico en Copé, Toabré, Tambo, Caimito, Río Grande, Chigoré y El Caño; construyó los cuarteles de bomberos de Natá, La Pintada y Penonomé; consiguió los fondos para la construcción de los mercados de Antón, La Pintada y Penonomé; construyó centros de Salud y subcentros en La Pintada, Olá, Potrero, Copé, Tío Grande, El Caño, Santa Rita, Pajonal, Chiguirí y El Cañaveral; terminó de construir el gimnasio de Penonomé; y gestionó la cooperación en la construcción del matadero de Aguadulce, el anexo del Colegio Ángel María Herrera de Penonomé, de la Casa del Pueblo de Pocrí, del Cuartel de la Guardia Nacional en Aguadulce, y de la Casa del Campesino en Antón. Y, finalmente, construyó el matadero de Penonomé.
Una de sus obras más importantes fue la construcción de la Escuela Federico Zúñiga en Penonomé, una escuela “moderna” que llenó una gran necesidad entre la población del sector. Para darle ese nombre al colegio, “Melena” presentó un proyecto de ley que fue aprobado de forma unánime por sus colegas.
En el período 1966-1967, siendo presidente de Comisión Legislativa de Obras Públicas y Viabilidad, recomendó un aporte para la construcción de la Escuela Vocacional de Chapala, obra promovida por el Club de Leones de Panamá para la resocialización y educación de jóvenes panameños que se encontraban en estado de vulnerabilidad y requerían orientación.
Fue un privilegio que el país tuviera políticos de la altura ética y el temple moral de “Melena” Carles. Hubo otros diputados también como, por ejemplo, Carlos Iván Zúñiga, Demóstenes Vega Méndez, Lorenzo Romagoza, Jacobo Salas, Jorge Rubén Rosas y Alonso Fernández, todos con una auténtica vocación de servicio público. El término de “Honorables Diputados” les encajaba bien, principalmente por ser gente decente y modesta.
Es muy desafortunado que los políticos de hoy les quede grande su título de honorable y no lleguen ni a la suela de los zapatos de aquellos de otros tiempos. Simplemente, el país necesita que haya más políticos de los que se pueda escribir cosas buenas y a quienes se les pueda confiar la tarea de servir para beneficio de las próximas generaciones.