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- 12/10/2023 00:00
Los grandes retos de Panamá requieren de un líder visionario
Entre el 2000 y el 2016 la economía panameña experimentó un gran crecimiento, impulsado principalmente por el proceso de integración de los países en la parte económica social y cultural, conocido como la globalización. Este proceso no solo elevó nuestra economía a un país de renta alta, alterando el perfil y la densidad de nuestras ciudades, sino que también nos potenció como líderes en el sector logístico, turístico y financiero, a nivel de la región. No obstante, el crecimiento no fue organizado ni a nivel físico, ni a nivel de políticas públicas. Las nuevas infraestructuras carecieron de una visión integral, creando más tarde, grandes problemas de interconexión interna y de equidad, con un potencial de desestabilización social, por la variabilidad del entorno.
En el 2024 habrá nuevas elecciones, y muchos candidatos apuestan a mejorar los problemas del país. Sin embargo, esto será un gran reto para el candidato que no entienda que el entorno ha cambiado.
Hoy día, los problemas son más complejos y la globalización está revirtiéndose. Los países están limitando su comercio; la cuarta revolución industrial está aquí y tiene un impacto en la generación de empleos y de rentas, lo que hace del reto de mejorar al país algo mucho más complejo; y adicionalmente, presiones dentro de los países, impulsan olas migratorias que desbalancean los presupuestos de las naciones y aumentan el sentimiento nacionalista. Por otro lado, el cambio climático está afectando negativamente el entorno, no solo reduciendo la producción de bienes y servicios, sino también, afectando directamente a las poblaciones a través de un aumento en distintos riesgos, que incluyen la disponibilidad y el suministro de alimentos. Por estas razones, las propuestas no pueden ser las mismas de siempre.
Para realmente ejercer un cambio positivo en el país, cualquier propuesta debe ser parte de un plan integral, que considere el nuevo entorno competitivo en el que nos desenvolvemos, sin dejar atrás el aspecto de planificación. De otra forma, estaremos perdiendo el bienestar que hemos alcanzado y continuaremos perdiendo las oportunidades para potenciar el empleo, reducir la corrupción y asegurar un futuro próspero para nosotros y para nuestros hijos.
La caída del Muro de Berlín, la disolución de la Unión Soviética, la entrada de China en la OMC, y la búsqueda de los países por integrar el comercio y la migración de la manufactura global hacia China, generaron mayores volúmenes de comercio desde nuevos nodos de producción asiáticos, que aumentaron el tránsito de buques en la ruta Asia hacia la costa este de EE.UU. Esto benefició grandemente al sector logístico marítimo nacional que, aunado al proyecto de ampliación del Canal, no solo generó empleos para la economía doméstica, elevando el bienestar, sino que mejoró la competitividad, permitiendo el tránsito de buques Neo-Panamax de hasta 14,500 TEU´s. Esta nueva carga de Asia, apoyó el crecimiento exponencial de contendores en nuestros puertos, posicionándolos como primeros en la región.
Al mismo tiempo, la estabilidad política y económica de Panamá, atrajo el capital internacional, que, junto a los nuevos regímenes especiales como la ley SEM y las de sociedades anónimas, dispararon el sector construcción, posicionando a Panamá como una de las ciudades más modernas en la región latinoamericana.
La globalización también impulsó el flujo de personas, generando un mayor comercio para la Zona Libre, concretizando el Hub aéreo en Tocumen e impulsando el multiculturalismo, lo que se reflejó en el aumento de las ventas de Zona Libre y empresas en Panamá Pacífico, en el tránsito y visitas al país de pasajeros por Tocumen y en el emerger del turismo, las artes y la cocina internacional en Panamá, entre otras cosas.
La bonanza fue tan buena que mantuvo su ritmo, a pesar de no tener una planificación. La densidad de población en los corregimientos aumentó, sin realizar cambios en la infraestructura básica, colocando presión en los sistemas de transmisión de electricidad y de agua. Aparecieron barriadas sin planificar, sobre las necesidades para el abastecimiento de agua. Nuevas calles y corredores mejoraron la movilidad, por un lado, pero quedaron cortos en sus conexiones a futuro, dejando a activos logísticos conectados por las vías internas locales, aumentando la congestión interna. Pero, esto es solo en infraestructura.
El crecimiento económico fue acompañado por un aumento en la desigualdad de ingresos, una reducción en el acceso a los servicios de salud y de educación, y un deterioro del sistema judicial y de jubilaciones. La informalidad aumentó a casi 50% y el crimen organizado, se está incorporando rápidamente al sistema.
En 2024, Panamá y los panameños saldrán a las urnas, apostando a mejorar sus condiciones. Los candidatos estarán presentando sus propuestas para arreglar el país. Sin embargo, los problemas de hoy son complejos y requieren de una visión integral para ser resueltos. Esto implica tener un plan para resolverlos, que requiere una visión integral con la participación de múltiples actores. No se puede reducir la corrupción ni arreglar la educación sin tener los recursos, y no se puede mejorar el precio de las medicinas, sin arreglar el sistema, que además de recursos, requiere personal profesional con programas de capacitación constante.
En la misma línea, las fricciones entre EE.UU. y China, la covid-19 y la guerra entre Rusia y Ucrania están revirtiendo el proceso de globalización.
Según el Banco Mundial, el comercio internacional se está reduciendo en importancia con relación al PIB. La OMC indica que los países se han tornado más proteccionistas. Nuevas leyes monetarias en EE.UU. y Europa, están limitando el libre flujo de capital y de personas a nivel global y las políticas de acercamiento de la producción de EE.UU. o variedades 'nearshoring' y de industrialización en Europa, están cambiando los nodos de producción, lo que implica cambios en las rutas marítimas de comercio. También, hay un proceso de desdolarización a través de plataformas de pago electrónico, competencia para sistemas de transferencias internacionales SWIFT, la aparición de las cryptomonedas y el uso del yuan en transacciones internacionales.
En fin, muchas de las fuerzas que apoyaron el crecimiento nacional han cambiado o están cambiando negativamente. El entorno se complica con los avances del cambio climático, la nueva revolución industrial y la aparición de la inteligencia artificial.
El cambio climático está afectando negativamente al país. La volatilidad en el clima, pone en riesgo el acceso al agua para el consumo humano, la industria y el Canal. El aumento en los niveles del mar, pone en riesgo las poblaciones costeras, especialmente aquellas en la comarca de Kuna Yala, sin olvidarnos que aún no hemos evaluado el posible impacto en los puertos.
Finalmente, el período de transición energética hacia combustibles renovables, será una prueba de nuestro ingenio para no perder competitividad versus los países que se rezaguen en su adopción.
Por otro lado, la nueva revolución industrial, implica olas de cambio que mejoran la eficiencia y el bienestar, pero para un menor número de personas. Esto, aunado a la introducción de la inteligencia artificial, constituye un gran reto tanto para los empleos como para los empresarios.
Los robots estarán reemplazando muchas de las ocupaciones de los humanos y, sin esos salarios circulando en la economía, las ventas en las tiendas serán menores.
Por estas razones, es imperativo que cualquier propuesta, sea evaluada con base en el plan en que está siendo incorporada. No es una opción el proponer un tren, sin una visión de la carga o mejorar el sistema judicial, sin un plan para la profesionalización de su personal. El mundo cambió y no se puede mejorar, con promesas que no incorporan estos cambios.
Solo con la visión y compromiso de un líder y la planificación podremos sobrevivir favorablemente a lo que se nos avecina.