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- 22/04/2016 02:00
El fracaso de la izquierda
La izquierda creó un discurso que pontificaba las reivindicaciones, como si fuesen los únicos en el planeta preocupados por la suerte del otro. En realidad la izquierda surgió cuando un grupo quiso acceder al poder que otros tenían, pero intentando recortar las distancias y anteponiendo el fin a los medios que usaron para llegar a ese ansiado poder.
Su discurso siempre estuvo repleto de retórica y de eslóganes fáciles de digerir por los desposeídos. El problema radica en que no se puede sustituir una sociedad por otra, bajo los mismos términos de poder y con las mismas ansias de gloria, porque se aterriza en lo mismo: sustitución de una élite por otra. Ese fue el error de Lenin y Stalin, y más acá en la historia Castro y varios de sus adláteres latinoamericanos.
La utopía socialista se fundamentaba en la eliminación de las clases sociales hasta que alguien dijo que el socialismo no es igualdad de clases sino igualdad de oportunidades, pero ni siquiera eso entendieron. Se dieron cuenta tarde y sucumbieron. Un ejemplo palpable fue la eliminación en Italia del viejo Partido Comunista, amparado por Enrico Berlinguer. Fue tal el fracaso que tuvieron que refundar la izquierda con denominaciones distintas a la palabra ‘comunismo '.
Hoy, cuando la izquierda ve reducida su presencia en el mundo, se ve en el espejo de su fracaso, después de intentar resurgir con fórmulas populistas disfrazadas. Basta ver lo que ocurre en Venezuela después de 17 años de paternalismo salvaje, lo que venía experimentando Argentina con la dinastía de los Kirchner y lo que ahora vemos en Brasil, con Dilma Rousseff al borde de la renuncia vinculada a desvío de fondos públicos. Es el fracaso estruendoso de un club de plañideros llamado Foro de Sao Paulo, que nació solo con el objetivo de reivindicarse ante la caída del Muro de Berlín y del comunismo mundial.
En América Latina, no hay duda de que han sido los Castro, en Cuba, los autores principales de este gran desaguisado de la izquierda, por su influencia perniciosa entre los dirigentes de la región, siempre en busca de válvulas de oxígeno que les permitiesen mantener a flote el fallido modelo político impuesto en la isla caribeña desde 1959, pero que ahora, muy a pesar de ellos, se ven obligados a resucitar negociando una nueva supervivencia con su otrora archirrival para tener así un final un poco más honroso.
El mundo se ha dado cuenta de que las reivindicaciones sociales no suponen necesariamente alinearse con la izquierda, sino que hay nuevos valores como la sostenibilidad, la nueva gerencia social, el ambientalismo, la responsabilidad social empresarial, los Gobiernos corporativos, la inteligencia emocional, etc., que le dan un nuevo cariz a la superación del ser humano y le plantan cara a las injusticias.
El mundo ha cambiado, como ha cambiado la percepción del ser humano por las cosas. La izquierda tuvo su momento, hizo demagogia, transitó el populismo y destrozó las economías. Hay nuevas fórmulas para llegar al hombre del futuro. La tecnología y la educación son dos de ellas. Busquemos la manera de decirle a los gobernantes que esos son los valores fundamentales del desarrollo en el mediano plazo.
PERIODISTA Y ESCRITOR.