• 04/10/2016 02:00

Responsabilidad fiscal al ‘estilo juegavivo'

La Ley 34 de Responsabilidad Social Fiscal del 2008 constituye un hito en nuestra historia

La Ley 34 de Responsabilidad Social Fiscal del 2008 constituye un hito en nuestra historia. Si bien existió una ley similar en 2002, la falta de voluntad de la presidenta Mireya Moscoso impidió que se realizara el saneamiento de las finanzas públicas necesario para que esa ley tuviera efecto. La administración del presidente Martín Torrijos aprendió aquella lección, y se llevaron a cabo algunos ajustes que, no mucho tiempo después, afincaron la credibilidad del país ante acreedores internos y externos, y a los años logró dotarnos del codiciado grado de inversión.

Lamentablemente, da tristeza ver cómo una iniciativa buena se tergiversó tanto, y culminó en un nadir en el 2012 con las modificaciones que, so pretexto de revitalizar el Fondo de Ahorro de Panamá, crearon el balance fiscal ajustado y la muy creativa regla de contabilidad que nos permite un déficit fantasma dependiendo de si los aportes del Canal de Panamá llegan al 3.5 % del producto interno bruto (PIB). Lo que fue una ley para controlar los excesos del Gobierno mediante topes inteligentes de déficit y con ello establecer las verdaderas prioridades de inversión nacional, ahora es otra excusa que permite endeudar al país más allá de lo que se debe permitir.

No nos llamemos a engaño: desde sus inicios, la ley no se respetó. Ese primer año se generó un déficit de 5.1 % en exceso del 2 % permitido. El siguiente Gobierno igual tuvo que pedir una dispensa para reorganizar las finanzas públicas. A los pocos años, se cambia la ley, realidad que allanó el camino para la posterior prostitución a la que fue sujeta. Casi todos los años se presentó una excusa para aumentar el tope permitido. No conforme con esto, a la pasada administración se le ocurrió financiarse con el novedoso método de llave en mano, que con el aval de las instituciones financieras internacionales y las calificadoras de riesgo, no incluían en el monto efectivo de deuda pública el saldo por pagar de estas obras —como si el concreto y el acero invertido fuesen resultado de un mágico artilugio; no, eran resultado de un mayor endeudamiento. Y así, mágicamente, incrementó la deuda panameña en casi cuatro mil millones de balboas adicionales a los ya registrados en el rubro de deuda pública. El JUEGAVIVO no termina allí, como si lo anterior no fuese suficiente, con el afán de gastar más, ese Gobierno sacó del balance de la deuda pública tres empresas estatales que a la postre endeudarían el país en casi dos mil millones más. Sin, técnicamente, quebrar la ley, aumentaron el endeudamiento público en más de seis mil millones. Eso sí que es jugar vivo con el futuro fiscal del país.

Pero suficiente de historia, lo que preocupa es lo que se avecina. Ese balance fiscal ajustado, que permite a la administración sobregirar lo que no se consiga en aportes del Canal de Panamá, permite un aumento adicional del déficit sin que tenga que considerarse parte del mismo, respetando los topes anuales modificados. Lo que no se calculó de manera certera y precisa, fue que ese déficit aumentaría el monto de la deuda pública y quebraría el Artículo 12 de esa Ley (que señala que nuestra relación deuda/PIB no puede sobrepasar el 40 %).

Se asumió, sin mayor precaución, que Panamá crecería a niveles exponenciales, sin apego al refrán que todo lo que sube (y se maneja mal) tiene que bajar... y acabar. Pero de acuerdo al Balance Fiscal y de Deuda del Ministerio de Economía y Finanzas (y las proyecciones del PIB en el presupuesto), tal relación, al concluir el año, quedará en ese 40 %... mágicamente. Como si este JUEGAVIVO financiero no fuese suficiente, ahora escucho que el Gobierno de turno quiere financiar la mitad de la construcción del cuarto puente sobre el canal a través de ENA, la empresa de los corredores, con el objeto de que, este monto (aprox. $500 millones) no sea sumado en la deuda publica. Más JUEGAVIVO.

Rozar el límite es una estrategia frágil. Nos sujeta al vaivén de una pequeña y breve desaceleración, que puede venir del ámbito local o internacional. Lo triste de este JUEGAVIVO es que en los últimos siete años hemos visto decenas de miles de millones de dólares pasar y nuestros principales problemas estructurales, como la educación, desigualdad en el ingreso, servicios de salud, infraestructura productiva, entre otros, CONTINUAN.

ECONOMISTA

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