Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
“Te adoramos, Señor Jesucristo, aquí y en todas tus iglesias que hay en todo el mundo. y te bendecimos, porque por tu santa cruz has redimido el mundo”: San Francisco de Asís.
“La devoción hacia la Santa Cruz viene directamente de esa historia de la crucifixión de Jesús de Nazareth en Jerusalén, en el siglo I de la era cristiana (Mt. 26–27.; Mc. 14-15.; Lc.22–23.; Jn.18-19.), como también de la búsqueda incesante de la cruz por santa Elena de Constantinopla (248/250-328 d.C.), quien era la madre del emperador Constantino. Cuenta esta historia que santa Elena viajó a Jerusalén para encontrar la cruz en la que Jesús fue crucificado. Para asegurarse de que era la cruz verdadera, tocó a una mujer enferma con tres cruces diferentes. Las dos primeras cruces no hicieron nada, pero la tercera la curó milagrosamente. Desde entonces, se celebra ese descubrimiento de la cruz con misas, adornos en la cruz y bailes frente a ella en todas partes del mundo.
Para los cristianos de todo el mundo, la cruz llegó a ser el símbolo más importante porque Jesús murió en ella para salvar a la humanidad del pecado, y esto desde el inicio del cristianismo, “pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; más para los que se salvan - para nosotros - es fuerza de Dios” (1 Corintios 1,18-25). Algunos cristianos creen que la parte vertical de la cruz representa la divinidad de Jesús y, por otro lado, la parte horizontal, su humanidad. Por eso, la cruz es conocida como un “árbol de salvación”.
La reflexión espiritual de los santos y santas de la iglesia como san Josemaría Escrivá de Balaguer, san Francisco de Asís, SS. Benedicto XVI, san Pío de Pieltrecina, santa Bernardita Soubirous, Martín Lutero, San Juan de la Cruz, santa Rosa de Lima, entre muchos otros, nos enseñaron la importancia de tomar tiempo para la reflexión y la contemplación que nos ayuden a comprender cuán profundo puede ser el significado del sacrificio de Jesucristo en la cruz. De ahí ese pensamiento de: “En la cruz está la vida y el consuelo. La cruz es el camino para el cielo. En la cruz está el Señor”: santa Teresa de Ávila.
Para aquellos que no tienen esta perspectiva, el símbolo de la cruz es como señala san Pablo en su primera carta a los Corintios: “La predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas, para los que se salvan - para nosotros - es fuerza de Dios” (1 Corintios 1,18-25). Es “necedad”, es decir estupidez, idiotez, sandez, bobería, etc, etc...; pero para los que creemos en el sacrificio de Jesús en la Cruz del Calvario es poder, dominio, autoridad sobre toda situación de pecado y muerte en este mundo.
Por el sistema de vida que llevamos hoy día, -marcado por un sistema político y económico de mercado salvaje, de competencia desleal y caracterizada por la globalización, el estrés laboral, la movilización de los trabajadores de la casa al trabajo o de sus hijos a la escuela- la falta de calidad de tiempo para atender asuntos tan importantes como la familia, los hijos, la relación matrimonial, las amistades y compromisos sociales, entre muchas otras cosas, la vida se les ha convertido en una cruz. Para ellos la vida es un valle de lágrimas y sufrimiento, algo que ya no tiene sentido. Cada día, nos escandalizamos con el número creciente de personas con traumas psicológicos como la depresión y, por otro lado, o que toman decisiones erradas como el suicidio, por cierto, un número creciente entre los jóvenes hoy día. Aquí tendríamos que recordar todos, las palabras de Jesús cuando nos decía: “Si alguien quiere ser discípulo mío, tome su cruz cada día y sígame” (Mc 8, 34).
Para los cristianos, “la cruz sólo se entiende desde el amor”. + Mons. D. Ciriaco Benavente Mateos.
“El que no busca la cruz de Cristo no busca la gloria de Cristo”. San Juan de la Cruz. “Predicar hoy la cruz es comprometerse a hacer que cada día sea más difícil, que haya seres humanos que crucifiquen a otros... Leonardo Boff. “La cruz nunca aplasta. Si su peso te hace tambalear, su potencia te endereza. Subamos al calvario llevando nuestra cruz, con la convicción de que este camino abrupto nos conduce a la visión de nuestro dulcísimo Salvador”: San Pío de Pieltrecina. Finalmente, “fuera de la cruz no hay otra escalera por donde subir al cielo”: Santa Rosa de Lima.
Como una nación, donde la mayoría de la población se considera cristiana, se hace hoy día necesario y obligatorio que todos volteemos nuestra mirada nuevamente a esa Cruz del Calvario. No a esa cruz que llevamos colgada como adorno en nuestros cuellos, sino aquella en la que padeció y murió Jesucristo, quien inspiró en los años 248-328 d.C. a santa Elena de Constantinopla a realizar ese viaje en búsqueda de la verdadera cruz que todo lo sana y salva. Festejemos con alegría, este 14 de septiembre, y con devoción la festividad de la Santa Cruz.