• 20/04/2019 02:02

Un proyecto por Panamá: una visión ética del Estado

El ciudadano aspira a vivir en un país donde las instituciones funcionen adecuadamente y que para el trámite más sencillo o el más complicado, se cumpla con la Ley

S e aproximan las nuevas elecciones y, como es una evidencia, lo que debe ser un debate de ideas, de filosofía, de principios, se manifiesta como una extensión más del carnaval tableño, desbordándose las pasiones, más que las virtudes.

En el desarrollo del Torneo Electoral ha faltado el desarrollo de un plan que nos haga creer que estamos frente a la posibilidad de la construcción de un nuevo país más justo, dirigido por un Gobierno que profese la ética como columnas fundamentales de su edificación, combatiendo la corrupción y el clientelismo.

El ciudadano aspira a vivir en un país donde las instituciones funcionen adecuadamente y que para el trámite más sencillo o el más complicado, se cumpla con la Ley, con el procedimiento establecido, sin necesidad de ofrecer ni pagar la clásica coima, donación, aporte, aceitado, o como quieran llamar ese gesto casi permanente de obtener lo justo, mediante el pago de lo injusto.

La ausencia de una filosofía política en la mayoría de los candidatos y en el seno del debate electoral le resta profundidad al mismo, haciéndolo superficial; favoreciendo así a los desvíos visuales o propagandísticos y a las anécdotas, más que a los principios.

Ejemplo de ello lo tenemos en el aspecto constitucional, donde son muy pocos los candidatos que hacen énfasis en la necesidad de un nuevo marco institucional emanado de la voluntad popular. La alternativa favorecida parece ser la mera reforma (así de simplista) a través de la Asamblea de Diputados, poniendo en manos de los lobos, el cuidado de las ovejas.

Otro tema que no es parte de las prioridades es el de la protección del medio ambiente, el aseo, el ornato y la limpieza, como si nada de eso importara. Como si fuera superfluo y, por tanto, susceptible de ser colocado en segundo plano, así como la sequía y la falta de agua, en un país que tiene como principal recurso el tráfico por el Canal que se sostiene casualmente aun por la existencia suficiente de agua.

De allí que nos hagan falta Políticos (con ‘P' mayúscula) y nos sobren politiqueros de patio limoso, de carnaval. Debemos acabar con los de siempre, con los manipuladores y hábiles para el entuerto, pero faltos de carácter, de ideas y de espíritu de servicio o de vocación para el sacrificio personal. Elevarse por sobre los demás y, por consiguiente, elevar el horizonte y el nivel, parece una tarea altamente difícil para la mayoría de quienes aspiran a representarnos.

Por estas razones, deberemos escoger una propuesta de un Estado Eficiente, Austero y Republicano y rechazar la de un Gobierno mercenario, proveedor y superfluo, pues aquellos conceptos no están en la mentalidad de quienes se presentan como los mesías de la cosa pública, cargados de promesas y de propuestas, vacías de contenido, que hacen parecer a las elecciones a una puja y repuja de una subasta pública y que ofrecen lo que sea para que todo siga igual y cuyo costo lo pagaremos nosotros, aunque ellos digan lo contrario.

Si analizamos a los candidatos a presidente, podremos encontrar representantes de las más distintas expresiones del conservadurismo, del liberalismo olvidado, de ultraliberales y libertarios convencidos, de conformistas, de cobardes y de miedosos, de antidemócratas y hasta de aquellos reformistas moderados, de defensores de la ortodoxia economicista o bien de aquellos que proponen un cambio radicalizado según modelos reiteradamente fracasados. ¿Sabrán ellos lo que son o lo que representan? ¿Serán ellos conscientes de su propio rol? ¿Son ellos la expresión de sus propios apetitos de poder? ¿sabrán ellos dónde queda el norte o el sur? ¿Sabrán ellos la diferencia entre el estómago y el cerebro?

Los panameños estamos viviendo un proceso de deterioro de nuestras instituciones políticas que ha abierto las puertas al Desorden Populista, en detrimento del Orden Republicano. Pero esto es ignorado por nuestros candidatos y por los electores, a quienes les interesa más el desayuno de la mañana o el juego de béisbol de la tarde, o bien, la novela de la noche.

El clientelismo politiquero que nos ahoga no parece que desaparecerá en estas elecciones. Así lo reflejan los numerosos comentarios en redes ‘robó, pero hizo' o ‘al menos se baña en regadera'.

Para no parecer que hablamos etéreamente, debemos indicar que estamos de acuerdo con la resolución de problemas concretos, mediante soluciones concretas y puntuales, siempre que formen parte de una estrategia global o puntual.

En otras palabras, un diagnóstico del país nos debe llevar a encontrar curas. El primer paso para la solución de un problema es saber cuál es. Durante lo que llevamos de campaña, hemos encontrado las más variadas expresiones sobre lo que son los problemas del país, que son muchos, por cierto, y cada vez se acumulan más. Pero esta recopilación o listado de problemas no constituye de por sí un diagnóstico científico y racional que nos lleven a proponer soluciones eficientes y viables.

Al contrario, a los problemas nacionales se le acumula uno fundamental, la ausencia de líderes que hablen con la verdad y no maquillen sus propuestas, asumiendo el riesgo del rechazo, pero cumpliendo con los más sublimes de los deberes de un Político: LA RESPONSABILIDAD y la EDUCACIÓN.

Al desorden populista, debemos oponer la Responsabilidad Republicana. A la demagogia de siempre, que debemos desenmascarar y combatir, debemos oponer la Educación. Y frente a la falta de Transparencia, debemos exigir la Rendición de Cuentas. Esto es lo que no quiere la corrupción y a esto es a lo que se oponen los politiqueros tradicionales.

Los Partidos Políticos están llenos de esos politiqueros tradicionales y, por consiguiente, tienen una gran responsabilidad en el deterioro de nuestras instituciones y el voto castigo que los ciudadanos esgrimen cada cinco años deberá ser importante para erradicarlo, lo que reflejará al mismo tiempo el impacto de la campaña #NOALAREELECCIÓN y la esperanza de un mejor país.

La ignorancia de nuestros politiqueros tradicionales y de nuestros Partidos Políticos tercermundistas, se refleja en un hecho fundamental: la búsqueda incesante de LEGITIMIDAD ELECTORAL, por encima de la LEGITIMIDAD POLÍTICA. En otras palabras, el único objetivo de nuestros políticos tradicionales es el de ganar elecciones, más allá de si cumplen o no con lo prometido. Ganar la confianza mediante el cumplimiento de un proyecto no está en la mentalidad de quienes se nos presentan a la elección.

Por consiguiente, la reacción del ciudadano, la que esperamos todos, es la de exigir responsabilidad a quienes se nos presentan como candidatos. Esto implica también honestidad con las ideas y trayectorias. Es tiempo ya de que veamos más allá de lo inmediato, más allá de nuestras propias limitaciones y exijamos como propuesta LA CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO PAÍS.

ABOGADO

Uno que es el grupo de Bohuslan Big Band fue en el Centro de Convenciones de Ciudad del Saber

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