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- 24/05/2024 07:09
El relato canalero y su repercusión en el Perú
“El Plan Máximo de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) estampó ‘la internacionalización del Canal de Panamá’ como uno de los puntos medulares de la acción continental. En el lenguaje político de 1924, año de la redacción del Plan Máximo del APRA, la internacionalización del Canal equivalía a la ruptura del monopolio norteamericano y consiguientemente, representaba la asimilación de la causa de la vía interoceánica a la problemática de la integración peruano-panameña” (Castro, 1999).
Este es el contexto que explica la aceptación de las “novelas canaleras” panameñas en el escenario académico y literario peruano durante los restantes tres cuartos del siglo XX. “La primera generación de desterrados apristas arribó a Panamá en 1930, tras la clausura militar de la Asamblea Constituyente. Luis Alberto Sánchez, que dictó lecciones memorables en la universidad de Panamá y Ramiro Prialé, identificaron Panamá como tierra de amor y convivencia generosa para los exiliados peruanos” (Castro, 1999). La presencia de una intelectualidad peruana en el istmo contribuiría más tarde, con su retorno a la tierra de los incas, a la divulgación y comprensión de la “novela canalera”, un subgénero de la novela histórica que brilló con luz propia y retrató los sentimientos de un pueblo -a través de sus protagonistas reales y ficticios- en la búsqueda de su integridad territorial.
Ibáñez (2021) realiza un estudio doctoral sobre la “novela canalera” la cual define -para el período en que impacta en el Perú- como vanguardista donde “la identidad cultural panameña cumple con una función de resistencia, de cohesionadora de la sociedad” (Rodríguez Coronel, 2002, citado por Ibáñez, 2021). Los relatos canaleros panameños contienen “una visión romántica nacionalista que considera la lengua, la etnia y las tradiciones como elementos fundamentales de pertenencia y exclusión del proyecto nacional [...] Rodó (1976) identifica [cuando estudia la novela canalera] los valores de la cultura arraigada en la espiritualidad de América Latina frente a la mediocridad del materialismo norteamericano” (Ibáñez, 2021).
Una novela vanguardista y canalera que fue leída y comentada en el Perú fue Plenilunio (1947) de Rogelio Sinán donde retrata, en tono de denuncia, los efectos sobre la moral panameña del gran número de cabarets, burdeles, etc. nacidos durante la Segunda Guerra Mundial en el Canal. Las novelas Playa honda, (1950) y La calle oscura, (1955) de Renato Ozores -marcadas por el realismo- “selecciona, en la primera, como un aspecto importante las relaciones sociales de las familias poderosas del istmo con la Zona del Canal” (Ibáñez, 2021), mientras que en la segunda, se ocupa de los menesterosos con relación a “los hábitos de los soldados y marines estadounidenses en suelo panameño” y cuyos párrafos, en el Perú, fueron lectura indiciaria para los jóvenes de aquellos años que ingresaban a la política.
Otro autor del subgénero canalero leído en el Perú fue César Candanedo con dos de sus libros más conocidos. Su obra Los Clandestinos, (1957) aborda el tema de “los obreros inmigrantes explotados en la selva del Darién que tienen por objetivo llegar a la Zona para trabajar”; y La otra frontera, (1967) donde “reflexiona -desde una perspectiva antiimperialista- en torno a la idea de Panamá como una tierra esclavizada desde su colonización por potencias extranjeras” (Pérez-Venero, 1978, citado por Ibáñez, 2021). Algunos estudiosos encuentran similitudes entre este último libro y El mundo es ancho y ajeno, (1941) del peruano Ciro Alegría mientras que para la comunidad afroperuana las obras de Joaquín Beleño -la trilogía Luna Verde, Gamboa Road Gang y Curundú - son un referente ya que “el problema central que trata el autor en ellas es el de la discriminación racial en la Zona del Canal desde la posición comprometida de un negro panameño” (Pérez-Venero, 1978, citado por Ibáñez, 2021). El promotor cultural y propietario de una editorial, Carlos Milla Batres, salvadoreño con corazón peruano, impulsor de la “Biblioteca de Autores Peruanos” (1973), fue quien mantuvo el acceso de los lectores peruanos a estas obras canaleras (Raffo, 2024). Finalmente, el período vanguardista panameño, que es el de mayor impacto en Sudamérica, cede la posta al relato canalero adscrito al “realismo mágico” después de la invasión estadounidense de 1989.
Dentro y fuera del istmo, como afirma Ibáñez (2021), “las novelas canaleras [vanguardistas] tuvieron un papel importante en la gestación de una respuesta durante el periodo de lucha nacionalista contra la soberanía mutilada; esta situación se alivió a partir de los nuevos Tratados sobre el Canal de Panamá (1977)” dejando un testimonio de vinculación con el Perú y con las naciones donde allí los escritores panameños se expandieron.