• 15/12/2024 16:47

El perfil de los elegidos

El perfil de algunos de los designados por Trump, y la aparente indiferencia por parte de los ciudadanos, va de la mano con esa conducta más generalizada de aceptar los insultos proferidos durante la campaña

Una de las cosas que la era de Donald Trump parece haber cambiado, es la hipocresía ante la conducta personal de los que ocupan posiciones de liderazgo en los gobiernos. O, tal vez, hemos regresado a un tiempo en donde esas cosas no producían el rechazo hipócrita de sectores de la sociedad estadounidense, los tiempos de John F. Kennedy, por ejemplo, en que sus andanzas amorosas eran un secreto a voces a pesar de estar casado. A Bill Clinton le tocó el tenaz escrutinio del asunto con Mónica Lewinsky en la oficina oval. A Obama, por haber probado mariguana. El senador Gary Heart fue condenado públicamente en la década de 1980 por un “affaire romántico” que frenó su carrera presidencial. Igual ocurrió con el exsenador por Carolina del Norte, John Edwards.

Hoy, en tiempos de Trump, nada de eso y mucho más parece importar a pesar de ser expuesto por los medios de comunicación. El propio comportamiento de Trump en su vida pública y personal, ha invertido la tolerancia de los que lo eligieron y por defecto, obviar las conductas de personas asignadas a posiciones con enormes responsabilidades en el manejo de los asuntos públicos y geopolíticos de los Estados Unidos.

En un artículo titulado: “En realidad: ¿Quiénes somos?”, me referí a la complejidad de tratar de encasillar a las personas en un perfil especifico obviando su comportamiento general como ser humano.

Seth Stephens-Davidowitz un economista graduado de Harvard y científico de datos (data scientist) publicó en el 2017 el libro: Everybody lies: Big Data, New Data, and what the internet con tell us about who we really are. (Todos mienten: Big Data, nuevos datos y lo que el internet puede decirnos sobre quiénes somos realmente). Analiza el enorme banco de datos de búsqueda de Google para sacar conclusiones sobre el comportamiento humano. Es un trabajo que puntualiza la complejidad del ser humano que, acostumbrado a “administrar y controlar” la verdad de quiénes realmente somos, contrasta dramáticamente con la realidad de su verdadero Yo en su interacción electrónica, particularmente con sus búsquedas en Google.

Teorizando, expuse que: “El ser humano llega a ser muchas cosas a lo largo de su existencia. Se conduce por el tiempo y la vida administrando, controlando – para bien o para mal – sus impulsos y emociones. Se han escrito miles de páginas repletas de estudios y teorías sobre el comportamiento humano, la evolución de esta ante las exigencias de la vida en el núcleo familiar y en sociedad”.

Como toda teoría es necesario revisarlas cada cierto tiempo. Ante lo expuesto por Stephens-Davidowitz y mis teorías en el artículo, hay coincidencias en que nos conducimos “por el tiempo y la vida administrando, controlando (... nuestros) impulsos y mociones”. Pero eso ya no parece ser tan así. El Intimo Yo y Tú, involucra mucho más que nuestros - a veces - incontrolables gustos y/o desviaciones biológico-sexuales.

Ya no hay temor en mostrar la opinión emocional por encima de la opinión educada; tratar de darle forma a las interrelaciones sociopolíticas desde la óptica de lo que me conviene a mí con el pretexto de representar a los sectores sociales vulnerables y en riesgo.

Estamos envueltos emocionalmente entre conductas aprendidas y asimiladas por nuestro entorno inmediato (incluyendo los que aprende de los medios de comunicación) que nos ha convertido en un ser casi indescifrable sin temor a expresar públicamente nuestras desinformadas opiniones.

El perfil de algunos de los designados por Trump, y la aparente indiferencia por parte de los ciudadanos, va de la mano con esa conducta más generalizada de aceptar los insultos proferidos durante la campaña electoral o la de canjear algunas conquistas sociales y políticas por el prometido bienestar económico, como parece haber ocurrido en las elecciones pasadas.

Una sociedad del siglo XXI debe conocerse y trabajar afanosamente por corregir sus debilidades. Los datos están allí y seguramente los interesados en estudiarlos. Muchas veces no somos lo que decimos que somos. En el caso de los Estados Unidos, la hipocresía estriba en que si en tiempos pasado un perfil intachable de “moralidad, honestidad, educación superior, buen ciudadano, conducta social intachable, etc.”, muchos de esos, sin resquemor alguno, formaban parte de gobiernos que llevaron a cabo políticas desastrosas en diversas partes del mundo: guerras y ocupaciones innecesarias (Afganistán, por ejemplo), bloqueos económicos, apoyo a gobiernos perversos y un sin número de intervenciones militares o encubiertas que afectaron dramáticamente la vida de muchos inocentes.

En tiempos de Trump un perfil intachable ya no será necesario para ser considerado para cualquier puesto público, hay que ver si esto continuará para siempre en la medida en que la sociedad estadounidense le preste menos atención al “pedigríes” y los sistemas de control y seguridad nacional se acomoden para llevar adelante sus objetivos.

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