Escribir sobre la paz en la actualidad tiene un significado profundo y multifacético. En un mundo marcado por conflictos, desigualdades y crisis ambientales, reflexionar sobre la paz se convierte en un acto de resistencia y esperanza. En muchos lugares del mundo, los conflictos armados, las tensiones políticas y las divisiones sociales son una realidad cotidiana. Abordar el tema de la paz es una invitación a cuestionar las causas de estos conflictos y a buscar soluciones. La paz no es solo la ausencia de guerra, sino también la presencia de justicia social y equidad. El doctor Daisaku Ikeda dice :“la paz es un entorno donde todos pueden desarrollar su potencial plenamente, libres de amenazas a su dignidad, basándose en el respeto por la dignidad de la vida y el reconocimiento de nuestra humanidad compartida” .

Según los informes recientes, existen al menos 56 conflictos activos en diversas regiones, lo que representa la mayor cantidad desde la Segunda Guerra Mundial. Podemos mencionar las regiones activas: Oriente Medio, Europa del Este, África del Norte, África Oriental y el Sudeste Asiático. Y lo más preocupante es que la complejidad de estos conflictos no solo radica en su naturaleza interna, sino también en la creciente participación internacional que complica aún más las posibilidades de resolución pacífica.

Sin embargo, sabemos que las guerras empiezan en la mente de las personas y allí deben finalizar. Y esto se debe a la avaricia, codicia, intereses mezquinos del ser humano y el ansia de poder. Pero también afirmamos que la paz no es negociable, es decir, que la paz, ya sea interna o externa, debe ser considerada un valor fundamental que no se puede comprometer o sacrificar por ninguna circunstancia. Y esto es lo que no piensan quienes son actores principales en los conflictos.

El filósofo y humanista Ikeda menciona hechos hitos que dan fe de coexistencia pacífica de diferentes culturas y religiones. Entre los más destacados están la interacción entre las civilizaciones en la Ruta de la Seda, donde el comercio y el intercambio cultural permitieron el diálogo entre diversas tradiciones. También se refiere a la historia de España durante la época de Al-Andaluz, donde musulmanes, cristianos y judíos convivieron y colaboraron en un ambiente de respeto mutuo, fomentando avances en ciencias y artes.

Pero ¿qué se necesita realmente para lograr esta forma de convivencia pacífica? Lo primero es tener paz interior, lo que implica un estado de bienestar mental y emocional que se logra al amarse a uno mismo y mantener el control sobre la propia vida. Cuando una persona prioriza su paz interior, no permite que situaciones externas o el comportamiento de otros afecten su tranquilidad. Esto sugiere que la paz personal es un derecho y una responsabilidad que cada individuo debe proteger y cultivar. En el contexto de relaciones interpersonales o conflictos, “la paz no es negociable” significa que uno no debe aceptar situaciones que comprometan su bienestar emocional o físico. Esto puede incluir la negativa a tolerar abusos, conflictos constantes o relaciones tóxicas. En este sentido, la paz se convierte en un estándar inamovible en las interacciones humanas. Y, finalmente, a nivel social y político, esta frase puede interpretarse como un rechazo a ceder ante presiones que amenacen la estabilidad y la armonía en una comunidad o país. Sostenemos que la paz es un objetivo esencial que no debe ser comprometido por intereses personales, económicos o políticos, y es lo que no sucede en el actual contexto global.

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