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- 09/03/2025 00:00
Esencia minimalista en ‘Anclajes’ de Jaramillo Levi
La cuentística de Enrique Jaramillo Levi es un edificio construido con indudable persistencia creativa, sin pausas, ladrillo a ladrillo. Son más de treinta y cinco libros que constituyen una travesía literaria de múltiples propuestas formales y una recurrencia cíclica en los temas que se inventan y se reinventan.
El abanico narrativo que ha desplegado el autor durante casi seis décadas, discurre desde lo fantástico hasta la crítica social; están las estelas de sus absurdas historias que ocurren en parajes inverosímiles, envueltas en oníricos ropajes, circunscritas a veces a un solo ambiente o a un sólo personaje con una remembranza a cuestas que termina rota. Siempre es hegemónico el dominio técnico para armar los vericuetos y para abismarnos a lo insólito, dentro de la caja sorpresiva y lo impensado.
Desde sus ya distantes días de estancia en México, Enrique Jaramillo Levi, ha evidenciado que para contar bien hay que tener muy establecido cómo se cuenta; por ello, escribe como quien paga sus tributos a la narración pulida, cincelando sus palabras para hacer visibles las dimensiones sobrepuestas de una escena difusa, un estado sombrío, plano, donde solo se oye la voz del narrador o el deslizar de confesiones enigmáticas para provocarnos la sensación de oquedad cuando se acaba el cuento. Imprime sus huellas dactilares en cada página y tiene muy presente la mirada del lector y el impacto duradero que produce la “ultrabrevedad”.
En los pliegues de sus cuentos subyace su devoción por el embrujo y la fugacidad. Es el duelo de vida o muerte de los cuentos mínimos. Un desafío, sin duda, que requiere del rigor y el aliento. Hay mucho de sinfonía instantánea, sin preludios, ni ascensos verbales. Se deshecha lo gratuito, lo que distrae; el autor te lleva en línea recta a la emboscada.
“Anclajes” —si bien es un volumen antológico de 150 minicuentos—, recién publicado por la editorial colombiana Grupo Editorial Ibáñez, es una nítida vitrina de su extensa obra. Esta es una autoselección, ciertamente, que puede ser casi arbitraria, guiada por el criterio de extensión del texto, de una página o menos. En realidad, la frontera entre lo mínimo y lo breve es tenue.
Jaramillo Levi ha escrito cientos de cuentos que no necesitan más de dos páginas para contener el fotograma de la historia; ya sean breves o mínimos, exigen de la potencia de la escritura, del talento para la condensación y la instantaneidad. Desencadenar con limpieza un cuento y forjar, en forma indisoluble, una estética, entregar una mentira veraz o producir una herida sin cortar con un arma y sólo a punta de palabras, requiere de destrezas y capacidades para combinar con armonía ingenio y lenguaje.
Enrique va por la vida escribiendo cuentos que contienen estas virtudes y, posiblemente, sea su impresionante tenacidad y el arsenal de recursos que saca y mete de su caja de herramientas, lo que le caracteriza como un escritor de efervescente imaginación y fertilidad. He creído siempre en la hibridez del resultado textual literario; en que la poética contenga algo de monólogo teatral y tonalidades de la narrativa; que párrafos de la novela suenen a versos leídos en alta voz. Resultados textuales, al fin y al cabo, que se ven enriquecidos porque se ha logrado, con cuidadosa devoción, que se escuche la polifonía de una historia.
Muchos cuentos de Enrique Jaramillo Levi tienen esa sazón, que valoro como una virtud estética, como un arriesgado ejercicio del oficio para alcanzar los niveles más altos de la producción literaria. Sus cuentos —por factura y naturaleza— ubicados en la ficción, constituyen una de las colecciones más logradas de la narrativa panameña. O, para ser más preciso, la cuentística de mayor resolución literaria e intensidad. Y cuando la ficción se comprime y estalla en esa, digamos, especialidad que es la minificción, como un destello o un disparo, estamos ante la presencia de una cascada de historias que se hermanan en densidad, color y épocas, y que expresan el estilo reconocible y propio del autor.
“Anclajes” es una esencia de los libros de Enrique Jaramillo Levi; una oportuna edición que celebramos; una reiteración de sus osadías y transgresiones, de sus absurdos y de su filosa manía de entregarnos realidades irreales, sueños y deseos que no llegaron a ninguna parte, soledades sin fin, historias encuadradas en la vastedad humana y sus laberintos. Estamos, pues, ante una rendición de cuentas minimalista de su amplia obra y con la evidencia de sus hallazgos originales.
Todas estas razones, y muchas otras, contribuyeron a que con gran satisfacción prologara este nuevo libro del autor de “Duplicaciones”, y responsable, como editor, de la publicación de innumerables nuevos autores panameños de talento. Ojalá que pronto llegue a nuestro país este nuevo libro suyo.