• 10/06/2024 23:00

El arte de gobernar en tiempos difíciles

Dos pensadores de Oriente y de Occidente, escogidos entre muchos otros que han sido igualmente guías y faros luminosos, nos enseñan, desde hace tiempo, lecciones pertinentes en cualquier momento y lugar

Hace 25 siglos Confucio (551 a.C.- 479 a.C.) enunciaba las nueve virtudes del soberano perfecto: “sentido del gobierno, rectitud, docilidad, firmeza, simplicidad, coraje, indulgencia, diligencia y condescendencia”. El que ostentara todas esas virtudes decía era digno de ser emperador, quien poseyera seis podría gobernar un principado y aquel que tuviera menos de tres ni siquiera podría dirigir su propia familia. Si el famoso filósofo chino viviera entre nosotros advertiría, horrorizado, el comportamiento de nuestros últimos gobernantes y comprendería, de tal forma, el estado de la nación panameña que podría, según sus recursos naturales, humanos y geopolíticos, ser una verdadera potencia, imperial para recordar la circunstancia del mayor pensador asiático.

Comienza en Panamá un nuevo gobierno con expectativas muy altas, tan elevadas como ingentes son los problemas que hereda de una administración fallida en casi todo, definida más bien por la ausencia palpable de la mayoría de las recomendadas virtudes chinas. No es necesario hacer el inventario de tantos problemas y desafíos que deberán, finalmente, revelarse y convertirse en otras tantas oportunidades de acción. Para enfrentarlos y triunfar, los nuevos gobernantes tendrán que tomar decisiones racionales, aunque duras, contrarias a la pasión delirante que ha dominado a parte de la sociedad en los últimos tiempos. Deberán armarse de paciencia y de coraje, de firmeza ante todo, y de indulgencia y compasión. Deberán tener, sobre todo, el “sentido del Estado”, como pocos, infortunadamente, lo han tenido a lo largo de nuestra historia.

No en vano hace cuatro siglos y medio, en 1584 exactamente, Giordano Bruno, mediante el diálogo de un famoso personaje de su obra nos propone, sobre la libertad para pensar y actuar, un consejo muy certero: “persevera, no te desalientes, no recules, porque con el recurso de múltiples maquinaciones y artificios, el gran y solemne senado de la necia ignorancia amenaza con destruir tu divina empresa y tu grandioso trabajo”. El sabio italiano, científico precursor del conocimiento verdadero, martirizado por un poder eclesiástico irracional, desmedido y cruel, nos señala así, con mucha antelación y en pocas palabras de permanente actualidad, las trampas que debemos evitar para tener éxito en cualquier empresa humana.

Dos pensadores de Oriente y de Occidente, escogidos entre muchos otros que han sido igualmente guías y faros luminosos, nos enseñan, desde hace tiempo, lecciones pertinentes en cualquier momento y lugar. Enseñanzas conceptuales primero, producto de sus observaciones, de sus experiencias y de su genio personal. Lecciones que, Dios nos guarde, no pretendemos dar a nadie y todavía menos a los gobernantes que escogimos pacífica y democráticamente, a pesar de algunos incidentes desafortunados, relativamente menores frente a la magnitud de los resultados electorales. Resultados que marcan un triunfo seguro, pero también una evidente, implacable e irrenunciable responsabilidad histórica.

Solo nos queda en estas cortas líneas desearle, a los nuevos gobernantes, tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo, comenzando por el jefe de Estado, el presidente Mulino, el mayor de los éxitos en su administración porque, además, su victoria, en estos tiempos difíciles, de grandes penurias y necesidades, será finalmente la de todos los panameños.

El autor es geógrafo, historiador, diplomático
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