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La alianza de todos los diputados de los partidos políticos legalmente inscritos en contra de la revolución de los parlamentarios jóvenes, nos deja un mal sabor y una señal equivocada y bochornosa que, al fin y al cabo, dibuja cómo este grupo de malqueridos intenta sobrevivir en la vida política del país.
Y como todo lo malo se pega, hubo celebración con bebidas, donde a lo mejor no faltó el macallan, exhibido días antes en una embajada en el barrio Alameda, igual como cuando Crispiano Adames celebró cuando logró una reelección al mismo estilo y método como el número1 del parlamento.
Ya el país no tiene dudas de la profesión como delincuentes políticos, que no se educaron ni tampoco se resocializaron, sino que aprendieron diabluras, crearon mafias parlamentarias de mayor organización y se repartían el pastel matraqueando y negociando el “qué hay para mí”.
Es curioso que el status de la mayoría de los que integran esa alianza maquiavélica de parlamentarios malqueridos, son dirigentes de cúpula de partidos políticos a los que mantienen secuestrados y para colmo son negativistas del relevo generacional y están convencidos de que continuarán bajo el axioma de “más sabe el diablo por viejo que por diablo”.
Esa estrategia que el 1 de julio de 2024, le resultó pírricamente favorable y en contra de una generación parlamentaria nueva, certifica que no han tomado en cuenta el mensaje contundente del electorado, que, por esa mala praxis, prefirió a los candidatos independientes.
Además, a lo interno podrán constituirse como una aplanadora parlamentaria oficialista bajo la cortina de humo y demagógica de “gobernabilidad”, pero serán 1,825 días de confrontación, cuya dictadura parlamentaria se encontrará con una sentencia de desgaste y no habrá retorno en ese túnel de las próximas elecciones generales, entonces agonizará el partidismo, agonizará, sino se renuevan hacia prácticas democráticas de convivencia política sana.