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- 27/01/2025 00:00
Educación y alfabetización constitucional
Un sinnúmero de reflexiones conllevarían a un exhaustivo examen del tema que me corresponde compartir con ustedes hoy, pero creo provechoso destacar una fundamental que nunca será suficientemente insistida: la educación en civismo.
Ya he tenido oportunidad de decir en otro momento que: “Ahora mismo hay un desconocimiento producto del atraso en el que vivimos como sociedad en torno a los valores cívicos, que contribuyen a que una sociedad pueda tener una convivencia pacífica. Ese es el propósito fundamental de la alfabetización constitucional, [...]”.
Me valgo de las reiteradas ocasiones en que el Libertador, Simón Bolívar, llegó a expresar su inquietud por las virtudes ciudadanas, para explicar aquello que deseo compartir hoy con ustedes.
En 1812 lamentó (según fue citado por uno de sus más famosos biógrafos) que:
“Nuestros compatriotas” aún no eran “capaces de ejercitar sus derechos legales. Les faltan aquellas virtudes que distinguen a los verdaderos republicanos”.
Luego en 1815 fue, en la famosa Carta de Jamaica, donde dejó impresa para la eternidad la reiteración de este llamado:
“En tanto que nuestros compatriotas no adquieran los talentos y las virtudes políticas que distinguen a nuestros hermanos del Norte, los sistemas enteramente populares, lejos de sernos favorables, temo mucho que vengan a ser nuestra ruina.
Desgraciadamente, estas cualidades parecen estar muy distantes de nosotros en el grado que se requiere; y por el contrario, estamos dominados de los vicios que se contraen bajo la dirección de una nación como la española, que solo ha sobresalido en fiereza, ambición, venganza y Codicia”.
Aspiraba el Libertador a “cultivar las virtudes y los talentos que conducen a la gloria; [...]”.
El transcurso de los años no mermó ni varió el pensamiento de Bolívar, respecto la necesidad de contar con una ciudadanía formada en virtudes. Así, durante el Congreso de Angostura (1826), reincidió en comentarios similares a los ya expresados con anterioridad: “[...] todos deben practicar la virtud, y no todos la practican [...]”.
Y para terminar esta ronda de citas, evoco sus palabras favorables a un “edificio levantado a costa de virtudes” cuando propuso a Panamá (1826) la adopción de su Constitución:
“Propongo también el Código boliviano que con algunas ligeras [sic] modificaciones parece aplicable a todas las situaciones que Colombia puede apetecer ...]. Unidos los buenos ciudadanos a nuestro incorruptible ejército, se sostendrá el edificio levantado a costa de virtudes y heroísmo. [...]