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- 30/06/2014 02:00
Sobre el Día de los Bosques Tropicales
El 26 de junio muchos celebran el Día Internacional de los Bosques Tropicales, y para mí es inevitable recordar aquellas palabras de un canadiense involucrado en el negocio de bienes raíces en Boquete. Esta persona argumentó que si el boqueteño ‘quiere bosques, ahí tiene a Darién, si quiere fincas, está Cerro Punta, y si quiere hacer nada con un terreno, que lo compre y mantenga el bosque’. Claramente podemos observar la falta de sensibilización de este sector de la población, donde los bosques son vistos como tierras improductivas. Desconoce que, sin los bosques de montaña, ya no habrá agua en el futuro, que algunas especies de flora y fauna, si desaparecen de tierras altas, desaparecen de todo Panamá, y que el clima de Boquete, que tanto disfruta, ya no será el mismo.
Específicamente, los bosques de montaña de la provincia de Chiriquí poseen un valor incalculable, al albergar una gran biodiversidad, mucha de ella endémica para Panamá y Costa Rica; además, son las esponjas naturales que proveen de agua a toda la provincia. Sin embargo, la mayor amenaza que están sufriendo es la falta de educación y sensibilización de una población que desconoce realmente la importancia de estos ecosistemas. Panamá posee tanta riqueza natural, que lo ideal sería una población comprometida a resguardarla, pero ha sido la educación ambiental la mayor olvidada por los gobiernos y los medios de comunicación. Es tal la falta de sensibilización que las tierras fértiles y contenedoras de gran biodiversidad son vendidas al extranjero e inversionista depredador para desarrollar proyectos inmobiliarios, siendo uno de los ejemplos vívidos, el distrito de Boquete.
Este problema se agrava cuando las políticas de desarrollo juegan en contra del bienestar de toda la población, y hablo específicamente de la promoción —por parte del gobierno— de Boquete como paraíso de retiro de jubilados norteamericanos, lo que ha producido una creciente inmigración de estos ciudadanos y con ello el incremento de empresas de bienes raíces en el distrito y el desarrollo de proyectos inmobiliarios sin una planificación u ordenamiento territorial. A grandes rasgos no se observa la amenaza contra los bosques, pero si conocemos la visión de estos promotores, como el canadiense antes mencionado, el panorama cambia.
Ante una situación como esta, la población es la única que puede generar un cambio, una población educada para valorar la única riqueza colectiva que tenemos en Panamá: la naturaleza. Ya es hora de organizar un movimiento social a favor de la defensa de nuestro patrimonio natural y de nuestra patria. Y no hablo de cerrar calles e incendiar autos, sino de ir y trabajar con las comunidades locales, para que adquieran el conocimiento y valoren que su tierra cuesta más con bosques, que vendiéndola al extranjero o inversionista depredador.
*INGENIERA EN MANEJO DE CUENCAS Y AMBIENTE.