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- 08/03/2024 00:00
Dennis Smith, nuevo cuentista de excepcionales méritos
Como docente, promotor cultural y editor que también soy, además de escritor, cada vez que descubro un nuevo talento literario en Panamá y tengo la oportunidad de promoverlo siento una gran satisfacción. Se trata casi de una suerte de “instinto básico” que empieza a finales de la década de los ochenta del siglo pasado en México, una solidaridad entusiasta que lamentablemente no veo a menudo entre la mayor parte de mis colegas, al menos no de forma manifiesta.
Acaso por ello en esas fechas fundé en ese país mi primera modestísima editorial (Signos) y todavía hoy sigo en la lucha, cuatro pequeñas editoriales sucesivas más tarde.
Menciono esto a propósito del segundo libro de Dennis A. Smith (1971) que Foro/taller Sagitario Ediciones se honra en publicar: Delfinario y otros cuentos, habiendo sido el primero: El rey del truco soy yo (dado a conocer por 9 Signos Grupo Editorial, en 2009).
Y es que este nuevo libro me parece particularmente relevante a la nueva escritura narrativa que en lo que va del presente siglo empieza a destacar con las obras de nuevos y talentosos autores en nuestro medio.
Alejado de plasmar simplemente una copia fiel de lo que en el mundo se considera real, nuestro autor ahonda más bien en las diferencias, en las bifurcaciones, en la textura de las capas escondidas, en lo que a ratos parece irreal para con todo ello describir la ambigua naturaleza de esos mundos. No es poca cosa. Como innato artista que es sabe que la única manera de ser original a veces es saliéndose por la tangente.
Además, se trata de un cuentista capaz de entender que hay situaciones, personas, ambientes, conflictos que no se pueden asimilar con facilidad y que, por tanto, suscitan en nosotros sentimientos ambiguos o contradictorios; pero no por eso deja de plasmar su versión de los hechos, sus dudas, su incertidumbre como parte del cuadro completo. O incompleto. Porque narrar y describir no es necesariamente retratar la realidad, aunque sí busca siempre tratar de captar su más viable semblanza, entrar en el misterio. Hacer otra cosa sería limitarse a copiar, a reproducir lo que ya existe.
Y es que en las narraciones de Dennis E. Smith encontramos “de todo un poco como en botica”, pero esto dicho en el mejor sentido de la conocida expresión. Es decir, por un lado, una amplia variedad de emociones insertas en acontecimientos muy bien narrados, pletóricos de detalles, auténticos cuentos de una sólida textura, cargados siempre de sentimientos profundamente arraigados en torno a determinados personajes y situaciones.
Pero otras veces lo que se nos ofrece es una suerte de breves pantallazos descriptivos de corte irónico que ponen de manifiesto lo curioso o inusual de determinadas escenas que solo un autor de sólida raigambre intelectual es capaz de detectar, para en seguida hacer de la escena una imagen imposible de olvidar para cualquier lector sensible.
En este sentido, cabe señalar que estamos ante un narrador nato de ficciones que para él resultan ser auténticas realidades, sin importar connotaciones absurdas o muy poco usuales: así es la vida, parece pensar nuestro autor, y al percibirla así, de esa manera la describe.
Lo otro que sin duda es importante señalar en su Delfinario y otros cuentos es la forma sobresaliente, a menudo insólita, en que maneja los gajes y giros de la imaginación, su asombrosa capacidad inventiva, una plasticidad siempre presente, el manejo dúctil de un vocabulario amplio y variado que nos hace reflexionar.
Por supuesto, recomiendo ampliamente la lectura de esta excelente colección de cuentos de un escritor destinado a romper esquemas, siempre y cuando persevere.
No cabe duda de que en Panamá, casi a diario siguen formándose, tras tomar talleres y diplomados idóneos dictados por otros escritores de sólida trayectoria y conocimientos, nuevas voces literarias destinadas a ser generaciones de relevo en cuanto a las anteriores. Dennis E. Smith llegó para quedarse. Desde ahora lo anticipo, ya en este libro suyo están dadas todas las señas. Esperemos que siga escribiendo para bien de las letras nacionales.