• 10/10/2024 00:00

Demos fin a la tiranía

La paz en el Medio Oriente se conseguirá solo cuando cada uno de los ciudadanos del mundo se desintoxique de su dependencia al petróleo. La anulación de su valor en el mercado terminaría con el financiamiento del terror, trayendo una nueva era de paz...

Este 7 de octubre se cumple el primer aniversario de la aterradora invasión del grupo terrorista Hamás al sur de Israel, un día más de luto en los tantos del calendario judío. Este evento encadenó otra guerra más en esta sangrienta área del planeta que ha cobrado la vida de miles y contando. El resto del mundo protesta, unos apoyando a los israelíes, pero la gran mayoría, irónicamente incluyendo a las Naciones Unidas, apoyando a los terroristas. Lo que pocos entienden es cuánto este conflicto palestino-israelí afecta negativamente a todo el mundo y cómo cada uno de nosotros puede contribuir a resolverlo.

Se pueden dar muchas excusas a este conflicto, como que la tradición autoritaria y militante rige o que ellos repudian los valores de libertad, educación y democracia occidentales que Israel representa. Pudiera excusarse que toda esta región es árabe, con los israelíes siendo la excepción. Pero 20 % de la población israelí es árabe y vive en paz, libertad y prosperidad. Es más, el palestino simple ha dependido de esta prosperidad para su subsistencia, que ha sido quebrantada por Hamás. Después de décadas de inseguridad, la resiliencia e ingenio israelí han motivado a la gran mayoría de los países árabes a aceptar su existencia con tratados de paz. Aunque ellos sigan viviendo corruptamente, invirtiendo su capital en el ejército y palacios o mezquitas lujosas, y menos en el futuro o bienestar de su población, los gobernantes han entendido que les conviene más cooperar con Israel y sus innovadoras tecnologías, que lucharla.

Pero, por alguna razón que solo Alá entiende, el extremista Gobierno de Irán (quienes no son árabes) se ha propuesto a destruirla, así como lo intentaron sin éxito tantas tiranías durante miles de años de sobrevivencia judía. Y la forma menos costosa y riesgosa de conseguir esto es reclutando a mercenarios que hagan el trabajo sucio por ellos. Así los iraníes “contrataron” a Hamás al oeste de Israel, a Hizbulá a su norte, y más recientemente a los hutis en Yemen al sur para concretar este malévolo propósito. ¿Cómo Irán los financia y por qué Occidente no los detiene?

Primero, Irán es un país inmenso con un gran ejército, organizado y disciplinado. Quizás Irán quiera conquistar no solo a Israel, sino a todo el Medio Oriente, como reminiscencia a su pasado imperialista. Irán es también uno de los principales proveedores de petróleo, especialmente a China, y con fuertes vínculos económicos con Rusia, lo que posiblemente previene su ataque. Así, la guerra fría ha regresado, pero mucho más cálida. Las grandes potencias juegan ajedrez con la débil población del Medio Oriente. En resumen, el petróleo iraní funda una guerra antimoral en contra de Israel con el pasivo apoyo de los gobiernos occidentales. Es esta adicción al petróleo, más fatal que la cocaína, la que está matando a tantos inocentes en el Medio Oriente. También los productores de armas se benefician de esta infinita guerra con los dueños y políticos “llorando” la pérdida de tantas vidas sobre una pila de billetes.

En su fallida e imposible invasión a Irak y Afganistán perecieron más de 7.000 americanos y este sacrificio fue justificado con mentiras de “interés nacional”, solo para beneficiarse del petróleo iraquí. Pero, en Gaza no hay petróleo; así esta población es abandonada a su cruel destino, incapaz de luchar en contra de Hamás y los millones que recibe de Irán.

Por esto no podemos confiar que los lideres occidentales liberen a Gaza de Hamás. La paz en el Medio Oriente se conseguirá solo cuando cada uno de los ciudadanos del mundo se desintoxique de su dependencia al petróleo. La anulación de su valor en el mercado terminaría con el financiamiento del terror, trayendo una nueva era de paz. Además, sanaríamos al contaminado aire planetario que nos hace cada día más enfermos, lo que beneficia por su lado a las poderosas compañías farmacéuticas. Ha llegado la hora de terminar con la tiranía de las armas, el petróleo y las medicinas, apoyando nuevas tecnologías que provean energía de fuentes renovables, pacíficas, saludables y menos contaminantes. Nuestra adicción al petróleo no solo militariza al lejano Medio Oriente, sino que nos está matando a todos.

Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones