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Hace 40 años los panameños José “Pepe” Zamora y Andrés “Domplín” Vega compusieron la tamborera “De frente Panamá”. Casi de forma inmediata, la tamborera fue popularizada por el cantante venezolano Oscar D'León, quien le dio un toque de salsa, añadiendo el coro que decía: “aquí no estamos con la derecha, tampoco con la izquierda, ¡de frente Panamá!
Como era de esperarse, la melodía caló profundamente en el imaginario colectivo de los panameños, convirtiéndose en un símbolo de patriotismo y unidad para los panameños, especialmente durante la época de la lucha por la reversión del Canal de Panamá a manos panameñas.
Vale destacar antes de entrar en materia, que la frase “aquí no estamos ni con la derecha ni con la izquierda” fue pronunciada inicialmente por Omar Torrijos Herrera, quien la repetía en múltiples ocasiones, para enfatizar que su gobierno no se alineaba ni con la izquierda ni con la derecha, sino que buscaba un camino propio y pragmático para Panamá, el cual comenzó a consolidarse en 1977 con la firma de los tratados Torrijos -Carter y la reversión de nuestro Canal -como debió ser desde siempre- a nuestras manos.
En este contexto -basado en las declaraciones de nuestro actual presidente- yo confío que este domingo le digamos al secretario de Estado norteamericano que podemos sentarnos a negociar diversos asuntos pendientes. Pero nuestra soberanía no es negociable. Que el Canal es y será nuestro. Que nos ha costado mucha sangre, sudor y lágrimas recuperar nuestro Canal. Y que “no somos ni queremos ser una estrella más en el pabellón de los EE. UU.
Una vez establecido lo anterior como condición irrenunciable y obligatoria, nos toca -aceptando la asimetría de la negociación- sentarnos, de igual a igual con Mr. Rubio y establecer acuerdos para defender los intereses del país de forma constructiva. Subrayando de entrada que: podemos negociar y hacer concesiones en áreas menos importantes para lograr un acuerdo en los temas centrales; somos capaces de buscar una solución intermedia que satisfaga parcialmente a ambas partes; podemos considerar la posibilidad de ceder -sin debilidad ni sumisión- en algún aspecto a cambio de obtener beneficios en otro y; lo invitamos a explorar y crear opciones creativas que vayan más allá de las posiciones iniciales que traiga el emisario del país de las barras y las estrellas. A estas alturas del desarrollo del tema, considero necesario compartir algunas reflexiones sobre cómo defender la soberanía y la neutralidad del Canal de Panamá, desarrollando una estrategia integral que combine diplomacia, defensa, legislación y desarrollo económico.
Lo primero, y no me cansaré de repetirlo, es que debemos mantener una postura firme en defensa de la soberanía. Debemos recordarle a Estados Unidos y al resto del mundo que el Canal es parte integral de nuestro territorio y que cualquier intento de intervención o control debe alinearse con el principio de soberanía nacional. Reforzar nuestra posición como custodio del Canal en el contexto de su gobernanza internacional es clave para mantener su autonomía.
Por otro lado, deberemos enfatizar el valor geopolítico y económico del Canal, reconociendo y reforzando la importancia estratégica del Canal para el comercio global y para Estados Unidos. Al resaltar cómo el Canal es crucial para el flujo de mercancías y energía, y cómo su buen funcionamiento -como lo certifican 25 años de administración nacional- beneficia a Estados Unidos directamente, podemos negociar acuerdos que generen beneficios económicos sin ceder soberanía.
En ese sentido, podríamos vincular acuerdos sobre el uso del Canal a otros beneficios económicos, como la apertura de mercados, acuerdos de inversión en infraestructura, o en sectores como el turismo, servicios financieros, y tecnología. Igualmente, podríamos ampliar nuestra relación con Estados Unidos más allá del Canal, abordando temas como la lucha contra el narcotráfico, el desarrollo económico, la educación y continuar invirtiendo en la modernización de las infraestructuras del Canal.
Pero, y subrayo esto, de suma importancia es el mantenimiento de la neutralidad del Canal, garantizando que se mantenga abierto para todas las naciones de manera equitativa, sin favorecer a ninguna potencia sobre otra. Esto da estabilidad y previsibilidad, factores que hacen que los acuerdos con Estados Unidos puedan ser más beneficiosos.
Es igualmente importante poner de relieve en la negociación que Panamá puede -si fuera necesario- buscar apoyo en otras naciones y organizaciones internacionales, como la ONU y la OEA, para garantizar que su soberanía sobre el Canal sea respetada. El apoyo de otras naciones, especialmente las que se benefician del Canal, puede ayudar a Panamá a posicionarse de manera más fuerte frente a las negociaciones con Estados Unidos. El mundo no puede aceptar la vuelta de la política del garrote y el afán expansionista del actual inquilino de la Casa Blanca.
Finalmente, recordemos que la soberanía y la neutralidad del Canal de Panamá no solo dependen de tratados, sino también de una gestión eficiente, una estrategia de seguridad integral y una diplomacia inteligente. Panamá debe seguir fortaleciendo su posición como administrador soberano del canal, evitando ser arrastrado a conflictos geopolíticos y garantizando su estabilidad económica y operativa.