• 07/03/2021 12:51

Consejo Nacional para la Cultura Ética

“La corrupción afecta a todas las organizaciones, sean públicas o privadas, porque es un juego en el que se necesitan tres protagonistas: quien propone, quien acepta y quien permite […]”

La actual ausencia de una cultura ética, tradicionalmente llamada crisis de valores, nos afecta directamente como sociedad, generando graves problemas de corrupción, pobreza y peligrosa desigualdad. Han primado los intereses particulares sobre los colectivos, la búsqueda de alcanzar objetivos individuales sin importar consecuencias, abandonando ideales sociales y principios éticos.

De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española, la corrupción es en las organizaciones -especialmente en las públicas-, la práctica consistente en la utilización de sus funciones y medios en provecho económico, o de otra índole, de sus gestores. Así, este tipo de prácticas, además de crear desconfianza en las instituciones y en las autoridades, distorsiona la asignación y distribución de recursos, generando encarecimiento en los procesos productivos y pérdidas económicas, afectando la inversión en desarrollo social, produciendo más pobreza e incrementando la brecha de desigualdad existente. Y, aunque quizá no sea la única causa del aumento de la gran brecha social en Panamá, sí contribuye considerablemente a ella.

La corrupción afecta a todas las organizaciones, sean públicas o privadas, porque es un juego en el que se necesitan tres protagonistas: quien propone, quien acepta y quien permite; y, precisamente por esto es que su combate requiere de un enfoque integral: todos los sectores de la vida nacional deben estar comprometidos en mantener un diálogo abierto y trabajar en forma solidaria y mancomunada.

Pero, ¿qué estamos haciendo para luchar contra la corrupción? ¿Cuál es la realidad y la imagen que queremos para nuestro país? ¿Cómo queremos que sean y se comporten nuestras nuevas generaciones?

Las acciones dirigidas a erradicar la corrupción deben contemplar elementos que promuevan la integridad como conducta inherente al comportamiento general, y fomenten el desarrollo de una cultura de legalidad, la cual va más allá del cumplimiento de la Ley, involucrando también la asunción y preservación de principios que promuevan su cumplimiento, a través de la convicción de su aceptación voluntaria, y promuevan el convencimiento que son necesarios para el mantenimiento de la estabilidad social y el logro de una meta esencial para la convivencia y el desarrollo: el bien común.

Es por todo lo anterior que resulta fundamental la creación de un CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA ÉTICA, como órgano consultivo multisectorial, reactivando lo acordado por la Concertación Nacional para el Desarrollo en el tema de Ética, donde se destacó … “la importancia de una cultura ética que impregne todo el funcionamiento de la sociedad panameña”. Este Consejo debe tener como objetivo principal promover una Cultura Ética, instrumento fundamental para el desarrollo social, pero no como una acción coyuntural, sino como la adopción de una forma de vida colectiva, buscando mitigar prácticas lesivas que causan todo tipo de graves perjuicios a la sociedad.

El nacimiento de una Cultura Ética es una condición indispensable para asegurar nuestro desarrollo; se genera credibilidad, confianza y compromiso nacional de todos.

Estas reflexiones han sido presentadas como propuesta en la plataforma de participación ciudadana Ágora, para la concreción del proceso del Pacto del Bicentenario, aportando ideas para reducir brechas sociales y alcanzar el bienestar colectivo, crecimiento humano y la prosperidad de los panameños.

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