• 26/01/2025 00:00

Capacidad de negociación y fortalecimiento interno para la defensa de nuestra soberanía

Los panameños necesitamos prepararnos para enfrentar juntos, de manera pacífica y con éxito, las amenazas del nuevo inquilino de la Casa Blanca, garantizando en ese esfuerzo conjunto, nuestra soberanía plena, sobre todo el territorio nacional y nuestros recursos, en especial nuestro Canal.

Para ello, habremos de valernos de todas las herramientas que nos ofrece la diplomacia; a la vez que consolidamos la democracia y el estado de derecho en nuestro territorio, construyendo una base sólida que nos permita resistir presiones externas, defender nuestros intereses y proyectarnos con confianza en el escenario internacional.

En ese contexto -impulsado por el sentimiento patriótico que compartimos la mayoría de los panameños- le dedico esta glosa a darle una breve mirada al contexto de la negociación que nos espera, así como al fortalecimiento interno que necesitamos, para salir adelante de este entuerto provocado por un personaje que -a punta de argumentos carentes de verdad y sustento legal- pretende -parafraseando a nuestro canciller- saltarse el derecho internacional público olímpicamente para imponer criterios sustentados únicamente por su creencia en el destino manifiesto de su país y arrancarnos un pedazo de nuestro territorio.

Para comenzar, será fundamental conformar un equipo negociador competente y unido, evitando divisiones internas que puedan ser explotadas. No es la hora del clientelismo político ni del amiguismo. Pero no perdamos de vista ni por un instante, que negociar y dialogar entre una superpotencia (ellos) y un país pequeño (nosotros) presenta desafíos únicos debido a la gran asimetría de poder.

Por esa razón, necesitamos seleccionar negociadores con experiencia, conocimiento del tema y habilidades de comunicación. Ese equipo debe tener todo el respaldo político y los recursos que hagan falta, para definir esa estrategia de negociación flexible, lo cual implica estar preparados -sin entregar nuestra soberanía- para adaptar la estrategia a medida que avance la negociación y surjan nuevos desafíos.

A partir del conocimiento a fondo de los intereses, prioridades, puntos débiles y posibles áreas de cooperación de la superpotencia; deberemos definir con precisión nuestros intereses y objetivos, por ejemplo: ¿qué buscamos obtener de la negociación?, ¿áreas de interés común y posibles soluciones que beneficien a ambas partes?, ¿ventajas que les podemos ofrecer?, ¿cuáles son los límites sobre los cuales no estamos dispuestos a ceder?

Fundamental para el desarrollo exitoso del diálogo y la negociación será adherirnos plenamente a las normas y principios del derecho internacional, lo que fortalece la posición de nuestro país en la comunidad internacional y nos permitirá recurrir a los mecanismos legales que hagan falta. En ese sentido, será necesario utilizar los medios de comunicación y la diplomacia pública para la construcción de alianzas con otros países u organizaciones internacionales, generar conciencia sobre nuestras posiciones y ejercer presión a través de la opinión pública internacional.

Ya casi llegando al asunto del fortalecimiento interno, vale dedicarle un párrafo a la voluntad de llegar a acuerdos, con la suficiente fortaleza y madurez política para defender los intereses del país de forma constructiva. Sobre este tema, existen, por lo menos, cuatro condiciones a tener en cuenta: aceptar que podemos negociar y hacer concesiones en áreas menos importantes para lograr un acuerdo en los temas centrales; ser capaces de buscar una solución intermedia que satisfaga parcialmente a ambas partes; considerar la posibilidad de ceder -sin debilidad ni sumisión- en algún aspecto a cambio de obtener beneficios en otro y; explorar y crear opciones creativas que van más allá de las posiciones iniciales de las partes.

Finalmente, además de las herramientas de la diplomacia que deben manejar a fondo nuestros negociadores, es igualmente necesario fortalecer la posición del país en diferentes ámbitos y promover su imagen a nivel internacional. De eso se trata el fortalecimiento interno y tiene tres pilares que debemos robustecer para defender nuestra soberanía y proyectarnos con confianza en el mundo. Démosles una mirada.

Lo primero es la consolidación de la democracia y el estado de derecho, lo cual implica el desarrollo y fortalecimiento de instituciones sólidas e independientes; garantizar la participación activa y efectiva de la ciudadanía en la vida política; la protección de los derechos fundamentales de todas las personas, sin discriminación, y; la erradicación del clientelismo y la corrupción, que debilita las instituciones, socava la confianza en el Estado y afecta negativamente el desarrollo económico y social.

Es igualmente importante avanzar en el desarrollo económico y social, justo y sostenible, generando recursos para invertir en educación, salud, infraestructura, mientras reducimos la desigualdad, promovemos la inclusión y fortalecemos el tejido social.

Finalmente, la unidad nacional, es crucial para la defensa de la soberanía de nuestro país. En ese sentido deberemos: fomentar espacios de diálogo donde las diferentes voces y perspectivas sean escuchadas y respetadas; aceptar y respetar las diferencias, ya sean ideológicas, culturales, religiosas o de cualquier otra índole; reconocer y valorar la riqueza que aporta la diversidad cultural, étnica, lingüística y social, y; promover los elementos que unen a nuestra población, como la historia, los símbolos patrios, las tradiciones y los valores comunes.

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