La Ciudad de Saber conmemoró su vigésimo quinto aniversario de fundación con una siembra de banderas en el área de Clayton.
- 13/12/2017 01:05
Ya nada sorprende, La bitácora...
Ya en Panamá nada sorprende. Que se reciban diez millones de dólares para financiar un partido político en un país de cuatro millones de habitantes es una mera y sencilla donación. Con ese argumento el Gobierno nacional pretende cubrirse de la lluvia de mierda y ya casi no se distingue de las prácticas políticas de su adversario Cambio Democrático. Sorprende más que esos diez millones entraron de una empresa corrupta a nivel internacional y en contubernio con el partido oficialista estructuraron la entrega de fondos millonarios mediante intermediaciones corporativas, financieras y testaferrato.
Sorprende más que al partido oficialista declare que de esos fondos recibidos no mantiene registros, ya que las contribuciones fueron recibidas en especie.
Sorprende más que ese partido oficialista persistió en entregarle obras de infraestructura multimillonarias a la empresa que financió su campaña política.
Si nada de esto sorprende o asquea, entonces dejamos de ser un país serio en la comunidad de naciones y no extrañaría la mala percepción que generamos.
Aquí nadie parece entender: ¿Qué es el lavado de activos? ¿Cómo el partido oficialista utilizó estructuras corporativas, financieras e intermedias para recibir los dineros aportados por una constructora con multimillonarios contratos con la Nación? Si esto no es definición de lavado de activos, entonces vivimos en un país de ignorancia supina. Resulta peor que dentro del marco de su propia ingenuidad son los mismos personeros del Gobierno quienes han manifestado sus explicaciones delictivas. ‘No es coima es donación'. ‘Los fondos se recibieron a través de sociedades intermediarias, pues el donante, por ser multinacional, no podía donar directamente'. ‘Eso lo hace todo el mundo'. ‘Es práctica usual'. ‘Los fondos no entraron en la contabilidad del partido político'. ‘No llevamos registros porque fueron donaciones en especie'. Cada declaración es confesión sobre confesión basada en una total ausencia de elementos de discernimiento, necesarios para diferenciar lo legal de lo ilegal, la conducta transparente frente la opacidad de las transacciones realizadas.
El partido oficialista todavía no ha justificado la financiación de su campaña política y no han salido a relucir las ‘donaciones' recibidas a través de fundaciones privadas bajo el mismo esquema. Todavía hay mucha harina en ese costal. Pero nada sorprende. El Gobierno ha perdido una oportunidad de corregir conductas, cambiar las reglas, adecentar el país. No hay interés. Y si a ello le sumamos la defensa de las conductas electorales delictivas, no hay nada más por esperar. Son otros cinco años perdidos en materia de transparencia e integridad política. Quienes llegaron a cambiar las cosas, están tan embarrados como sus antecesores.
ABOGADO