• 23/09/2016 02:02

Los asesinos de ‘USA'

‘Se cuentan por centenares las víctimas de esos crímenes, la mayoría de ellos ejecutados por individuos de origen anglosajón o europeo'

El señor Donald Trump, candidato a la presidencia de los Estados Unidos de América para las elecciones de noviembre de 2016, ha convertido en base fundamental de su campaña electoral su repudio a la inmigración a su país de personas de origen latinoamericano, en particular las que allí llegan procedentes de Centro América y México, a las cuales imputa conductas criminales que, a su juicio, ponen en peligro la seguridad del pueblo estadounidense, comprometiéndose el candidato a expulsarlos de la tierra del Tío Sam una vez que gane la Presidencia, si allá llega.

Sin embargo, retrocediendo un poco en la historia veremos que quien mató a Lincoln fue un blanco sureño y europeo era quien asesinó al presidente Mckinley, al igual que quien quitó la vida al presidente Kennedy, el que segó la existencia de Martin Luther King y el que trató de matar al presidente Reagan.

De un país norteafricano o del Medio Oriente salió el asesino de Bobby Kennedy.

Todos esos fueron repugnantes crímenes con un matiz político, ejecutados por personas con alguna obsesión enfermiza que los llevó a atentar contra la vida de grandes personalidades de la política y del conglomerado social de los Estados Unidos.

Más recientemente, sin ir más allá de los últimos 50 años, vemos un historial de asesinatos en masa de seres humanos de todas las razas, edades y condiciones sociales, absolutamente inocentes de cualquier conducta que pudiese servir de excusa enfermiza para quienes han llevado a cabo esos repugnantes hechos de sangre.

Se cuentan por centenares las víctimas de esos crímenes, la mayoría de ellos ejecutados por individuos de origen anglosajón o europeo.

Más recientemente el fanatismo de individuos y grupos salidos del mundo islámico, llenos de resentimientos, algunos históricos, contra el mundo occidental y sus valores culturales en general, que incluyen religión, costumbres, actividades económicas o políticas, etc., vienen aterrorizando al mundo entero, particularmente desde los aterradores y mortíferos atentados que destruyeron las Torres Gemelas de Nueva York, causando la muerte de miles de seres inocentes, víctimas de un odio realmente irracional, que a nada bueno conducirá, sino a más muerte y destrucción globalizadas.

Viendo todo lo antes expresado, la pregunta que corresponde formularle al Mr. Trump es: ¿Dígame señor cuántos latinoamericanos, inmigrantes ilegales o legales radicados dentro del territorio norteamericano han participado en alguno de los hechos repugnantes a los que me he referido brevemente por necesidad, pues si entro en detalles sería un cuento de nunca acabar?

¿Será que el señor Trump no lee los diarios de EUA o no ve la televisión o no es parte de ninguna red social?

Tal vez si lo hiciera vería que los desesperados inmigrantes ilegales que llegan a su rico y poderoso país no son los que ponen en peligro al pueblo norteño, a sus niños, adolescentes, jóvenes universitarios, amas de casa, padres de familia, profesionales, religiosos, blancos, negros, chocolates, amarillos, etc. Los que los matan y crean el peligro colectivo no salieron del sur del río Grande. Búsquelos entre su propia gente y con el color de su piel.

Cuando la verdad descubra o se quite la venta que él mismo se ha puesto en los ojos, el señor Trump deberá retractarse de sus acusaciones y buscar a los criminales que representan un serio peligro para la colectividad norteamericana dentro de otros estratos sociales, no entre los humildes inmigrantes del sur del río Grande, que lo que quieren es comer ellos, sus hijos, sus esposas y sus padres, sin odio alguno contra el gran pueblo de Washington, Jefferson, Adams Franklin, Lincoln y tantos otros que sentaron las bases de una democracia y de un Gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.

ABOGADO

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