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- 22/06/2023 00:00
Alonso Ramos, 'in memoriam': del lado correcto de la historia
Manrique Alonso Ramos ha partido tempranamente de esta efímera vida, dejando un gran legado como sociólogo, investigador, gestor cultural, docente y activista social. Alonso Ramos es el resultado de una generación de estudiantes universitarios que expresaban su descontento popular por los altos índices de desigualdad social que viven muchos panameños. Sus giras por las comarcas indígenas y percibir en carne propia la cruda realidad de miseria y exclusión social de un significativo grupo de la población panameña, marcaron su vida como sociólogo e investigador y profundizaron su rebeldía social contra la injusticia de un sistema que todo lo mercantiliza y deshumaniza.
Como estudioso de la dialéctica, sabía que todo cambia y que lo único eterno es el propio cambio, era consciente de que los problemas eran estructurales y no coyunturales; que el hambre y la miseria no pertenecen al orden natural de las cosas, sino que son el producto histórico de un sistema económico que privilegia la lógica del capital sobre la vida humana. De ahí su ardua militancia en contra del extractivismo y la explotación desmesurada de los recursos naturales que perjudican el medio ambiente y aumentan el calentamiento global. En una ocasión denunció que “El proyecto Cobre Panamá, como cualquier mina a cielo abierto, extrae, consume, derrocha y destruye el patrimonio natural vital para la vida como lo es el agua. Minera Panamá ha usado agua gratis y contaminado acuíferos con la complicidad de los Gobiernos de la última década”. Su compromiso en la defensa de la expoliación de los recursos naturales caracterizó su militancia en los movimientos sociales haciendo camino al andar.
Alonso, también fue un ferviente defensor de la niñez y la adolescencia, fue uno de los primeros en denunciar los maltratos físicos y emocionales de que eran objetos los menores recluidos en albergues fiscalizados por la Secretaría Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia (Senniaf). En una entrevista que le hiciera La Estrella de Panamá señalaba “la necesidad de despolitizar el Senniaf, invertir recursos para proteger a los menores y a las familias y de cambiar el modelo de tercerización de los albergues. En estos momentos la niñez está en un estado de excepción. Las instituciones de niñez y adolescencia del país son fallidas”. Por hacer estas denuncias, recibió amenazas contra su integridad física, a través de llamadas telefónicas anónimas, nos comentó más de una vez.
Alonso también estaba comprometido con la defensa de una educación pública, gratuita, obligatoria y de calidad en este país, de ahí que formara parte de la Asociación de Profesores de la República de Panamá (Asoprof) y junto a otros académicos conformamos un observatorio sobre la defensa de la educación pública: La Coalición Panameña por el Derecho a la Educación, articulación (Copade), que forma parte de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (Clade). Señaló siempre que la desigualdad social tiene una génesis en el sistema educativo que es excluyente y reproduce la desigualdad educativa: “La estructura del sistema educativo panameño es piramidal, es una estructura de segregación... señala que en el país hay entre 15 y 19 escuelas privadas de excelencia, dotadas de todos los recursos necesarios para el alumno, mientras que abajo tenemos un bolsón de escuelas públicas y privadas, cuya situación es de verdad crítica”. La inversión en educación es fundamental, es un derecho humano para aumentar el capital cultural. Su papel como gestor cultural permitió llegar a las juventudes, promoviendo el pensamiento crítico, reflexivo y valores sociales, como la solidaridad y la sensibilidad humana. Su defensa absoluta del ambiente, la niñez, la adolescencia, la educación y la cultura hicieron que el intelectual orgánico (Gramsci) Alonso Ramos haya estado del lado correcto de la historia.