• 03/12/2024 00:00

Abuso emocional, relaciones tóxicas y el derecho

Vivimos tiempos en que las mujeres sufren de violencia y agresiones físicas, son golpeadas en su cuerpo y estos dejan huellas visibles, conducta que es desaprobada, aunque en muchas ocasiones ignoramos la violencia psicológica y emocional contra las personas, que es sutil o difícil de percibir, y en otros casos, se ve como algo normal.

También nos hemos convencido de que este tipo de abuso ocurre en el lugar de trabajo o en la escuela, mediante acoso o mobbing laboral, o de bullying por parte de los compañeros de colegio, que se manifiesta con ofensas verbales, difusión de rumores, discriminación, entre otros, olvidándonos de que es un fenómeno que se da en todos los ámbitos, incluyendo en las relaciones de noviazgo, de pareja y en el hogar, y que sus víctimas pueden ser cualquier persona.

Se trata de un hecho que afecta las relaciones interpersonales de amigos, familiares y otros, que no pueden calificarse de relaciones sanas, en la que el abusador busca controlar a su víctima, aislarla y someterla, podría decirse que estamos ante relaciones tóxicas donde no hay respeto, confianza, consideración y libertad para actuar, entendiendo por aquella en la que “las personas no se apoyan mutuamente, en la que hay conflicto y uno intenta socavar al otro, en la que hay competencia, en la que hay falta de respeto y cohesión” (Mazzucato, 2022).

Así pues, en las relaciones de pareja, el abusador o abusadora afecta la autoestima de su pareja, humillándola, criticandola, la confunde o influye sobre ella, no pudiendo tomar decisiones propias, en su afán de tener control, de aislarla o someterla, y estos “vampiros emocionales”, conducen a su víctima a un desgaste emocional, acompañado en ocasiones de un control económico de sus cuentas, de su teléfono, del correo electrónico o de sus amistades y familiares.

Por tanto, el abusador, sea hombre o mujer, es un manipulador de emociones, un chantajista, intolerante, autoritario, controlador, posesivo, y obsesivo, que puede aparentar en principio ser una persona encantadora, pero que es un sujeto cruel, insensible, que no se arrepiente de sus actos, es mentiroso, no tiene nada de empatía, y lo hace sutilmente, acompañado de expresiones de amor (Corbin, 2016), y su víctima no es más que un objeto manejado a su antojo, en la que se pisotea su dignidad humana.

Dentro de los tipos de abuso emocional y psicológico, tenemos el gaslighting (luz de gas) manipulación que se ejerce sobre la persona para que tenga una percepción distinta de la realidad, para que la persona dude de la razón y de su juicio, y se maneja con frases como “tú no lo sabías, yo te lo dije”, “son imaginaciones tuyas”.

Y también la ley de hielo (stonewall) que se da en todas las esferas, pero muy a menudo en las relaciones de pareja, que es una forma de manipulación, una violencia pasivo-agresiva, una táctica dañina, abrupta, que castiga a la otra persona dejando de hablarle, ignorándola para que se sienta culpable, ya sea en medio de una disputa o en cualquier otra situación.

No faltan tampoco el acoso, ciberacoso o ciberacecho, en la que, en ocasiones, terminada la relación de pareja, el abusador no acepta la ruptura e insiste llamándole por teléfono, le envía correos, le lleva regalos, la visita, la acecha, provocándole ansiedad e inestabilidad emocional.

Por supuesto que existe castigo para el abuso emocional o psicológico en nuestro país, en los delitos de violencia doméstica y violencia psicológica contra la mujer, y es un hecho cierto que se le da mayor credibilidad a la mujer cuando son denunciados, conduciendo en la mayoría de las situaciones a una condena segura para el abusador del sexo masculino, siendo imprescindible que se asegure la justicia sobre la validez de la versión de la víctima.

De no cumplirse con este último parámetro, puede suceder, como así ha ocurrido en otros países y en Panamá, que se den condenas injustas por denuncias falsas de violencia psicológica contra la mujer, dado que puede suceder que algunas mujeres se provoquen autolesiones físicas, simulen afectaciones emocionales y psicológicas por despecho, en casos de divorcio por disputas de guarda y custodia de los hijos, y a los hombres se les condene por ser hombres.

Finalmente, aquí les dejo algunas frases que pueden servir de señal para conocer del abuso emocional, como, por ejemplo, “te prometo que voy a cambiar si me das otra oportunidad,” yo te amo”, “me preocupo por ti”, “sabes que hago esto porque te amo”, “te estuve llamando y no me contestaste”, “con quién hablas” “No te preocupes”, “tú de eso no sabes nada”, “no sé de qué hablas”, “es por tu bien”, “es culpa tuya”.

Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones