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- 09/05/2023 00:00
El 78º Aniversario de la Gran Victoria
El día 9 de mayo tiene un mayor significado para cada persona que vive en Rusia y en el espacio postsoviético. Esto es el Día de la Victoria, una fiesta muy emotiva con lágrimas en los ojos que nos trajo la paz y la vida. Los valientes soldados del Ejército Rojo lograron frenar el genocidio más grande en la historia y esto no es una exageración. Durante la Segunda Guerra Mundial, que en Rusia llamamos la Gran Guerra Patria, la URSS perdió 27 millones de sus ciudadanos, entre ellos más de 10 millones de soldados fallecieron luchando por la libertad e independencia de nuestro país.
Los nazis tenían planes para programar la exterminación de la población soviética (especialmente de los judíos y pueblos eslavos) con el objetivo de conquistar el así llamado “espacio vital” y construir un imperio eterno como deseaba Adolf Hitler. Y los verdugos nazis abordaron la tarea con el cálculo frío. En este sentido, dos Ministerios del Tercer Reich, de economía y de agricultura, elaboraron los proyectos infames: el Plan Hambre que como objetivo tenía matar de hambre a por lo menos 20 millones de personas en el territorio de la URSS, y otro el Plan General del Este, que preveía el desplazamiento forzado de la población de la parte europea de la Unión Soviética a unas zonas deshabitadas de Siberia Oriental y la colonización de los territorios restantes.
Dado que los nazis habían proclamado abiertamente sus objetivos de exterminación completa de los «subhumanos» para colonizar nuevos territorios (igual a lo que habían intentado hacer los ingleses y los estadounidenses con los indígenas en América del Norte), los rusos y otros pueblos de la Unión Soviética lucharon valientemente contra los invasores y les arrojaron hacia Berlín. Y el 9 de mayo de 1945 fue firmada el Acta de Rendición Incondicional de Alemania Nazi que puso fin a la Gran Guerra Patria.
Sin embargo, existe una tendencia de disminuir el significado de la contribución soviética a la victoria. Los historiadores occidentales se centran en la participación de los Estados Unidos y el Reino Unido en el conflicto, nombrando la operación de Normandía o el Día D como el punto crucial que decidió el resultado de la guerra como si no hubieran sido las Batallas de Moscú o Stalingrado. Por supuesto, la contribución de cada país Aliado era importante para derrotar a las potencias del Eje. Las operaciones en el Norte de África, Italia y Francia, suministros de equipos y materiales a través del programa Lend-Lease y la actividad de movimientos de resistencia en los territorios ocupados jugaron un papel crucial en el conflicto, pero debemos recordar que durante la guerra el ejército alemán sufrió casi un 70 % de todas sus bajas en el frente oriental y el Ejército Rojo logró tomar la capital del Reich. En este sentido, cabe señalar que este año fue conmemorado el 80 aniversario de la Batalla de Stalingrado que podemos llamar el verdadero punto de inflexión de la guerra que marcó el inicio de la contraofensiva del Ejército Rojo que desde aquel momento nunca perdió la iniciativa en este conflicto.
También existe otra tendencia peligrosa de la así llamada “desmitificación” del heroísmo soviético. Muchos propagandistas (no puedo llamarles historiadores) llegan hasta el punto de cuestionar la veracidad de los innumerables actos de resistencia heroica que no solo se han convertido en los símbolos de nuestra Gran Victoria, sino también fueron validados reiteradamente por pruebas históricas fidedignas. Por ejemplo, algunos dicen que la hazaña de los soldados la división de de Panfilov nunca ocurrió, que la famosa guerrillera Zoya Cosmodemiánskaya era nada más que una pirómana, que la URSS perdió la Batalla grandiosa de tanques de Prokhorovka, etc. Estas narrativas son peligrosas no solo porque son falsos sino porque sirven de base para crear otros mitos antisoviéticos y rusofóbicos que contribuyen al resurgimiento del nazismo. Por ejemplo, cada año en Ucrania y los países bálticos se realizan desfiles en los que se glorifican a los veteranos de la SS que se consideran como héroes de la liberación nacional contra la llamada ”ocupación soviética” (a pesar del hecho de que estos veteranos servían a los verdaderos ocupantes). En estos países honran a Bandera, Shujevych, Cukurs y otros infames colaboracionistas nazis cuyos seguidores participaron en tales eventos atroces como la matanza de los judíos en Babiy Yar, la destrucción por el fuego del pueblo Khatyn junto con sus habitantes, limpiezas étnicas, creación de Guetos en Riga y Vilna y otros crímenes de lesa humanidad. Quisiera subrayar que estos delitos fueron condenados por el Tribunal de Núremberg, cuyas decisiones no pueden ser un objeto de apelación. Por lo tanto, las autoridades de dichos países eligieron a los criminales de guerra como sus héroes nacionales oficialmente reconocidos. En muchos casos políticos y propagandistas pretenden reescribir las biografías de colaboracionistas nazis tratando de justificar sus crímenes ante los ojos del público por conveniencia politica. Y así nació la leyenda de Stepan Bandera; jefe de la Organización de nacionalistas ucranianos (OUN-UPA) quien según el actual régimen de Kiev era un luchador por la libertad de su pueblo. Sin embargo, esta lucha no le impedía a él y a sus fautores servir en las fuerzas especiales de Alemania hitleriana, ni participar en innúmerables masacres de sus compatriotas ucranianos y los polacos.
En la actualidad, los neonazis ucranianos de así llamados batallones voluntarios vuelven a seguir el camino de sus antecesores de la OUN-UPA, implementando la misma táctica de terror y represiones contra la población civil, especialmente rusoparlante. Estas medidas incluyen torturas de activistas de oposición, periodistas independientes, ciudadanos de las Repúblicas populares de Donetsk y Lugansk y otros nuevos territorios de nuestro país. Dichas unidades de voluntarios forman parte del Servicio de Guardia Nacional de Ucrania que no les impide usar símbolos del Tercer Reich. Por ejemplo, el Batallón Azov tiene casi el mismo emblema que la 2ª División de SS “Das Reich” que es muy conocida por sus crímenes de guerra. El ejército ucraniano oficialmente usa lemas del criminal de guerra Stepan Bandera. Hay evidencias de innumerables actos brutales de militares ucranianos contra la población civil en la zona de la operación militar especial. Desde el año 2014 no paran bombardeos de infraestructura civil en Donbás, a pesar de todos los acuerdos y convenciones. En febrero del año pasado el Presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, describió esta situación en las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk como un verdadero genocidio, por lo que el inicio de la operación militar especial fue nada más que un intento de frenar esta ola de atrocidades masivas contra la población rusoparlante de Ucrania (en este caso Rusia actuaba estrictamente de conformidad con el Articulo 51 de la Carta de las Naciones Unidas).
Ahora bien, podemos ver que Washington y la Unión Europea expresaron su apoyo definitivo al régimen de Kiev y están suministrando armas que Ucrania usa no solo contra el ejército ruso sino también contra la población civil de Donbás, Crimea, Zaporozhie, Belgorod y otras regiones de nuestro país y de su propio. Los Estados occidentales siguen haciendo caso omiso de los crímenes que cometen los soldados ucranianos. Hay muchas evidencias de asesinatos y torturas de prisioneros de guerra rusos, uso de armas no convencionales (incluidas las químicas y minas antipersonal prohibidas que han mutilado y discapacitado a miles de civiles en Donetsk y Lugansk, incluido niños). Se trata de una política inhumana que cuenta con el apoyo descarado y directo del Occidente.
Sin embargo, debemos recordar los tiempos cuando el Mundo fue unido en su esfuerzo de evitar la repetición de una catástrofe global, cuando los representantes de 50 países durante la Conferencia de San Francisco firmaron en 1945 la Carta de la ONU, creando la única organización internacional universal. Rusia siempre defiende los principios de la Carta. La única vía para construir un mundo justo y próspero es llegar gradualmente al sistema multipolar basado en el derecho internacional y respeto mutuo de todos los actores en la palestra internacional.
¡Feliz Día de la Victoria!