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- 09/04/2021 10:57
Agotamiento del modelo económico y la constituyente
Dice Guillermo Chapman Jr. en su estudio ‘HACIA UNA NUEVA VISIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL DE PANAMÁ’ que “Para derivar lecciones que puedan ser aplicables a la recuperación de las actividades, luego del shock que ha experimentado la economía nacional por razón del Covid-19, es útil examinar cómo fue el desempeño a partir del año 1990. A la economía panameña le tomó cinco años alcanzar el nivel de producción del año 1986, cuando se registró el nivel más alto de la década”. También señala el economista Chapman en su ‘reflexión’ que “Nuestra historia nos enseña que la corrupción que ha imperado a través de los siglos en el istmo panameño, y cuya intensidad se ha agravado en décadas recientes, tiene su origen en la colonia”, es decir, según el autor en comento, la génesis de la corrupción que aqueja al modelo económico actual se debe buscar en la encomienda colonial. Como también en el cohecho del periodo de la dictadura militar (1968-1989); a la vez que exime de responsabilidad en la vagabundería – o, al menos, no lo menciona- al período del “ancien regime” liberal oligárquico, como también a fracciones de la clase hegemónica actual, la burguesía financiera neoliberal y a su expresión política, la plutocracia clientelista y corrupta.
Es decir, en el peor año (1988) de la “década perdida” la economía panameña cayó en -13.4% del PIB y le tomó cinco años para su recuperación; mientras que en la actual crisis de la pandemia, el PIB ha descendido en -18% y el desempleo alcanza el 25% o medio millón de la población económicamente activa y sin contar con las posibilidades financieras favorables que prevalecieron en la década de los noventa del siglo pasado; lo cual me permite adelantar que tendremos no menos de diez (10) años de penurias social y económica, antes de recuperar el crecimiento económico y, sobre todo, los niveles de empleo del 2019.
Agrega Chapman que “Panamá pretende ser una economía de mercado o capitalista, pero se trata de un capitalismo distorsionado, patrimonialista, de distribución de concesiones”… de una “economía de ‘amiguetes’…de burocracia y tramitología excesivas, “carente de políticas públicas…falta de instituciones efectivas para controlar las prácticas monopolistas u oligopolísticas” y remata, “Todo lo anterior permite concluir que, en esencia, el Estado panameño es obeso, débil y carente de las aptitudes para cumplir con eficacia las funciones que le corresponde desempeñar, en vez de ser magro, fuerte y capaz. De no reformarse integralmente, corre el peligro de terminar siendo un Estado fallido”.
Aunque Chapman reconoce que el modelo político y económico está agotado y demanda un cambio, habla de “reforma”, es decir, considera que la “clase política” que el cuestiona acremente -los órganos ejecutivo legislativo y judicial- está en condiciones de remediar los males que ella misma ha ocasionado. Cabe recordar al autor y a la población en general, que siendo la política “el arte de lo posible”, resulta prácticamente imposible o poco probable, que los actores de la plutocracia tengan el desprendimiento y voluntad política de sustituir un modelo que les ha permitido, al menos en los últimos 30 años, acrecentar sus fortunas mediante el ejercicio truculento, abusivo y deshonesto del poder.
De manera que se equivoca de plano el señor Chapman y quienes comparten su “visión”, que para “parecernos” a Nueva Zelanda, Finlandia, Irlanda o Uruguay, bastan medidas reformistas o coyunturales que adopte el propio gobierno que se fundamenta en el modelo económico y político, objeto de sus críticas. Como tampoco es posible que con las modificaciones limitadas o remiendos a la Constitución Política de 1972 reformada en 1978, 1983, 1994 y 2004; se pueda dar el salto hacia una economía social de mercado y la edificación de un Estado Democrático Social de Derecho. Ello solo es posible con un cambio total y absoluto del modelo neoliberal corrupto, mediante la consulta popular a través de un referéndum para que sean los ciudadanos quienes libre y democráticamente decidan si quieren o no, que se llame a una Asamblea Nacional Constituyente, para raer la podredumbre del modelo económico “patrimonialista” y político clientelista de la plutocracia.. ¡Así de sencilla es la cosa!