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La palestra nuevamente se encuentra con el dilema del PIVM, pero no con mucha diferencia a las anteriores. Eso en verdad no me sorprende, porque parece ser una conducta muy propia del ser humano, el de esperar a que el problema se presente para buscarle una solución.
A nivel mundial se tuvo que esperar a que la capa de ozono en la Antártida comenzara a desaparecer para que se realizara el Protocolo de Montreal en 1987, una de las reuniones internacionales más representativas, emotivas y sinceras para resolver un problema de interés común. Localmente, los acontecimientos del 9 de enero del 64 fueron los que finalmente “descubrieron” que el problema de nuestro Canal ameritaba de una solución negociada. Es por ello que dudo que el problema del PIVM lo resolvamos antes de que lo tengamos encima.
Veamos primero algunos hechos que nadie podrá negar. En los años 60 había 28 individuos cotizando por cada jubilado en el llamado “sistema solidario”, mientras que hoy sólo hay 1.5 cotizantes. Igualmente, la expectativa de vida del jubilado en los 60 era de 10 años, mientras que hoy día está sobre los 20 años. La consecuencia de ello es que el PIVM es y se mantendrá insostenible si la cantidad de cotizantes o sus primas no aumentan.
“Más vale estar asegurado y no necesitarlo, que necesitarlo y no estar asegurado” es una premisa muy difundida y válida, porque a nadie le importa pagar un seguro por enfermedad si tiene la suerte de nunca enfermarse. Pero quien paga una prima por su jubilación es porque desea hacer uso de ella. La única forma de no necesitarla sería por estar muerto, y claramente no es una ventaja.
El llamado sistema solidario se presenta como el aporte de una generación para la “anterior”, ya jubilada, lo cual no puedo dejar de visualizar como “retrógrado”. Cualquier aporte que hace un ciudadano a la CSS debe ser para el futuro, no para una generación anterior. Es por ello que comparto aquellas opiniones en el sentido de que los fondos y bienes de la CSS deben ser utilizados para generar los ingresos que le garanticen al asegurado una jubilación digna.
Por lo descrito en el párrafo anterior, discrepo con aquella propuesta de quienes alegan que se debe procurar la incorporación a la CSS de los trabajadores informales, con la intención de que con sus cuotas se contribuya a reducir el déficit de la CSS. Es una idea que en el pasado se aplicó, cuando se obligó a las amas de casa a incluir a sus trabajadoras domésticas en la CSS. Esos nuevos cotizantes no sólo cotizaron, que no creo fue mucho, sino que también requirieron de servicios médicos, que tampoco creo fueron pocos. Asociémoslo a la siguiente analogía: si una empresa tiene problemas para pagar los salarios a sus empleados, sería absurdo que contrate más empleados para aumentar sus ventas para pagar esos salarios, pero con las mismas deficiencias; porque tampoco podría pagar los salarios de los nuevos empleados.
Considero igualmente incorrecto e injusto tomar fondos estatales, mucho menos de la ACP, para subsidiar al PIVM, como muchos han propuesto. ¿Cómo explicar a aquel ciudadano que no hace uso de los servicios de la CSS que utilizaremos “su dinero” para esa institución? Sin embargo, dada la precaria situación en que se encuentra el PIVM, me siento obligado a admitir que el programa deberá ser subsidiado por el Estado, porque cualquier medida correctiva a efectuarse no podría generar los recursos necesarios para solventar las necesidades inmediatas del Programa. No obstante, estimo que dicho subsidio debe ser prorrateado de tal forma que para el 2045 se reduzca a cero.
Ni hablar de las posiciones mal intencionadas de muchos sectores. Por ejemplo, se ha querido insinuar que el problema del PIVM es ocasionado por la morosidad de los empresarios, por los millones de dólares que adeudan. Lo que pocos saben es que si esos 350 millones adeudados se pagasen pronto, sólo alcanzaría para pagar unos meses del déficit esperado en el PIVM para el próximo año.
Entiendo que ningún asegurado desea la imposición de un aumento a sus cuotas, pero estimo que también debe evaluarse si la CSS está o no brindando demasiado servicios (malos por supuesto) en comparación a las cuotas que ofrece el asegurado. Ya es hora de que abordemos el problema en todas sus dimensiones.
Curiosamente, no he visto iniciativas para reducir los “gastos de representación” de muchos altos ejecutivos, los cuales son una clara evasión de impuestos. Me pregunto cuántos millones recibiría la CSS si dichos gastos se limitaran al 10 % del salario.
Adicionalmente, no he visto ninguna propuesta que le haga justicia a la clase profesional, entre los cuales se encuentra este servidor, quienes en muchas ocasiones no pueden acogerse a la jubilación, debido a que su salario se reduciría a menos del 50 %. Ya se nos hizo justicia con aquel XIII mes truncado que recibíamos y espero que algo similar se haga con relación a la jubilación. La clase media profesional es la que más impuestos paga a la CSS, pero al necesitar de sus servicios, recurrimos a una clínica privada. Se me hace muy difícil pensar en el PIVM en una forma aislada, porque no tiene sentido programar una jubilación si no se tienen los cuidados adecuados que nos permita llegar a jubilarnos.
*El autor es docente universitario