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- 18/02/2015 01:01
El 21 de enero: entre el recuerdo y el olvido
El 15 de septiembre de 1906, el periódico El Mercurio publicó una nota sobre las obras materiales del Concejo de Panamá, destacando la obtención en los archivos españoles de la documentación relativa a la ‘fundación’ de la ciudad de Panamá, el 21 de enero de 1673, por Antonio Fernández de Córdoba, ‘efeméride ignorada’, se lamentaba esa publicación. A pesar de este último comentario, el 21 de enero, se convirtió en una fecha clave del pasado que debía ser conmemorada. Un documento que reposa en el Archivo Municipal de Panamá, del 18 de enero de 1906, se refirió a una convocatoria a los concejales para discutir un proyecto que aprobó la conmemoración de la histórica fecha. No es la intención de este escrito referirse al ‘traslado’ de la ciudad de Panamá en 1673, sino cómo esa fecha fue exaltada y seleccionada del pasado en la conformación de la memoria histórica de Panamá, a partir de 1903.
El 21 de enero constituye una reserva de los recuerdos que los panameños debían compartir como parte de su pasado común. Su reinterpretación a inicios del siglo XX corresponde con el complejo e incierto proceso de construcción nacional de Panamá. La selección de ese recuerdo, el ‘traslado’ de la ciudad de Panamá, estuvo íntimamente relacionado con una visión de nación que compartió la élite político cultural panameña: el hispanoamericanismo. Este debe concebirse como ‘herencia cultural de los españoles’ y la ‘creación de una identidad común’ y tuvo su apogeo en Hispanoamérica posterior a la Guerra de 1898. La recepción del hispanoamericanismo en Panamá contribuyó a la creación de la historia nacional, y su difusión se hizo a través de una pedagogía cívica bien estructurada que contempló conmemoraciones, monumentos y la aprobación de una serie de leyes que convirtieron sitios coloniales en ‘lugares de memoria’, como el Fuerte de San Lorenzo, en 1908.
La promoción de esa raíz histórica, el 21 de enero, puede leerse desde una doble perspectiva: se enmarcó en una coyuntura política complicada por la decidida influencia estadounidense sobre los Gobiernos panameños a inicios de la República, y un recuerdo que se reinterpretó como un hecho exitoso del pasado nacional y que al mismo tiempo intenta prefigurar el futuro de la nación. Al respecto, un editorial del Diario de Panamá (21/1/1915) expresó ‘y si entonces Panamá tuvo una alta representación en el Nuevo Mundo, esa importancia la ha sabido conservar hasta hoy, celosa de su hegemonía y de su abolengo. A medida que el tiempo corre se entreabren para Panamá perspectivas más halagadoras’. Esa fecha clave, digna de conmemorarse, sintetizaba el pasado compartido entre los panameños y un destino aún por culminar: Panamá como centro del comercio mundial.
En 1910, un Decreto Ejecutivo autorizó el cierre de las oficinas públicas en la ciudad de Panamá por los actos conmemorativos del 21 de enero. La Estrella de Panamá (21/1/1911) publicó una invitación a un concierto a cargo de la Sociedad de Conciertos y los alumnos del Conservatorio Nacional de Música y Declamación, en homenaje al 238 aniversario de ‘fundación’ de la nueva Ciudad de Panamá. En el Archivo Municipal de Panamá pueden leerse los programas de los años 1911 y 1913, respectivamente. Estos contemplaron la iluminación del Palacio Municipal, paseo de antorchas, dianas, conciertos, regata de botes y almuerzo al asilo Bolívar y Malambo. Esa conmemoración tuvo la intención de inculcar en la población el pasado glorioso de la nación.
El 13 de mayo de 1953, el Concejo de Panamá aprobó el Acuerdo No. 59 que reconoció como fecha oficial de Fundación de la Ciudad de Panamá, el 15 de agosto de 1519, y no el 21 de enero de 1673. Medida esta que generó un inestimable debate entre intelectuales panameños. Estos basaron sus argumentos en el Acta de Fundación de 1673. Baltasar Isaza Calderón fundamentó sus opiniones apelando a dicha Acta, ‘el Escribano del Rey don Juan de Aranda Grimaldo se encarga de certificar cómo el 21 de enero de 1673, estando en el sitio del Ancón donde se funda la nueva ciudad de Panamá, esta hace su aparición en el escenario de Tierra Firme con todo el ceremonial de rigor, cumplidos sí esta vez, de manera fehaciente, los trámites protocolarios que caracterizaban estos actos a la usanza colonial’. Según Isaza Calderón el Acta de 1673 consistió en una prueba irrefutable sobre la fecha legítima de fundación de la Ciudad de Panamá. En la prensa de la época, El Panamá América (10/5/1953) y La Estrella de Panamá (31/7/1969) pueden leerse esos alegatos.
En 1973, al cumplirse los 300 años del traslado de la ciudad de Panamá, la fecha no pasó inadvertida. La Estrella de Panamá (21/1/1973) publicó el programa cívico que contempló una Sesión Solemne del Consejo Municipal, como oradora oficial Reina Torres de Araúz, entrega de folletos y planos de la ciudad, exposiciones artísticas y musicales. La publicación subrayó la importancia de la ciudad de Panamá como escenario de los esfuerzos diplomáticos por lograr la soberanía nacional. Aunque la fecha, el 21 de enero de 1673, al parecer, ha quedado en el olvido, esta conformó el calendario cívico de Panamá a inicios del siglo XX. A tan solo cuatro años del quinto centenario de Fundación de Panamá La Vieja, serán retomados los debates sobre la antigua y nueva ciudad de Panamá. Esta que aún intenta cumplir con su destino: ruta mundial del comercio, pero con complejos temas sociales y de planificación que atender.
En un lúcido ensayo sobre el traslado de la nueva ciudad de Panamá en 1673, la historiadora María Mena García, finalizó con una cita del jesuita Bernardo Recio quien, en 1773, relató ‘sin duda fue en lo antiguo el más célebre emporio de las Américas, garganta de las riquezas de España, llave la más segura de sus provincias y joya la más estimable de su corona’.
HISTORIADOR