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- 20/10/2014 02:01
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Cuando se inicia el proceso de descomposición, la piel suele deshilacharse, pero no embolatarse con tierra, afirma un antropólogo forense consultado por La Estrella de Panamá que prefirió mantener su nombre en reserva.
A criterio del científico, el estado de conservación de las evidencias puede ser una señal de que estas se mantuvieron en un lugar frío, a la sombra y húmedo.
Según el antropólogo, la forma tomada por el tejido de piel no parece ser parte del proceso natural de descomposición. La forma redondeada, dice, pudo haberse adquirido al permanecer en una bolsa, depósito oculto o en una especie de contenedor. El trozo de piel parece haber sido manipulado, indica. ‘Parece que hubiera estado guardado en un medio colmatado. Sepultada en la tierra, la descomposición de tejidos blandos debió haber sido más rápida. El hueso aguanta, pero nuestro clima tropical acelera la descomposición’, agrega.
Con respecto a las manchas negras que se aprecian en una quinta parte del pedazo de piel, el científico explica que puede ser producto de colonias de hongos o bacterias que se posan sobre la piel. Los orificios, explica, pudieron ser hechos por depredadores no estacionarios o, tal vez, microorganismos, especifica.
La presencia de larvas es importante porque ayuda a determinar el intervalo post mórtem, desde que ocurrió la muerte hasta que se encontró el cadáver.
Desde este hallazgo, el 29 de agosto, no han aparecido o recolectado nuevas evidencias.