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- 29/08/2024 00:00
- 28/08/2024 18:28
Este año tuve la oportunidad de visitar Lima, la ciudad que soñaba conocer desde hace tiempo y una de las capitales más gastronómicas de la región. En el artículo de la edición anterior narré mi experiencia probando un poco de su enorme oferta gastronómica y recomendé cinco restaurantes que, en mi opinión, deberías probar en tu próximo viaje.
Pero además de Lima, también conocí el departamento de Ica, ubicado al sur del Perú. El trayecto dura casi cuatro horas en auto bordeando la costa del Pacífico, hasta llegar a lo que se considera la cuna del Pisco, el destilado nacional que enorgullece a los peruanos.
En Ica el paisaje cambia, el terreno es árido y la brisa es caliente, por algo le llaman “El Valle del Sol”. Me hospedé en el hotel Villas Queirolo, de la misma familia que fabrica Pisco desde hace más de 100 años en el Perú. Allí pasé las siguientes veinticuatro horas, rodeada de montañas y viñedos, comiendo ceviche y viendo de cerca cómo se elabora el Pisco.
La marca Santiago Queirolo es pionera en la fabricación de este destilado que constituye la base del clásico coctel Pisco Sour. El Pisco proviene de la uva pisquera que se cultiva en las viñas, el primer paso es obtener su jugo para luego fermentarlo a temperaturas controladas y terminar con una fase de destilación que genera el sabor indicado. Las variedades que se producen dependen de las uvas: hay Pisco puro, acholado y mosto verde.
Para entender todo el proceso es necesario comenzar el tour en los viñedos, solo hay que reservar un espacio para participar, luego pasar a las bodegas y finalizar con una degustación de Pisco en la sala de catas, donde además venden los vinos que se producen igualmente en la zona, bajo la marca Intipalka que en lengua quechua significa “Valle del Sol”.
Si te gusta más el vino hay otro tour que explica el proceso de producción y cierra con una copa de espumoso en el mirador, para apreciar el atardecer. La línea de vinos Intipalka abarca espumosos, tintos, blancos y rosados.
Viñas Queirolo conserva una arquitectura republicana, el complejo tiene 90 habitaciones con vista a los viñedos, restaurantes, piscina, gimnasio y hasta dos museos en su interior: uno de autos antiguos y otro de monturas y accesorios de caballos de paso.
Lo que más disfrute además de conocer el proceso de fabricación del Pisco fue subirme a una bicicleta, después de mucho tiempo sin hacerlo, y dar una vuelta por los viñedos bien temprano en la mañana antes de regresar a Lima. Compartir la mesa con Don Santiago Queirolo (3era generación) y escuchar la historia de su familia, de origen genovés, fue otro momento que recordaré. Comimos ceviche y brindamos con un Sauvignon Blanc.