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Energía nuclear, ¿polémica o alternativa económica?
- 31/10/2020 00:00
- 31/10/2020 00:00
La energía nuclear es considerada una de las fuentes energéticas más poderosas que el hombre ha podido conocer, y hoy es utilizada para la generación de electricidad por diversos países, causando siempre un gran debate, polémica y fascinación por quienes abogan a favor o en contra de ella.
Esta fuente ha sido incomprendida, pues su funcionamiento es complejo, pero al producir energía lo hace de forma limpia, contribuyendo a la reducción de gases de efecto invernadero y a desacelerar el cambio climático, sin embargo, causa miedo colectivo por los accidentes del pasado que nos recuerdan cómo este gran poder puede volverse contra nosotros.
Esta energía emana de reacciones que involucran el núcleo atómico y se presenta en dos modalidades llamadas fusión y fisión.
La primera implica “combinar o pegar” dos núcleos, convirtiéndolos en uno nuevo y más pesado. Estas reacciones son solo exotérmicas para núcleos livianos como hidrógeno, deuterio, helio y litio. Las estrellas y el sol utilizan este mecanismo de producción, sin embargo, la tecnología actual no ha permitido replicarlo en forma controlada.
En cambio, la segunda consiste en “partir” un núcleo en dos o más pedazos para formar entonces núcleos más pequeños. Estas reacciones solo son exotérmicas para unos cuantos núcleos pesados, como algunos isotopos de uranio y plutonio. Es el mecanismo de producción de los reactores nucleares y algunos explosivos atómicos.
Para la generación de electricidad se utilizan los reactores de fisión con isotopos de uranio conocidos como U-235.
Entre sus fortalezas se puede destacar que es una energía limpia y económica.
También permite producir grandes cantidades de energía con una sola central debido a su poder y su recurso más preciado que es el uranio, casi inagotable gracias a sus reservas. Además, se caracteriza por su rendimiento constante durante cientos de días seguidos.
Como amenazas están los residuos o desechos radiactivos, los cuales son altamente peligrosos para la salud y el ambiente, además de que tardan miles de años en degradarse; es un problema no resuelto, al igual que la dificultad del desmantelamiento al cierre de estas plantas.
Por otra parte, también tiene como puntos en contra los accidentes letales que pueden suceder dentro de estas centrales por falta de seguridad, error humano o desastres naturales como terremotos, tsunamis y huracanes; también son consideradas como objetivos terroristas, lo cual aumenta su vulnerabilidad.
A pesar de lo prometedora que lucía en un inicio, su uso bélico en las bombas de Hiroshima y Nagasaki y los desastres ocurridos en Chernóbil en 1986 y Fukushima en 2011, han provocado que las personas relacionen estos sucesos y, por ende, mantengan una mala percepción sobre esta energía.
Tanto el accidente ocurrido en la antigua Unión Soviética donde se afectó un reactor en un estado totalitario con poca cultura de seguridad, como el de Japón donde los cuatro reactores estuvieron sin control por semanas, son ejemplos claros de que si bien es cierto que en esta industria los desastres han sido pocos, cuando suceden son realmente graves, con un costo social y económico elevado.
La Agencia Internacional de Energía Atómica reportó en 2020 que hay 455 reactores nucleares en 30 países alrededor del mundo en funcionamiento.
Teniendo estos 455 reactores una capacidad neta de (392,779 MWe), los cuales están operativos, y 54 reactores con (57.441 MWe) están en construcción.
En 2019, los mayores productores de electricidad nuclear fueron Estados Unidos y Francia. Además de China e India, que apuestan por la construcción de 18 reactores en total.
En Latinoamérica, el uso de esta fuente se registra en tres países: México, Brasil y Argentina, sin embargo, otros planean una eliminación total como Bélgica, Alemania, España y Suiza, mientras que Holanda, Suecia y Taiwán la excluirán de forma gradual.
Para junio de este año, el proyecto ITER (Reactor Termonuclear Experimental Internacional), una obra experimental con fines demostrativos, anunció que empezará su fase de ensamblaje.
Es el mayor reactor de fusión nuclear hasta la fecha, que ha iniciado su construcción al sur de Francia, con una inversión de 20,000 millones de euros.
Cuenta con la participación de 35 países, que esperan esté completo para 2025 y logre recrear las reacciones del sol con plasma, y producir energía eléctrica de forma rentable a través de su reactor 'Tokamak'.
Este proyecto ha sido fuertemente criticado por grupos ecologistas por su elevado costo y temor al material radiactivo.
Para el ingeniero Víctor Carlos Urrutia, exsecretario nacional de Energía, con 45 años de experiencia en este sector, la energía nuclear no es una buena opción para Panamá hacia futuro.
Considera que con el avance tecnológico de las energías renovables (solar, eólica, hidro, entre otras), podemos lograr un crecimiento sostenido a través de su implementación.
“En el futuro, si se desarrollan nuevas tecnologías de generación a base de energía nuclear, como por ejemplo reactores seguros y limpios o quizá fusión, habrá que ver si nos conviene”, explicó.
“Afortunadamente la legislación actual indica que, para implementar una planta de generación eléctrica a base de energía nuclear, tiene que ser autorizada mediante ley de la República, lo que dará oportunidad de tener un amplio diálogo antes de adoptarla”, afirmó.
Pese a todos los sucesos, algunos Estados no desestiman el uso de la energía nuclear, inclusive gestionan un análisis energético, financiero y ambiental, para comprender a profundidad sus contribuciones al desarrollo socioeconómico, la protección del clima y la seguridad en el suministro de energía.
A nivel económico resulta muy competitiva en la generación de electricidad, ya que presenta un bajo costo de combustible en comparación con las plantas que queman carbón, petróleo y gas, sin embargo, los costos de construcción de estas centrales nucleares son mayores por la necesidad del diseño y materiales especiales, sistemas de seguridad y equipos de control de respaldo, además del rechazo social y político, frenando a los inversionistas.
Panamá no tiene experiencia en el uso de esta energía y tampoco hay planes de considerarla.
La autora es abogada y presidenta de la Comisión de Derecho Energético y Sustentabilidad de la Asociación Nacional de Juristas de Panamá.