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- 15/05/2020 00:00
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Luis Ricardo 'Manotas' Mejía Cajar atraviesa por el mejor momento de su carrera consolidado como el guardameta titular del prestigioso Club Nacional, actual campeón del último torneo uruguayo e histórico ganador de tres copas Libertadores y tres copas Intercontinental (1971,1980 y 1988). Una institución que además del reconocimiento que le expresan “al jugador panameño, lo hacen sentir especial, uno de los suyos, por lo que aportó principalmente Julio Dely Valdés, como su hermano Jorge y José Luis Garcés”, apunta.
Consciente de que en la selección panameña tiene igualmente en mano la llave principal de la portería, se empeña para que este imprevisible frenazo de la actividad futbolística mundial, le afecte lo menos posible su actualidad y las aspiraciones aún por alcanzar.
Añorando su familia, particularmente a Francesco, su hijo de seis años, como al estrecho círculo de amigos del barrio Concepción en Juan Díaz, desde Montevideo responde nuestros interrogantes con un perceptible acento charrúa que arrastran a veces sus palabras.
Bien, gracias a Dios. Nos venimos manejando por Zoom, manteniendo los entrenamientos en casa y siguiendo las órdenes del club. Se estima que los entrenamientos grupales puedan iniciar a mediados de junio o principios de julio, para que el campeonato arranque en agosto.
Había una habitación vacía en el apartamento y me hice un gimnasio, tenía algunas herramientas, el club nos facilitó algunos implementos y con los que compré estoy completo.
De chico jugaba en todas las posiciones y comencé haciéndolo en un torneo colegial de primaria, en el que participábamos con todas las provincias. Después, con 'Memo' Palacios, quien fue quien me apodó 'Manotas', me afiancé como portero en la Liga Distritorial jugando para el Atlético Don Bosco.
Si, sacaba ventaja, decían que era el más grande (hoy mide 1.91 mts.).
Salgo del Tauro con 17 años, muy agradecido porque fue uno de los equipos que me ayudaron deportivamente y con el tema del colegio. Carlos 'Chicho' Martans y Paolo Gronchi colaboraron para que sea el jugador que soy.
Después del Mundial Sub-20 en Canadá 2007 llegué aquí al Club Fénix en 2008; me la pasé adaptándome al entorno, sin llegar a jugar. En 2010 voy a España al Mallorca, con la idea de estar un año o año y medio para tramitar el pasaporte comunitario. Solo entrenaba, resultó que no estaba ni fichado por el equipo; lo estaba pasando muy mal, se da la oportunidad de volver al Fénix.
Cuando arranca el Torneo Clausura en agosto, se lesiona el arquero titular de Fénix y comienzo a jugar, fue una prueba de fuego. Me fue muy bien, de allí se da la posibilidad de ir a Francia en préstamo al Toulouse (2011). Estuve seis meses en préstamo, no llegué a debutar en primera división, pero lo hice en el equipo de reservas, aprendí lo necesario para ser un buen profesional.
De vuelta a Fénix en 2011 seguí teniendo continuidad, fueron años de muy buen nivel. En 2015 soy traspasado al Nacional, una meta que me propuse cuando llegué a Uruguay porque es un cuadro grande. No fue fácil, estuve dos años y medio sin jugar, me preguntaba si era mejor quedarme o buscar un equipo donde tuviese continuidad. Traté siempre de ser profesional, de recibir consejos, de preguntar; la espera valió la pena, la gente me valora, me quiere. Es un club de jerarquía mundial con el que he conseguido títulos y estoy muy contento.
Sí, pasé momentos complicados en ese lapso sin jugar, te consume mucho la cabeza; por ahí capaz que soltás alguna presión con compañeros, hasta con tu familia, los futbolistas siempre queremos jugar. Opté por prepararme como si fuera a jugar, aunque no jugara. Creo que Dios me ayudó para que consiguiera lo que he alcanzado y el nivel en el que estoy.
Lo que he conseguido ha sido por ser perseverante y tener mucha paciencia. Una de las bases fundamentales fue el trabajo con el psicólogo deportivo. No me animaba, pensaba “si vas al psicólogo es porque estás loco”, y la verdad es que estaba equivocado, es una herramienta. Me ayudó en la parte personal, pero más en la deportiva, para manejar ciertas situaciones en la vida y en el ambiente futbolístico. Exhorto a los jóvenes a que vayan al psicólogo, hay muchos conceptos errados.
Mi idea es jugar muchos años en Nacional. Es un club fantástico, que está en el mapa futbolístico, respetado, cuando sales al exterior, te miran diferente. Claro que me gustaría llegar a Europa o a otro fútbol de alto nivel, si llega una oferta y a Nacional le sirve, con ambas partes de acuerdo, bienvenido. Ya sea un equipo de México, España, me gusta mucho el fútbol brasileño o el argentino.
Hablo de Nacional porque estoy en un club grande, creo que en un equipo grande va mucho lo de la personalidad. Obviamente, eso tienes que llevarlo sumado a experiencia, técnica, tus cualidades, pero en un cuadro importante va más la personalidad porque son equipos que están constantemente en el ojo de la tormenta, con mucha presión.
No, creo que no. Fue triste porque tenía ilusión, venía jugando, siendo figura en Nacional, justo coronamos el Torneo Apertura siendo campeones. De los 15 partidos que jugamos estuve en 9, el técnico estaba rotando mucho porque teníamos Copa Libertadores. Uno después, pensando fríamente, sabe que son decisiones que las comparta o no, las tiene que respetar. Tuve uno o dos días de amargura, luego lo vi con tranquilidad y seguí trabajando.
Los clásicos contra Peñarol que he ganado, importantes en mi carrera. El clásico del Clausura que les ganamos, empatamos en puntos durante el torneo y el que venciera en ese partido era el campeón, ganamos 2-0. Como el que jugamos en diciembre, que definía el título del año y también lo ganamos 1-0 (15/12/2019). Han sido importantes porque es el tradicional rival, al que hay que ganarle, también por haber sido yo un jugador clave y sentirme campeón.
Uno contra el River Plate de aquí, de Uruguay. Salí a cortar una jugada y choqué con un delantero y me movió toda la rodilla; y el otro, contra Defensor Sporting por un disparo fortísimo desde fuera del área: vuelo, hago contacto con la pelota y me mueve todo el brazo, afortunadamente no fue una lesión grave.
Sin lugar a dudas, no sé si me llevó a la cima porque ya venía demostrando buenos partidos en Nacional.
Si, en la delantera estaban todos, salvo Neymar. Era un partido en el que tenía mucha ansiedad; 2019 no lo arranqué jugando y se da en marzo (23 de marzo de 2019). Cuando me llaman y me dicen que es Brasil, digo: ¡ahh!, ¿cómo voy a hacer si no he jugado un partido oficial? Empecé haciendo un trabajo con el psicólogo y armamos muy bien el partido, lo visualizamos. Lo empecé jugando en mi casa, salió un partido redondísimo, quedó para la historia. Aunque tuvimos solo dos entrenamientos, ahí te das cuenta de la mano del técnico.
Claro. Jaime aparte de ser un amigo, es un hermano que me ha dado el fútbol y la vida, mi admiración siempre estará en lo más alto. Tengo que demostrarlo cuando se den las oportunidades, me enfoco en el día a día, porque si uno trabaja bien, las cosas llegan por sí solas.
Sí, obvio. Tenemos grandes jugadores, hay que organizarse mejor, planificar para que no nos sorprenda nada. Va a ser complicado porque todos sabrán que tienen un disparo más para meterse, pasándose el recorrido por las islas, pero tenemos una gran oportunidad.
Todo cambio cuesta, lleva su tiempo. Se fueron 5 o 6 jugadores, la mayoría tenía más de 100 partidos, pero quedaron jugadores importantes también mundialistas y con experiencia; si se trabaja y se planifica bien, se puede llegar de vuelta al Mundial.
Lo primero, debe conocer al futbolista panameño, nosotros no somos fáciles; nos tiene que entender muy bien, conocer el entorno no solo de los futbolistas, de la Selección con su día a día. Ojalá que el que venga se adapte rápido, nos conozca y nos pueda ayudar a clasificar. Trabajando todos juntos se saca la cosa adelante.
Me veo jugando hasta los 37 o 38 años. Claro, va a depender de cómo esté mi estado futbolístico y físico. Siempre he dicho que si me llegara a ir de Nacional desearía regresar para retirarme aquí, o si fuera en Panamá retirarme en el Tauro, por una deuda pendiente que tengo de agradecimiento, pero todavía falta. Trato de disfrutar y después se verá.
Alisson Becker, brillante arquero de la selección brasileña y del Liverpool, considerado uno de los cinco mejores guardametas del mundo, no jugó frente a Panamá, estuvo en la banca, al final tuvo un gesto enorme con Luis Mejía:
Termina el partido y estamos en el vestuario cambiándonos, contentos, se dice que no se celebra un empate pero para Panamá era especial, pronosticaban que nos iban a meter 5 o 6 goles. Estaba en mi lycra para meterme al baño y me dicen “Luis te están llamando”; pregunto, ¿quién me está llamando? “Alisson”, me responden. ¿Cómo qué Alisson?, interrogo; “sí, en serio”, insisten.
Pensaba que me estaban vacilando, “déjense de estar jodiendo”, les digo. Alguien de la Federación que estaba allí dice: “es cierto, te está llamando”. Tomé el suéter, me cambié y salí rápido. Lo encuentro y me dice: “Buen partido, muy bien, que Dios te bendiga, ojalá que sigas manteniendo este nivel”. En ese momento me toco el pantalón y me doy cuenta de que no había llevado mi teléfono para tomarme una foto, me quería morir.
Me decía hacia adentro, “áyala vida lo que me estoy perdiendo, una foto con este 'crack”. Imagínate, el portero de Brasil y del Liverpool me hablaba como si me conociera y me vuelve a sorprender preguntándome: “¿Nos podemos tomar una foto para la historia?”. Yo, ¡sí, cómo no! Hermano venga, un abrazo (risas). Sacó la foto, nos despedimos; cuando entro nuevamente me dicen los compañeros, “mira quien subió la foto”. ¡Ay, la alegría que me dio! La subió de una vez y escribió: Dios te bendiga. Allí te das cuenta de que es un 'crack' en todos los sentidos.