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El profesionalismo amenaza los días de gloria del boxeo olímpico
- 16/10/2023 00:00
- 16/10/2023 00:00
La noticia le dio la vuelta al mundo. El ex campeón filipino Manny Pacquiao expresó su deseo de participar en los juegos Olímpicos de París 2024.
“El Comité Olímpico Filipino realizó la petición al Comité Olímpico Internacional para que Pacquiao pueda participar en París 2024”, destacó una información.
La intención es que el seis veces excampeón del mundo sea invitado para el máximo evento deportivo, toda vez que Pacquiao cuenta con 45 años de edad, cinco más de los permitidos en los torneos clasificatorios.
Según la prensa internacional, para el expúgil la ocasión sería un sueño cumplido, “ya que de joven fue rechazado para formar parte del equipo nacional de Filipinas, porque dijeron que no era bueno”.
Pacquiao desestimó la posibilidad de participar en los juegos de Río 2016, debido a que coincidían con sus inicios como legislador en su país.
La decisión, en ese momento, tenía que ver más bien con la situación política por la que pasaba su país, y la posibilidad de un nuevo pleito frente al estadounidense Floyd Mayweather.
Hoy, el panorama ha cambiado muchísimo y Manny está quizás por cumplir su sueño, cuando el COI ha desconocido a la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) y cuenta con un equipo encargado del torneo, como ocurrió en Tokio.
Sin embargo, nuestro tema tiene que ver con una situación mucho más compleja, como es el de cruzar la línea imaginaria que separa al pugilismo profesional del aficionado.
Estamos conscientes de que esto sucede desde hace rato e inclusive, introducido en los últimos torneos mundiales, pero hay que alzar la voz frente a los peligros que esto representa.
La excusa de la IBA, AIBA en ese entonces, era que el pugilismo profesional les estaba robando el sueño a los amateurs, además de que los estaban “explotando” con míseras bolsas al dar el salto.
Hay quienes están a favor de lo que acontece, debido a que, en la mayoría de los casos, los resultados han favorecido a los supuestos débiles, es decir, los aficionados.
No obstante, el movimiento aparentemente irreversible, podría en algún momento desaparecer la pureza del boxeo, representados por los púgiles amateur.
Así pasó con el tenis, baloncesto, atletismo y luego con otros más.
La literatura cuenta que los juegos Olímpicos modernos fueron conocidos durante mucho tiempo, como un bastión del amateurismo, pero el modernismo, la tecnología, la presión económica y mediática, los hicieron cambiar.
“La idea del caballero aficionado se fue quedando obsoleta y el COI se dio cuenta gradualmente de que permitir patrocinio, publicidad y otros intereses comerciales, podría convertir los Juegos Olímpicos en una mina de oro”, precisan algunas de éstas.
Y si bien, la IBA fue desvinculada por falta de gobernanza, fallos amañados y 'relaciones sospechosas' con personas y empresas, era uno de los pocos bastiones que le quedaban al boxeo aficionado.
Las decisiones que se han tomado y que en el futuro serán tomadas, como dicen los expertos, solo perjudicarán a los países pequeños que veían en el boxeo olímpico, una de las pocas oportunidades para que sus figuras destacaran.
El periodista colombiano Estéwil Quesada señaló que antes no comulgaba con la interacción entre aficionados y profesionales, pero los resultados han cambiado su percepción.
“Ahora, cuando ya se han presentado casos con resultados, por lo general, adversos para esos profesionales, lo veo normal”.
“Esos resultados adversos se han dado hasta con excampeones mundiales, lo cual muestra el nivel de los que se meten en las justas olímpicas”, expresó el experto cronista en boxeo.
“En otras palabras, proliferación de campeones mundiales, bajo nivel y fracasos en Juegos Olímpicos”, ahondó.
Uno que, literalmente, está en contra es el periodista argentino Osvaldo Principi, cronista del diario La Nación, cuyos conceptos desfavorables son mucho más abarcadores.
“Estoy totalmente en desacuerdo. Considero peleas profesionales las que introdujo en el mercado tanto la IBA, como la World Boxing Series (cinco rounds de tres minutos) y la APB (seis y ocho rounds de tres minutos)”, señaló.
Tanto la World Boxing Series (torneo por equipos), como la APB (liga profesional), son fachadas hechas por la propia IBA, que patrocina al mismo tiempo la participación de profesionales en sus torneos mundiales.
Principi llamó la atención del hecho de que los púgiles profesionales participan en programas avalados por la IBA, pero sus resultados no son contabilizados en sus récords.
Tal es el caso de los argentinos Fernando Martínez, monarca súpermosca de la FIB, y Brian Castaño, cuyas peleas no las contabilizan ni la AMB, OMB o CMB, porque se realizaron bajo la égida de la IBA.
También está el púgil armenio Artem Harutyunian, recientemente vencido por el estadounidense Frank Martin, quien no tiene registrado un pleito hecho a doce asaltos y a tres minutos, porque fue organizado por la IBA.
En ese sentido, culpó a los dirigentes del boxeo profesional “por no tener ejecución contra los que pelean” y a los del sistema olímpico, porque “no saben nada y porque el boxeo no les interesa”.
“Desde que la IBA creó sus torneos y pusieron profesionales, todos de segundo nivel, se perdió la aparición de las figuras y de las sorpresas en los juegos Olímpicos”, dijo.
“Hoy uno los ve y ya sabe quiénes son y cómo pelean, en base a un sistema de puntuación, sin exhibir ni talento ni arte”, destacó.
Sostuvo que permitir la llegada de profesionales al boxeo olímpico, corta la posibilidad de que aparezca algún fenómeno o figura de los países pequeños, porque un amateur de 20 peleas debe enfrentar a un profesional.
“Ni siquiera lo vas a notar. ¿Cómo afrontaría un muchacho de El Salvador, Honduras, Paraguay o Bolivia el sueño de unos juegos olímpicos? Antes lo intentaban al menos, (ahora) ya no pueden”, reflexionó.
Principi fue comentarista de la cadena Fox, en las dos últimas etapas del mundial de boxeo aficionado en mayo pasado en Taskent (Uzbekistán), y salió muy decepcionado.
“Allí pelearon profesionales, perros, gatos, de todo un poco y el nivel técnico fue horripilante. Fueron cuatro jornadas interminables”, concluyó.