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- 02/02/2022 00:00
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“La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”, dijo alguna vez Nelson Mandela.
Por muchos años se ha visto al medio ambiente como una fuente inagotable de recursos, pero de acuerdo con estudios científicos y expertos en el tema, existe un delicado equilibrio entre el entorno y el hombre, por lo que si este no toma acciones de conservación y protección del ambiente, los efectos del cambio climático, seguirán deteriorando al planeta, afectando gravemente a los que en él vivimos.
De ahí la importancia de una buena educación ambiental en las comunidades a fin de que ayuden a proteger la flora y la fauna de sus localidades y se sumen a las iniciativas mundiales. Igualmente, los gobiernos deben crear políticas que resguarden los entornos naturales y den soluciones a las problemáticas medioambientales del país.
En ese sentido, Panamá ha enfrentado el reto de impulsar la educación ambiental, sobre todo porque el país requiere de carreras en este ámbito y con especialistas capaces de desarrollar investigaciones, docencia y extensión en cualquier escenario, especialmente ante el cambio climático.
Melitza Tristán, actual directora nacional de Cultura Ambiental del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente), explicó mediante un comunicado que la principal dificultad que ha enfrentado el país ha sido no contar con profesionales idóneos de la comunicación y educación ambiental, que sensibilicen al panameño de a pie sobre los problemas ambientales de su entorno.
“La educación ambiental ha enfrentado diversos obstáculos, posee debilidades y se enfrenta a retos en su difícil camino para generar cambios sociales y culturales, en la comunidad educativa y la sociedad panameña”, dijo la directora.
A su vez afirmó estar consciente de que ante la inminente presencia del cambio climático solo la educación ambiental permitirá al país tomar decisiones y desarrollar acciones que mitiguen sus efectos.
El pasado 26 de enero se conmemoró el Día Mundial de la Educación Ambiental, una efeméride que busca sensibilizar a las personas sobre la delgada línea que existe entre el desarrollo humano y la conservación del planeta.
Esta fecha tuvo su origen a partir de la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente celebrada en Estocolmo, Suecia, en junio de 1972, en la cual se debatió la importancia de cuidar el medio ambiente y se expuso la necesidad de unos principios comunes que ofrecieran a la sociedad una inspiración y guía para preservar y mejorar nuestro entorno.
Pedro Castillo Garibaldo, administrador general de la Autoridad de Aseo de Panamá, indicó que pese a las restricciones por la pandemia, no ha habido tregua en cuando al exceso de desperdicios.
“Se pensó que iban a bajar las toneladas de desechos, pero al contrario, ha habido mucha basura y duele ver lo que hemos encontrado”, expresó en un comunicado.
Según Castillo, junto a MiAmbiente se está trabajando en la segregación de residuos, en este caso el vidrio ya que este material demora en degradarse; tanto así que puede permanecer en la naturaleza por cerca de 4,000 años.
“Una empresa recicladora se encargará de extraer los productos hechos a base de este material a fin de reciclar y darle un segundo uso”, señaló.
Para Tristán, la educación ambiental es como una dimensión de la educación integral, donde en cada una de las acciones desarrolladas se promueve el conocimiento, la interpretación y la concienciación ante los problemas socioambientales de forma global y local. Es decir, que el ciudadano sea consciente de que sus acciones impactan en el entorno.
“He de ahí, la importancia de entablar valores que generan actitudes y comportamientos desde una ética ecológica, vital para lograr el desarrollo humano ambientalmente sostenible”, señaló la experta.
En Panamá, pese a la pandemia se han logrado importantes resultados que muestran que el país cuenta con “futuros héroes ambientales”, señaló Tristán. Y es que Panamá, a través del programa 'Bandera Ecológica', ganó el segundo lugar del certamen convocado por la Red Climática de España en el que fueron enviados 1,500 cortometrajes realizados por adolescentes y jóvenes estudiantes.
En este caso fueron los alumnos del IPT Montelirio, del distrito de Renacimiento en la provincia de Chiriquí, quienes compitieron presentando un video-documental sobre la situación.
“Se trata de un programa que se ha implementado en 110 centros educativos de ocho provincias del país, capacitando a más 2,062 docentes a nivel de las 8 regionales y que ha sensibilizado a más de más de 29,388 estudiantes”, mencionó Tristán.
El desarrollo del programa 'Mi Acción Verde Cuenta' siguió creciendo ya que varias instituciones se unieron al voluntariado institucional. Además, se pudieron concretar alianzas con las iglesias evangélicas, realizar un convenio con la iglesia católica, entre otros lazos estratégicos.
Elevar la cultura ambiental de los panameños se ha convertido en un gran reto y compromiso para la entidad.
Según Tristán, desde la virtualidad se ha llegado a diversos actores, en especial a la Academia, desde el Programa 'Aprende Cultura Ambiental, 'MiAmbiente en tu Universidad', entre otros. También se busca evaluar y analizar el estado actual de los programas y proyectos de la Dirección de Cultura Ambiental en las 14 Regionales de MiAmbiente para contextualizar las acciones, buscando la pertinencia y el empoderamiento de las comunidades para que sean sostenibles.
El cambio climático es un reto global que no tiene fronteras. Para combatirlo se requiere el trabajo coordinado por parte de todos los países, ya que aún existe un gran desconocimiento de lo que realmente es este fenómeno y cómo afecta a la humanidad.
De acuerdo con Melitza Tristán, son muchos los beneficios que como sociedad “perdemos al no haber desarrollado una educación ambiental sólida y masiva”. Los más significativos son:
Lograr comunidades con capacidades de adaptación y resiliencia frente a los efectos negativos del cambio climático.
Que la población internalice el consumo responsable y una gestión integral de los residuos con énfasis en las prácticas de reducir, reutilizar y reciclar, con mirada hacia una economía circular.
Una sociedad con conocimiento de sus recursos hídricos, que sepa cómo manejar de manera integral sus cuencas hidrográficas, en función de la seguridad hídrica.
Generar una sociedad capaz de proteger sus áreas protegidas, consientes del valor de la conservación de la biodiversidad y vida silvestre.
El manejo de los recursos marino-costeros y humedales de todo el país con un enfoque ecosistémico.
La construcción permanente de una ciudadanía ambiental para la participación y el fortalecimiento comunitario.