Una epidemia silenciosa

Actualizado
  • 04/05/2024 00:00
Creado
  • 03/05/2024 19:12
El tema del cigarrillo afecta a todo el planeta. En 2020 fumaba el 22% de sus habitantes, el 37% era hombres y el 7,8% mujeres
Un Cuadro Intolerable

El 31 de mayo próximo Naciones Unidas ha llamado a homenajear al Día Mundial de Lucha contra el Tabaquismo. Hay actualmente 1.250 millones de fumadores. Esta enfermedad causa 250 tipos de cánceres, ataca el sistema cardiovascular, y provoca todo tipo de enfermedades agudas. Se estima que los fumadores pierden más de 35 años de vida. Es la única industria que mata a la mitad de sus consumidores frecuentes. Mueren por fumar 8 millones de personas anualmente, de ellas 1,3 es fumador pasivo que lo hace de manera indirecta por estar en ambientes con olor a tabaco o conviviendo con personas que lo ingieren o cerca de ellas. Para tener una idea comparativa, la OMS (Organización Mundial de la Salud) estima que el coronavirus le quitó la vida a 10 millones. 80% de los fumadores está en países de nivel medio o bajo. El consumo regular contribuye a la pobreza, los problemas de salud, y la contaminación del medioambiente.

El tema del cigarrillo afecta a todo el planeta. En 2020 fumaba el 22% de sus habitantes, el 37% era hombres y el 7,8% mujeres. Ante las elevadísimas cifras de morbilidad y mortalidad generadas por esta epidemia, en el año 2003, 182 países adoptaron el convenio marco lanzado por la OMS para el control de tabaco. De acuerdo con este, debían llevar a sus políticas nacionales leyes y ordenaciones que entre otras cosas:

-Subieran el precio del tabaco para hacerlo más prohibitivo.

-Prohibieran fumar en lugares públicos y en espacios cerrados.

-Advirtieran, a través de las cajetillas, que el tabaco destruye los pulmones y mata.

-Pusieran límites a la publicidad del tabaco.

-Informaran a la opinión pública que fumar genera adicción.

74 países integraron la legislación antitabaco a nivel nacional. Con eje en la OMS, se hizo una masiva educación y campaña de difusión explicando que no se estaba restringiendo ningún derecho ni quitando mercado a las grandes empresas, porque aquel que contrae la adicción está perdiendo toda su libertad, convirtiéndose en esclavo de un vicio que le quitará muchos años de vida. La nicotina, en primer lugar, y otros componentes del tabaco lo dejan inerme frente a él. Por otra parte, la propaganda casi salvaje que los grandes productores llevan adelante sistemáticamente para seducirlo y engañarlo con base en fake news, los lleva a dejar de razonar sobre el tema. Durante muchos años Marlboro se presentaba como sinónimo de juventud, belleza y fuerza. Fumar se asociaba con deportes y éxito personal y social. La sociedad civil se defendió con todas las posibilidades a su alcance de este flagelo, denunciándolo con apoyo del sistema de la ONU. Una jueza americana notable, después de un largo juicio condenó criminalmente y obligó a las empresas del cigarrillo a admitir que durante décadas habían mentido deliberadamente, ocultado las pruebas de los daños que causaba y comprado científicos para que se sumaran a la publicidad protabaco. Además de penas multimillonarias, las obligó a publicar repetidamente en los principales diarios del mundo su confesión.

Una lucha en ascenso

El consumo mundial tiende a descender. La OMS ha cerrado el paso a los nuevos productos que se autocalifican saludables, como el cigarrillo electrónico, mostrando que son igualmente fatales. Ha creado con inteligencia artificial el programa SARAH para educar. Hay países que dan el ejemplo, como Uruguay, que usa nuevas normas muy creativas. México asolado por el problema, subió considerablemente el precio y enfrentó a las transnacionales. Francia está examinando prohibiciones semitotales. Otros han vedado su venta a jóvenes.

Se impone redoblar la lucha para seguir salvando vidas.

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