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- 22/03/2025 00:00
- 21/03/2025 18:02
Esta devastadora enfermedad social se combate con inteligencia emocional... ¡ya! Si quisiera dar por terminado mi artículo, le di la solución.
Hablar, escuchar u observar es un arte y, para ello, debemos prepararnos y tener en cuenta los cuatro acuerdos de la comunicación asertiva, que son: no suponga, haga siempre lo mejor, honre sus palabras y no se tome nada a título personal.
Honrar su palabra es de hecho una de las claves de la integridad. Recuerde esto: con el poder de sus palabras puede avanzar en la dirección de la verdad y de la transparencia ya que, con ellas, tienen poder y magia; de ser mal utilizadas se convertirán en poder destructivo y magia negra.
¿De dónde viene o se alimenta el bochinche? Como experto en análisis conductual le puedo decir que viene o se alimenta de la envidia, y esta surge cuando una persona se compara con los demás y percibe que está en un nivel distinto, por ello, lo primero que debería trabajar dicha persona que se comparara es en su autoestima.
Para transformar la envidia (que es una fuerza destructiva) en una fuerza constructiva, debemos comenzar por considerar una palabra llamada “admiración” o “inspiración”. En vez de vivir resentido ante el éxito de los demás, podemos cambiar nuestra perspectiva y buscar inspiración en sus logros. Verlos como fuentes de aprendizaje y motivación.
Tome el viaje de otra persona y úselo como mapa de ruta para su propio crecimiento y éxito y, conforme va caminando, celebre sus propios logros.
Recuerde esto, amigo lector: quien escucha tiene el poder, por ende, todas las personas son interesantes si les da la oportunidad de serlo y, para ello, no puede ni debe tener intermediarios... solo usted debe o tiene que descubrir LA verdad... no su verdad o la del otro sino, LA verdad.
Le cuento una historia: Sócrates fue un filósofo conocido por su gran sabiduría; un día, un alumno se le acercó y le dijo: “acabo de escuchar algo sobre usted”, a lo que él respondió con tranquilidad: “antes de que me hables, probemos el nivel de importancia de lo que me vas a decir; así que te haré la prueba de los tres filtros. El primer filtro es el de la verdad, por lo cual, ¿estás absolutamente seguro de que todo lo que estás a punto de decirme es cierto?”. El alumno respondió: “No”.
“Ahora, pasaremos al segundo filtro”, le dijo el sabio, “se llama el filtro de la bondad. ¿lo que estás a punto de decirme es algo bueno?”. Nuevamente el alumno respondió que no.
“Iremos ahora al tercer filtro, este se llama el filtro de la utilidad”, le advirtió Sócrates, ya con una mirada muy fija hacia su alumno... “¿lo que estás a punto decirme es útil?”. “No, en realidad no”, le respondió su alumno.
Al final, guardando un silencio largo, Sócrates con una mirada directa a los ojos de su alumno, le explicó en tono suave: “Si lo que vienes a decirme no es cierto y no te consta, no es bueno ni útil, ¿para qué perder el tiempo en contármelo y yo en escucharlo?”. Y así Sócrates le dio la espalda y siguió con su paseo por las playas de Grecia.
Le cuento algo, la comunicación es uno de los actos más complejos en el que el ser humano se puede involucrar, ¿por qué?, porque quien emite el mensaje debe estar consciente de lo que piensa, de lo que quiere decir, de lo que crea decir y de lo que al final dice. Mientras que el que recibe el mensaje debe estar consciente de: lo que quiere escuchar, lo que escucha, de lo que cree entender, de lo que quiere entender y, al final, de lo que entiende.
Como acaba de leer, existen nueve posibilidades de no entendernos en nuestra comunicación, ¡nueve!, por ende, la escucha activa juega un papel esencial en nuestras relaciones humanas.
Estos pequeños “obstáculos” pueden pasar completamente inadvertidos por nuestra consciencia, a veces, es algo insignificante que ello suceda, sin embargo, otras veces el no estar realmente consciente de ello provoca verdaderos desastres que llegan a costar y desbaratar trabajos, amistades o relaciones laborales y personales.
Si usted es una persona asertiva, no puede ni debe darle pie a la maledicencia y al bochinche. Esas famosas “veredas tropicales” lo único que poseen es hierba mala y estas, como bien hemos aprendido a lo largo de los siglos, deben cortarse de raíz.
Paulo Coelho escribe en uno de sus libros: “Cuando crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías. Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que tus errores se repitan”.
Recuerde esto: la cantidad de rumores inútiles que un hombre puede soportar es inversamente proporcional a su inteligencia y, ahora, con las redes sociales, debemos procurar tener sentido común, empatía, inteligencia emocional y prudencia, porque todo lo que hagamos en vida, créame, lo pagamos en vida, y lo que haga en ella resonará en la eternidad.
Las habladurías son como los virus, sin duda son un cáncer social que deben eliminarse, pues se propagan y se multiplican en un abrir y cerrar de ojos y, cuando se da cuenta, todo el mundo está infectado.
¿Cuántas vidas ya se han destruido y perdido a consecuencia de este terrible mal? Muy en especial entre los adolescentes. Las cifras siguen creciendo día a día. No sea parte de esta estadística ni de este gravísimo cáncer social.