Tensiones de familia

Actualizado
  • 16/02/2025 00:00
Creado
  • 15/02/2025 19:12
La escritora colombiana Piedad Bonnett conversa sobre el peso de la memoria y esos pequeños abusos diarios que sufre un sector de las mujeres en América Latina.

Durante la pandemia, Piedad Bonnett (Colombia, 1951) redescubrió sitios recónditos de su casa. Había tanto tiempo libre mientras estaba recluida durante el Covid-19, que tuvo ocasión de recorrer su hogar de cabo a rabo y llegó a la conclusión que solo lo conocía a medias.

Durante esa época le dio una compulsión limpiadora, en especial en la cocina.

Todos estos elementos dieron como resultado “Qué hacer con estos pedazos” (Alfaguara), una novela sobre el dolor físico y emocional de los pequeños abusos diarios.

El tema de la familia siempre le ha interesado. “Qué hacer con estos pedazos” le permite contar el deterioro de las relaciones afectivas entre distintas generaciones de un mismo clan.

Esta obra es sobre Emilia, que a los 64 años toma conciencia de que su existencia está hecha añicos como la cocina que están remodelando por decisión unilateral de su esposo.

“La remodelación es una noticia espantosa porque equivale a una destrucción tan tremenda de su cotidianeidad. Es cuando comienza a sentir un desasosiego y hacer un balance de que su vida está en ruinas a partir de la relación con su marido, con sus padres, sus hermanos y su hija”, comparte Piedad Bonnett.

Lo que hace Emilia es un ejercicio de memoria. “El presente es algo fugaz. El futuro no existe. Somos pasado. Siempre armamos un relato con una memoria que está llena de agujeros negros. Los escritores somos unos saqueadores de nuestro pasado. Ese pasado está integrado por lo que nos ha ocurrido, pero también lo que nos han contado otras personas sobre nosotros”.

Reconstrucción

Emilia respira un ambiente marcado por los recuerdos que le hacen daño de un padre estricto, una madre que no la quiso lo suficiente y de una hija que es indiferente con ella, así como sus intentos de cariño en la figura de una nieta a la que quiere, pero que no hay espacio para que ese vínculo crezca porque la pequeña reside en otro país.

“No hay oportunidad para la reconstrucción de nada en medio de esas violencias cotidianas que hay en Latinoamérica. Violencias que nos mantienen en una permanente tensión, pero de eso no hablamos. Se vuelven tristezas que se cargan por mucho tiempo y a veces no tenemos la oportunidad de explotar”, indica la autora de Siempre fue el invierno, El prestigio de la belleza y Donde nadie me espere.

A la Literatura le interesa mucho trabajar con las rupturas de todo tipo. De allí que el silencio entre los personajes de “Qué hacer con estos pedazos” evidencia una delgada paz en una familia de clase media.

Bajo esa premisa, las posibilidades de dialogar se pierden. “No resolvemos los problemas hablando entre nuestros familiares, ya que pensamos que con ese silencio no dañamos esas relaciones que son fundamentales. Más fácil hablamos de esos temas delicados con los amigos o con el compañero de vida”.

En aquellos años de la pandemia, cuando ponía la radio también escuchaba reportes sobre casos de maltrato. Por eso, otro de los ejes de su obra de ficción es el feminicidio. “Hay algo en la personalidad masculina muy rara y que tiene que ver con ese imperioso machismo de ponerle límites a las mujeres”.

Piedad Bonnett define como “aterrador” este fenómeno contemporáneo. “El feminicidio ocurre más ahora que en el siglo XIX. Porque por entonces la mujer era muy sumisa. A veces las mujeres tienen que aguantar años de maltratos, y cuando ya toman la decisión valiente de irse, llega el feminicidio”.

Relaciones del desamor

Hay otra realidad interesante que es usual dentro y fuera de su novela: el estoicismo que permitió que los padres de Emilia no se separaran, aunque su relación estuviera marcada por el desamor. Esos frágiles puentes afectivos también están presentes entre Emilia y su esposo, a quienes “los une una dependencia agresiva”.

“Esto ocurre cuando han transcurrido muchos años de un matrimonio desavenido. En el comienzo de la vejez, es muy difícil la separación y se hace natural la violencia. Entonces aprendes a lidiar con ella. Si esto mismo le ocurre a una profesional joven, puede coger bríos e irse”, anota la autora que ha sido traducida al francés, el alemán y el italiano.

Para la sobrevivencia a sus desdichas, Piedad Bonnett le construye una habitación propia a Emilia (en la línea de independencia económica y personal que planteaba la narradora británica Virginia Woolf) y es el ejercicio del periodismo. “Ella se encierra y su trabajo es su desfogue”.

La idea de que la familia es intocable y perfecta está errada, opina. “Hay personas que se alejan de su familia para salvarse. No debe ser fácil esa clase de separaciones. Nos parece bien que la familia se deba preservar, aunque sufras con ella”.

Plantea que urgen cambios, no solo dentro de nuestros hogares, sino también en los países de nuestra región, los cuales están en franco deterioro como consecuencia de las desigualdades económicas. Ese palpitar de necesidades se traduce en marchas y protestas en contra de los estamentos del poder.

Dejó constancia de los estallidos que ocurrieron en Chile y Colombia, mientras ella escribía “Qué hacer con estos pedazos”. Eso lo tuvo claro, porque piensa que no hay novela, por íntima que sea, que pueda escapar de la sociedad en la que se inserta. “Quise hacer esa correspondencia tácita de un mundo en pedazos afuera y adentro de nosotros”.

De títulos

Lo último que hace es buscar el título de sus libros, salvo “Qué hacer con estos pedazos”, de esa pregunta surgió la novela.

“Yo termino una obra y allí empieza una búsqueda”. Se lee a sí misma para ver si el título anda por allí escondido entre las páginas. “El título debe ser orientador, seductor, lapidario, tremendo. Buscar el hallazgo”.

El título no debe cerrar ni abrir demasiado el argumento de la obra. “Si es muy largo no lo pueden decir en las librerías. El título es un complemento, a veces un añadido, a veces es la síntesis, a veces inquieta y nada más”.

Una nueva distinción

En junio de 2024, Piedad Bonnett obtuvo el XXXIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, un reconocimiento otorgado por la Universidad de Salamanca y el Patrimonio Nacional de España por el conjunto de su labor. Para el jurado, “su poesía muestra una trayectoria sólida y armónica, con gran coherencia en su obra poética”.

Ella empezó a crear pronto, cuando era una niña. Escribía en versos sin saber que era poeta, aunque su primer libro lo publica siendo treintañera. “Tenía poca confianza en mí misma. Yo comencé tarde a publicar, aunque fueron apareciendo el resto de los poemarios uno tras otro después del primero. Lo que me impulsó fue el desacuerdo que tenía y tengo con el mundo. Una especie de disidencia, de preguntarme el por qué de las cosas, de allí nace mi poesía. Yo me hago novelista más tarde, a los 40 años”.

Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones