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Solsticio de invierno, un evento astronómico asociado con la Navidad
- 21/12/2023 00:29
- 20/12/2023 15:47
El solsticio de invierno es un fenómeno astronómico que ocurre en uno de los hemisferios de la Tierra cuando éste se inclina más lejos del Sol y recibe menos luz diurna. El evento marca el comienzo del invierno y se caracteriza por ser el día más corto y la noche más larga del año.
Durante el solsticio de invierno, uno de los hemisferios de la Tierra alcanza su máxima inclinación lejos del Sol, lo que resulta en la menor cantidad de luz diurna. “De marzo a septiembre, el hemisferio norte está más inclinado hacia el Sol, lo que provoca la primavera y el verano. De septiembre a marzo, el hemisferio norte está más alejado, de ahí que se produzcan el otoño y el invierno. Las estaciones del hemisferio sur están invertidas.
La palabra ‘solsticio’ proviene del latín y significa ‘el Sol permanece inmóvil’. Durante los solsticios, el camino aparente del Sol a través del cielo parece detenerse, y alrededor de estas fechas, su posición en el cielo varía menos en comparación con los equinoccios.
De acuerdo con el Observatorio Astronómico Nacional de España los solsticios de invierno tienen lugar alrededor del 21 de diciembre en el hemisferio norte y del 21 de junio en el hemisferio sur. El que nos ocupa, es el del hemisferio norte, el invierno boreal.
Desde hace miles de años, muchas culturas del mundo le han dado gran importancia al solsticio de invierno. De acuerdo con la página web artsandculture.com de Google algunos países celebran con festivales y rituales.
Estados Unidos de América: La tribu hopi, originaria de América del Norte, profesa un profundo respeto por la Tierra y su generosidad. Creen que el solsticio de diciembre es el día más corto del año porque el dios sol ha viajado lo más lejos posible de la Tierra. Los kachinas (espíritus ancestrales) se unen a los hopis y la tribu celebra una ceremonia llamada Soyaluna. Durante los siguientes seis meses, los miembros de la tribu personifican a los kachinas y se realizan rituales sagrados para pedir un buen año y para convencer al dios sol de que vuelva.
En el norte de Europa los germanos celebraban la llegada del solsticio de invierno con las fiestas de Yule, según reseña National Geographic en su portal web.
Yule es una festividad que históricamente se celebraba durante el solsticio de invierno por varios pueblos germánicos y escandinavos, incluyendo a los vikingos y a las tribus nórdicas. Tanto el solsticio de invierno como Yule están asociados con la idea del renacimiento del sol. Después de alcanzar su punto más bajo en el horizonte, el sol comienza a fortalecerse, marcando el retorno de días más largos y el renacer de la luz.
Era una festividad pagana que celebraba la renovación de la luz y la vida en medio del invierno. Durante Yule, se encendían hogueras y velas como símbolos de la luz que regresa. En el solsticio de invierno y en Yule, se utilizaban decoraciones como ramas de acebo, muérdago y árboles adornados. El árbol de Yule, que más tarde evolucionaría en el árbol de Navidad, era un elemento central de la festividad.
Ambos eventos involucraban festines y celebraciones para marcar la llegada de tiempos más cálidos y la promesa de nueva vida. La festividad de Yule, en particular, implicaba banquetes y la quema del tronco de Yule, un símbolo de buena fortuna y protección.
La Navidad es una festividad cristiana que conmemora el nacimiento de Jesucristo. Sin embargo, algunas de las tradiciones y simbolismos asociados con la Navidad tienen conexiones históricas con celebraciones pre-cristianas que coinciden con el solsticio de invierno.
“Los Evangelios de Mateo y Lucas consideran que Jesús de Nazareth nació en un pesebre de Belén, aldea de Oriente Próximo, y que su llegada fue anunciada por un ángel. No obstante, estos no especifican el día exacto del nacimiento”, narra National Geographic.
Históricamente, la fecha exacta del nacimiento de Jesucristo no está registrada en la Biblia. La elección del 25 de diciembre como la fecha para celebrar la Navidad coincide con el solsticio de invierno en el calendario juliano, adoptado por la Iglesia cristiana. Esta fecha ya estaba asociada con festividades paganas preexistentes.
Eran varias las festividades que tenían lugar a finales de diciembre en territorio romano, coexistiendo durante los inicios del Cristianismo: celebraciones de la antigua religión romana, judías, del mazdeísmo persa y también nórdicas, mayoritariamente vinculadas al solsticio de invierno del hemisferio norte.
El emperador Constantino, fue el primero en legalizar el cristianismo en el Imperio Romano y probablemente con la intención de superponer las prácticas cristianas a otras más antiguas, estableció el 25 de diciembre para la conmemoración del nacimiento de Jesús.
Su gran objetivo, convertir a los paganos romanos a la religión cristiana estableciendo una tradición fácilmente asimilable para ellos, ya que sería inevitablemente relacionada con algunas de sus fiestas principales celebradas en esas mismas fechas: las Saturnales o saturnalias, fiestas dedicadas a Saturno, establecida el 17 de diciembre y que se extendió hasta el 23 de diciembre - y en las que había excesos en comida y bebida, así como intercambio de regalos- y el Sol Invictus. celebrada el propio 25 de diciembre.
Muchas de las tradiciones asociadas con la Navidad, como la decoración de árboles, el uso de luces y velas, la celebración de festines y la llegada del Espíritu de la Navidad, tienen raíces en celebraciones paganas que ocurrían alrededor del solsticio de invierno. Estas costumbres fueron adaptadas y absorbidas en las festividades cristianas.
El uso de árboles decorados tiene sus raíces en antiguas tradiciones que adoraban a árboles y plantas durante el solsticio de invierno. Esta práctica también fue adoptada y transformada en la cultura cristiana.
La iluminación durante la Navidad simboliza la idea de la luz que llega en medio de la oscuridad invernal. Esta tradición tiene conexiones con antiguas celebraciones que encendían fuegos y velas para ahuyentar la oscuridad en el solsticio de invierno.
En cuanto a los banquetes asociados con la Navidad comparten similitudes con las celebraciones de la temporada de invierno, en las que la comida abundante era un símbolo de celebración y esperanza durante los meses fríos.
En el caso del 21 de diciembre, las familias se organizan para recibir la presencia del Espíritu de la Navidad en sus hogares, una entidad que arriba a la Tierra junto con el solsticio de invierno para bendecir y brindar sabiduría.
El espíritu de la Navidad es concebido como una energía proveniente del centro del sistema estelar y que cada año trae paz, amor, armonía, alegría, prosperidad para los seres humanos. Según la tradición de origen nórdico, el ángel Uriel aseguró que el espíritu llegó al planeta desde una galaxia lejana y se instaló en la región norte, actualmente península escandinava, según informa el diario uruguayo El País. Otra versión cuenta que tiene origen en una antigua tradición celta, que festejaba la llegada del solsticio de invierno, que arribaba con “una entidad errante y alegre que predicaba su sabiduría a los extraños, además de otorgar regalos y bendiciones”, según el medio peruano La República.
Otro origen que se cuenta es que el Espíritu de la Navidad es un tipo de energía angelical que trae todo tipo de riquezas a la Tierra.
Aunque esta celebración se realiza en el norte de Europa, ha ganado adeptos en todas partes del mundo en los últimos años.
Desde el día anterior las personas realizan rituales de limpieza, purificación y agradecimiento con el fin de recibir todas las energías positivas que llegan junto al espíritu de la Navidad y desechar las negativas.
Esa noche se realiza una cena y se encienden velas con aromas cítricos.
Pero la actividad central es la confección de una lista de 21 deseos que desea se cumplan el próximo año. Este acto requiere de introspección pues no se trata solo de bienes materiales. Eso sí, la tradición exige ser muy específico en los pedidos y escribirlos en orden de relevancia, iniciando por la paz mundial y la resolución de problemas globales y luego con los asuntos personales.
La lista debe guardarse hasta el regreso del espíritu el año siguiente, cortarla en tiras y quemar aquellas con los deseos que se hicieron realidad.