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- 25/05/2020 12:12
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El uso del medicamento CIGB-258, creado y producido por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), en Cuba, ha logrado disminuir significativamente los índices de mortalidad de pacientes en estado grave y crítico, aquejados por la COVID-19.
Originalmente, este fármaco se destinó al tratamiento de enfermedades inflamatorias crónicas como la artritis, pues es un regulador de la hiperinflamación que provocan estas dolencias.
Según explicó a la prensa la doctora Gillian Martínez Donato —investigadora del CIGB y gerente del proyecto científico relacionado con el efectivo medicamento— en un estudio reciente se comprobó que “en los pacientes graves la sobrevida fue del 92 %, y en el caso de los críticos fue del 73 %, después del tratamiento con CIGB-258. Visto en su conjunto, la sobrevida para todos los enfermos, incluyendo los graves y críticos, fue de un 81 %”.
Más adelante, Martínez Donato aseguró que “estos resultados realmente son muy alentadores, sobre todo porque se ha descrito en reportes internacionales que la tasa de sobrevida de los pacientes en la COVID-19 en estado crítico no sobrepasa el 30 %”.
En esencia, el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 puede desencadenar un desenlace fatal debido a que el sistema inmunológico de los contagiados tiende a causar una reacción inflamatoria exagerada ante la presencia viral. Tal respuesta del organismo es reconocida por la literatura científica como “tormenta de citocinas”, ya que se incrementan si control las moléculas del mismo nombre, secretadas por células del sistema inmunológico.
Es ante esas circunstancias que el CIGB-258 ha demostrado su capacidad para salvar vidas, porque su función —evidenciada en esta y otras enfermedades— ha estado relacionada con la regulación y reducción de los procesos de inflamación que desde el inicio de la pandemia han generado colapso cardiovascular, fallo de múltiples órganos y la muerte en los pacientes con la COVID-19.
En medio del enfrentamiento a una epidemia todavía nueva en todo el planeta, y a falta de una vacuna definitiva que consiga eliminar de la faz de la tierra la mayor pesadilla que ha enfrentado la humanidad en este siglo, hallar tratamientos alternativos eficaces constituye una urgente necesidad que trasciende fronteras.
En ese sentido, el CIGB ha conseguido crear y producir una gama de fármacos de alto valor terapéutico utilizados exitosamente en diversas enfermedades, incluso, muchos años antes de la aparición de la COVID-19. Varios de ellos ya han mostrado su valía contra el SARS-CoV-2, como el de acción antiviral Interferón Alfa 2b Humano Recombinante y el anticuerpo monoclonal Itolizumab.
No obstante, el “secreto” de los relativos resultados positivos alcanzados por Cuba frente a la pandemia no solo está en los avances científicos de la isla, en ellos también han contribuido innumerables medidas que —con mayor o menor disciplina— fueron y son acatadas por amplios grupos poblacionales, sobre todo por los más vulnerables.