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- 06/02/2020 06:00
- 06/02/2020 06:00
La intimidad sexual de una pareja se basa en un delicado equilibrio entre comunicación, aventura y decisiones mutuas que ayuden a crear un ambiente positivo que aleje la monotonía a toda costa. Las fantasías sexuales son un recurso que acelera latidos y calienta motores antes de entrar a la alcoba, sin embargo, también conlleva riesgos para la dinámica de la relación si no se comunica de manera correcta.
Así como el dirty talking promueve la comodidad y eleva la sensualidad de la pareja, las fantasías actúan como claves que mantienen el ánimo e incrementan el deseo sexual hacia un miembro de la pareja. Pese a que existen diversos tabúes alrededor de este recurso, sigue siendo uno de los más recurrentes en el desarrollo sexual de las personas.
El uso de las fantasías sexuales pasa por la mente del 95% de las personas del mundo: en las narrativas fílmicas y de televisión, e incluso en la literatura erótica. Y esto parte de una revolución sexual que se ha expandido a diversos rincones del globo y ha penetrado en las redes sociales, dando mayor visibilidad a esta herramienta de la imaginación humana.
“Una fantasía es una representación mental que evoca algo que vivimos o algo que creamos en nuestra mente que nos provoca excitación. Y no tiene porqué incluir solo imágenes, sino también elementos sensoriales de tacto, olfato, oído, de temperatura... Nuestra imaginación puede ser muy potente”, explicó la psicóloga y educadora sexual Arantxa Moliner, al diario El País.
Este es el caso de más del 84% de personas que viven con su pareja, según un estudio realizado por la Universidad de Montreal, dirigido por Christian Joyal, donde la muestra de 1,500 adultos (mitad mujeres y mitad hombres) registró que la mayoría de los hombres describe sus fantasías más vívidamente y le encantaría que se hicieran realidad, mientras que las mujeres prefieren mantener un bajo perfil y guardarse los pensamientos para sí mismas. Esto se debe a que, según Joyal, “las mujeres en general distinguen claramente entre la fantasía y el deseo, aunque muchas evocan temas relacionados con la sumisión, también dicen que no les gustaría que esa fantasía se hiciera realidad”.
La esencia de las fantasías es mantener viva la curiosidad y ganas de explorar nuevos horizontes con la pareja, nuevas técnicas, juegos y aventuras explosivas que mejoren el rendimiento de la escena sexual en su convivencia. Muchas veces el encuentro sexual se pospone por diversas causas, en esos momentos las fantasías llegan como un salvavidas del subconsciente que promueve la sexualidad, le dedica el espacio que físicamente no se puede satisfacer y posiciona el sexo como una de las prioridades en la relación.
Aunque las fantasías se presentan como estos mágicos escenarios en la imaginación, donde el individuo tiene control de todo (incluyendo las emociones de la pareja), eso no representa la realidad. Joyal descubrió en su estudio que “las mujeres tienden a incluir a sus parejas en sus fantasías, mientras que los hombres fantasean mucho más con las relaciones extramaritales”, lo que puede reflejar futuros problemas si no se establecen límites adecuados.
La falta de comunicación sobre lo que se desarrolla dentro y fuera de la habitación es uno de los principales factores de riesgo en las relaciones, y que causan daños irreversibles a largo plazo. El no tener el conocimiento de las técnicas sobre cómo exponerlo a la otra persona, puede causar una afectación grave, como señaló Moliner, “hemos de valorar si la fantasía o el sueño erótico pueden molestar o dañar a nuestra pareja o a la relación. Las fantasías pertenecen a nuestra intimidad, y no todo ha de ser compartido”.
Si se desea compartir la imaginación sexual, se debe realizar el acercamiento lo más natural posible, es decir, establecer conversaciones de pareja entorno a lo que se imagina y empezar por lo básico, las escenas más ligeras sin añadir muchos detalles.
Y es que las fantasías no deberían ser conceptualizadas como una desazón, aun cuando se fantasea con alguien distinto a la pareja actual, lo que puede llevar a crear confusiones y despertar un sentimiento de inmoralidad para quien lo imagina, al pensar que no debería permitirse tal placer imaginario.
Para la sexóloga Núria Jorbas, “los expertos en la materia hablamos de infidelidad o engaño cuando existe una conducta, pero el pensamiento es libre y nuestra capacidad de fantasear también, por lo que es muy diferente el pensar que el hacer”. Además, el deseo no necesariamente significa acción, como planteó la experta al diario español: “Esto no quiere decir que quieran llevarlo a cabo, sino que simplemente pasa en la intimidad de sus pensamientos. Compartir este tipo de fantasías, sobre todo si es con algún conocido, puede causar conflictos dentro de la pareja en ambos casos. Cada pareja es libre de hacer el pacto que crea conveniente y con el que se sienta a gusto”.
Y no hay límite para las fantasías, pueden situarse en diversos escenarios desde sencillos hasta complicados, como investigó Joyal, clasificándolos en cuatro sectores: rara, inusual, común y típica. Dentro de estas categorías, situaciones como sexo interracial generaron una respuesta positiva del 61,2% de los hombres y 27,5% de las mujeres; en cuanto a tener sexo en un lugar inusual recibió una respuesta positiva de 81,7% de las mujeres y 82,3% de los hombres. Rompiendo con el paradigma de los famosos 'tríos', la muestra arrojó que un 56,5% de las mujeres y 15,8% de los hombres fantasean con tener relaciones sexuales con más de tres personas.
Mientras que la vida sexual figure en la lista de prioridades de una pareja donde exista conversación de temas específicos, las fantasías no se convertirán en pesadillas y se creará un espacio seguro y provocativo que permitirá ampliar su catálogo de recursos para el disfrute de una abundante y saludable relación íntima.