Organizaciones de productores de café de Chiapas, estado de la frontera sur de México, reanudaron la exportación de café a Estados Unidos, destino del...

- 20/04/2025 00:00
Intervencionismo y formación del Estado nacional.
El Estado panameño ha experimentado una serie de contradicciones denominadas momentos de ruptura y continuidad, plantea Adames. Dicho proceso se puede dividir en cuatro periodos, el “Protoestado oligárquico-liberal restringido (1903-1932); el Estado oligárquico-liberal ampliado (1932-1968); el Estado militar-desarrollista (1969-1989) y el Estado democrático-neoliberal (1990- )”.
Para comprender dicho proceso, comencemos por el final: en diciembre del año 2024, Donald Trump, presidente estadounidense, planteó la posibilidad de recuperar el Canal de Panamá; la tensión fue creciendo; en enero de 2025 un grupo de congresistas republicanos introdujo en la Cámara de Representantes un anteproyecto de ley que autoriza a la Casa Blanca comprar el Canal.
Algunos han planteado que la única manera de que EE. UU. recupere el Canal es por medio de una invasión militar y esta idea es válida, a lo largo de nuestra historia republicana las intervenciones militares han sido frecuentes. Adames señala que han ocurrido cuatro solicitadas (1906, 1912, 1925, 1989) y de facto otras cuatro (1926, 1918, 1921, 1964). Agrega, el Estado panameño se ha formado mediante fraudes electorales, golpes de Estado e intervenciones políticas y militares de EE. UU.
En la formación de un Estado-nación no deben existir elementos coercitivos externos, es un requerimiento elemental, de lo contrario se imposibilita la construcción de un aparato administrativo-jurídico autóctono, ya que, bajo esas condiciones, es como si emanara una bestia desde las entrañas del cuerpo, lo hiere gravemente, pero no lo deja morir.
Tres grandes contradicciones
De acuerdo con Gandásegui, a lo largo del siglo pasado ocurrieron tres grandes contradicciones imposibles de conciliar que desenlazarían en la invasión militar de 1989, la cual se constituye como el fin de una derrota histórica. La primera fue el choque entre el expansionismo estadounidense y las aspiraciones locales de levantar un Estado soberano. La segunda, el modelo político no pudo garantizar una expansión planificada de las fuerzas productivas, debido al desacoplamiento entre el desarrollo capitalista y el crecimiento especulativo basado en la ruta de tránsito. Tercera, el proyecto nacional ̶ que venía desde el siglo XIX ̶quedó desplazado por la disputa entre el proyecto hegemónico militarista y el proyecto transitista.
A partir de 1990 escribe Adames: “se ha construido una visión del mundo acorde a la naturaleza transitista de la economía y cuya naturaleza conservadora y conformista es transversal a clases y sectores”. Agrega, esa hegemonía simbólico-cultural de la que el transitismo es el modelo económico por excelencia se ha degradado a lo largo del tiempo y en la actualidad se manifiesta como una crisis de resquebrajamiento institucional.
Fragilidad institucional y transitismo
El Estado moderno occidental adolece de legitimidad, son pocos los que se apegan al modelo ideal, convirtiéndose en la tendencia, arrastran una crisis interna generada por la corrupción que erosiona sus instituciones. Pero también llevan consigo una crisis externa, la intervención de Estados más poderosos que golpean las débiles soberanías.
La fragilidad del Estado se observa a nivel particular cuando crece la desconfianza en las autoridades, servicios públicos de baja calidad y violencia galopante... Y en general, con la pérdida del uso legítimo de la fuerza, el control físico del territorio y la incapacidad de una integración política territorial. Para Adames, la fragilidad institucional en Panamá está dada por la condición colonial que ha determinado las formas materiales e ideológicas de lo estatal nacional.
La vía interoceánica es la “razón existencial” del intervencionismo estadounidense. Adames plantea que el transitismo de cohorte neoliberal se resquebraja, crisis que genera inestabilidad, ̶ pero lo más grave es que las alternativas sofisticadas ̶ de un Estado-nación con capacidad de disolver la crisis de legitimidad son restringidas. En una frase, pareciera que no hay otra salida.
Estado subordinado y autodeterminación
La vía interoceánica hace su aparición en condiciones desfavorables frente a la “hidra imperial”. De acuerdo con Adames, el transitismo nace sin la mediación de un Estado nacional desarrollado, en un entorno donde la población que habitaba era mayoritariamente analfabeta y carentes de lineamientos políticos constitucionales. Peor aún, en la primera década del siglo XX se cogobernaba con los estadounidenses alojados en la Zona del Canal, careciendo del monopolio legítimo de la fuerza.
Soler plantea que ese carácter subordinado del Estado panameño queda evidenciado en un acta dirigida al Gobierno de EE. UU. donde se pedía orientación y reconocimiento... La subordinación se reafirma con el tratado Hay-Buneau-Varilla, se plantea que EE. UU. ha de garantizar la independencia de Panamá.
Más aún, la primera Constitución panameña señalaba que el Gobierno estadounidense podría intervenir en cualquier parte del territorio nacional para mantener el orden. En 1904 el ejercito panameño fue disuelto; pasó a convertirse en policía. Los enfrentamientos con el Gobierno estadounidense eran constantes. Belisario Porras, en su primer mandato, recibió instrucciones para que en 1915 se desarmara la Policía y en 1916 le solicitaron reducir la Guardia Presidencial.
En 1921, escribe Soler, Costa Rica decide invadir nuestro territorio, y Panamá tuvo que reclutar voluntarios para la guerra; a pesar de que estábamos desarmados les causamos grandes bajas a los ticos. No obstante, el gobierno de EE.UU. tomó partida y favorece a los costarricenses, Porras protestó. En la década del 20, toma fuerza la autodeterminación panameña, la sociedad se va organizando políticamente, sobre todo los estratos sociales bajos y medios, surge la huelga inquilinaria y nuevamente EE.UU. interviene por petición del entonces presidente Chiari.
En San Blas, una rebelión se declaraba República Independiente “Tule”, aunque el conflicto fue entre los panameños, figuraba Richard O. Marsh, conocido negociador de EE. UU. que instigaba el conflicto. En 1931, Acción Comunal, agrupación política de la clase media, ejecutó el primer golpe de Estado en la historia del país; apoyaban al presidente Arnulfo Arias.
Del Protoestado al Estado oligárquico
En este punto, Adames diría que el Protoestado oligárguico-liberal restringido tomó la forma de un Estado oligárquico-liberal ampliado. La incrustación de la clase media en la administración estatal durante la década del 30 trajo como resultado el surgimiento de la Universidad de Panamá y la Normal de Santiago, ambas instituciones levantarían la bandera del autodeterminismo, concretándose en el tratado Arias-Roosevelt que anula la intervención estadounidense en asuntos internos del país, plantea Soler.
El segundo golpe de Estado ocurre en medio de la Segunda Guerra Mundial, cuando el presidente Arias rehúsa a colocar bases militares estadounidenses en suelo panameño. Después de la guerra, EE. UU. intentó nuevamente colocar bases militares, pero las movilizaciones populares lo impidieron. A finales de la década del 50 se instalaron banderas panameñas en la Zona del Canal, y en 1964 se da una movilización popular que deja un saldo de 21 muertos y 300 heridos panameños. A partir de este momento, Adames diría que el Estado oligárquico-liberal ampliado toma la forma de Estado militar-desarrollista.
Finalmente, Gandásegui plantea que todas esas contradicciones se juntaron a punto de estallar en la década del 70, pero fueron manejadas sabiamente. La combinación de elementos como el expansionismo estadounidense, las luchas populares, crisis económica, las discrepancias entre la visión militarista, transitista y el autodeterminismo. No obstante, en los años 80 Panamá queda sumergida en la década perdida, los principales acontecimientos son la muerte del general Torrijos, la crisis económica, militar y finalmente la invasión de EE. UU. a Panamá.
El autor es sociólogo. Profesor de la Universidad de Panamá