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Los ‘ojos’ del bosque observan a los felinos
- 01/03/2024 00:00
- 29/02/2024 16:53
El 4 de marzo de 2014, el biólogo Ricardo Moreno, de la Fundación Yaguará Panamá, se encontraba en la provincia de Darién cuando se vio cara a cara con una persona que acababa de matar un jaguar y tenía la piel colgando para secarla.
A lo largo de su trayectoria de 26 años dedicado al estudio de los felinos silvestres en Panamá y en Costa Rica, Moreno ha acumulado éxitos, pero también decepciones por la pérdida de estos majestuosos felinos.
La estadística que maneja indica que en el periodo de 1989 hasta febrero de 2024, se han matado 395 jaguares en Panamá.
Una de las contribuciones más destacadas del investigador panameño especializado en ecología, conservación y manejo de vida silvestre, ha sido la implementación de técnicas innovadoras como el uso de cámaras trampa, una herramienta muy útil que se viene empleando en varios países desde la década de 1990.
En 2014 comenzó un ambicioso proyecto de monitoreo biológico de jaguares, otros felinos y sus presas con cámaras trampa en la serranía de Pirre, en el Parque Nacional Darién (PND), un logro que se mantiene hasta la fecha.
El monitoreo científico de especies emblemáticas como el jaguar, a largo plazo y en una extensión geográfica significativa, es importante para obtener datos relevantes sobre las poblaciones y sus amenazas, de manera que sirvan para definir medidas de conservación, proponer políticas públicas, planes de manejo y aportar al conocimiento sobre la fauna silvestre local y la educación ambiental.
El PND está al este de Panamá, a unos 325 km de la ciudad capital y colinda con la frontera colombiana.
Desde 2014 a la fecha, Moreno y su equipo han realizado tres giras anuales a Pirre, una para colocar las cámaras, otras dos para cambiarlas de lugar y abarcar más de 100 km2 para obtener más datos, y para reemplazar las que sean necesarias. La cámara ubicada a mayor altura en la serranía de Pirre está a 1.464 metros sobre el nivel del mar.
Adicionalmente, cada año realizan otras actividades, incluyendo visitas de colaboradores del proyecto y también para sensibilizar a la población. La topografía de Pirre es muy quebrada, hasta su cumbre es irregular. La caminata hasta la cima es físicamente demandante.
“En la estación seca es más cómodo, pero es más caliente y debemos cargar mucha agua desde una parte muy vertical en la subida que se conoce como ‘Ensucia pecho’ o ‘Ensucia culo’, dependiendo si va subiendo o bajando. El último kilómetro hacia la cima es sumamente difícil, pero es un gran reto que ya lo tenemos un poco amansado”, narra Moreno.
El científico expresa que parte de la emoción al llegar a la cima de Pirre, es que casi siempre se encuentran huellas de jaguar, de tapir, de manadas de puercos de monte de 50 a 100 animales y, a veces, es posible ver el mono araña negro, que está en peligro crítico de extinción en Panamá.
“El bosque es impresionante, parece el de los elfos de El señor de los anillos con su bruma, los rayos de sol colándose y es un poco achaparrado. Casi llegando a la parte media de la caminata del filo de Pirre, tenemos un campamento que llamamos ‘Carajo’. Hace años, un árbol se había caído y había un claro donde se veía la serranía hacia un lado, como mirando hacia Cana, y levantamos el campamento allí. Todos los años acampamos en ese lugar y como a las 6:00 de la tarde, cuando regresamos de colocar las cámaras, nos sentamos y se pueden ver bandadas de 20 guacamayas azul y amarillas. Es un lugar hermoso e impresionante”, relata el investigador afiliado al Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y explorador de National Geographic.
Actualmente el jaguar se halla en peligro de extinción, según la ley panameña, y está listado en los apéndices de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites).
Entre sus amenazas principales están: la pérdida de bosques, la cacería de sus presas, el comercio ilícito de su piel y otras partes, y los conflictos con los ganaderos debido a la depredación de sus terneros, caballos y otros animales.
El uso de las cámaras trampa ha permitido a los científicos como Moreno, conocer las áreas por donde se desplazan los jaguares, sus hábitos alimenticios, las amenazas que enfrentan e identificar individuos por sus rosetas en las imágenes.
Se estima que la densidad de jaguares en Pirre desde 2014 hasta ahora se mantiene entre 1,38 a 1,88 individuos por 100 km2. También se ha obtenido información sobre otros felinos silvestres, como ocelote, puma, tigrillo y jaguarundi, además de mamíferos como puerco de monte, tapir, hormiguero gigante, perrito de monte y coyote.
Para colocar las cámaras en el bosque, los científicos toman en cuenta la ubicación, altura, y señales como huellas, marcas o arañazos en los árboles, excretas y orina, que indican que los felinos pasan por una zona determinada.
A través de los años, diferentes organizaciones han financiado o apoyado el monitoreo biológico del jaguar, otros felinos y sus presas, entre ellos: el Fondo Darién entre 2014 a 2016; la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), el Instituto Médico Howard Hughes, National Geographic, el programa de pequeñas donaciones del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, el Ministerio de Ambiente, el Fondo GEF y el Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente (Pnuma).
La comunidad indígena emberá de Pijibasal, en El Real de Santa María, zona de amortiguamiento del PND, es aliada de la conservación de su entorno y la fauna, y colabora con científicos como Ricardo Moreno y Karla Aparicio, bióloga que estudia el águila harpía. Los habitantes de Pijibasal han apoyado el monitoreo desde sus inicios, brindando hospedaje, alimentación y guía durante las giras.
Con motivo de los 10 años de monitoreo del jaguar en Pirre, Moreno compartió con los habitantes de Pijibasal los logros de este esfuerzo en una presentación con videos y fotos captadas con las cámaras trampa. Algunos de los guías y asistentes en las giras recordaron sus experiencias.
En este momento, Moreno, cofundador de Yaguará Panamá, trabaja en la consecución de fondos para continuar con el monitoreo en Pirre. “Es un desafío porque aunque las cámaras trampa son robustas y adecuadas al clima, se dañan, a veces las hurtan y hay que comprar otras. Seguiremos trabajando por la conservación del rey de los bosques y todo su entorno, en conjunto con las comunidades y los tomadores de decisiones”.