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- 13/01/2025 00:07
- 12/01/2025 18:22
La vegetación panameña se ve beneficiada con las condiciones climáticas y una serie de factores que favorecen su exuberancia. Sin embargo, durante los últimos años circunstancias tanto naturales como otras ocasionadas por el hombre, hacen necesario el desarrollo de estrategias más efectivas para fortalecer el patrimonio forestal. Los arboretos son un modelo de iniciativa que puede ampliar los territorios boscosos.
Los bosques cubren un tercio de la superficie del planeta y albergan más de la mitad de las especies terrestres de vegetales y animales.
Una cuarta parte de las medicinas modernas provienen de plantas de los bosques tropicales, incluyendo dos tercios de todas las medicinas que combaten el cáncer. Además de salvar la vida de las personas, estas plantas medicinales tienen el asombroso valor de 108 000 millones de USD al año.
Los bosques ofrecen una amplia variedad de alimentos nutritivos, como frutos secos, frutas, semillas e incluso insectos, que son ricos en proteínas y en importantes minerales como el calcio y el hierro. Estos productos naturales ayudan a las comunidades forestales y a millones de otras personas a mantenerse sanos.
Los árboles de los bosques son acueductos naturales; redistribuyen hasta el 95% del agua que absorben donde más se necesita. Mantienen el agua en el suelo, evitando la erosión, y luego la liberan de nuevo a la atmósfera para producir un efecto de enfriamiento.
Según Wikipedia, un arboreto o arboretum es un jardín botánico dedicado principalmente a árboles y otras plantas leñosas, que forman una colección de árboles vivos con la intención al menos parcialmente de estudiarlos científicamente.
Los arboretos contribuyen a la conservación ex situ de especies cuyas semillas no pueden ser almacenadas, que están catalogadas, por ejemplo, como amenazadas, o que pueden ser de interés particular. De esta forma, proporcionan también ocasiones para la investigación, identificación y biología de las especies presentes, aportando información para programas de restauración o reintroducción. También ofrecen oportunidades para ejecutar actividades de conservación y educación, en particular para las personas que viven en zonas urbanas
(Martínez Cordero, 2014).
También, según Wikipedia, el primer arboreto diseñado y plantado fue el Arboretum Trsteno, cerca de Dubrownik en Croacia, no se sabe el año exacto, pero desde 1492 se conocía su existencia. Hoy hay arboretos en Europa, Asia, Estados Unidos, Canadá y América Latina; unos más famosos que otros, pero igual de atractivos, porque cada uno de ellos refleja principalmente la variedad de árboles nativos existentes en estos continentes. Imagino que muchos lectores habrán disfrutado de estos jardines arbolados que se asemejan al paraíso terrenal, sobre todo los asiáticos, por su esmerado cuidado, amor y respeto por los árboles.
Los arboretos son importantes espacios verdes que contribuyen a educar y crear conciencia en la sociedad sobre la necesidad de conservar y proteger el patrimonio natural. Además, es un lugar ideal para el esparcimiento y estar en contacto con la naturaleza para mejorar la calidad de vida de las comunidades urbanas. Se sabe que ellos contribuyen a los esfuerzos de conservación de la biodiversidad protegiendo especies forestales en peligro de extinción.
Los investigadores saben que es un lugar propicio (aula verde) para la actividad científica y la práctica para estudiantes de carreras biológicas, forestales y ambientales. Por eso, contribuyen a la mitigación y adaptación al cambio climático. Es, por tanto, un espacio natural para conocer e identificar los árboles del país y cómo favorecen a la población.
Por otro lado, se observa que los ecosistemas forestales en Panamá cada día se encuentran más amenazados por cambios de uso del suelo, la contaminación y la tala ilegal, entre otros; por lo que es urgente emprender acciones que conduzcan a crear conciencia ambiental y en esto, el establecimiento de arboretos es crucial para este objetivo.
En el país tenemos una gran oportunidad para aprovechar la alta biodiversidad vegetal lo cual permite crear una verdadera colección arbórea para desarrollar nuevas formas de aprendizaje orientado hacia una nueva cultura forestal de integración de lo teórico a lo práctico, modificando actitudes, comportamientos y relaciones con la naturaleza viva.
En Panamá lo más parecido a un arboreto es el Jardín Botánico Summit, el cual posee en su gran mayoría árboles exóticos plantados por los norteamericanos. Panamá es un país rico en especies de árboles (más de dos mil), sin embargo, la mayoría de los panameños no las conocen. ¿Cómo podemos cuidar algo que no mucha gente conoce? He aquí la importancia de establecer estos jardines arbolados para que las actuales y futuras generaciones conozcan y aprecien su valor económico y ecológico.
Hay muchos lugares en donde podemos establecer estos arboretos. Por ejemplo, en el Valle de Antón, un sitio ecoturístico cerca de la capital y de un aeropuerto internacional. Este lugar cuenta con árboles como el cuadrado (Quararibea asterolepis), así como el único pino nativo panameño (Podocarpus sp.) y muchos más. Entre otros sitios potenciales a evaluar serían Boquete o Volcán, allí hay especies arbóreas únicas en Panamá como el Encino (Quercus sp.) y el Aliso (Alnus sp.) que se encuentran en bosques templados (representados por otras especies de estos géneros).
También habría que considerar la región central del país, porque en esta zona de bosque tropical húmedo (32% del territorio nacional) crecen la mayoría de los árboles locales, como el Palo de Rosa o Cocobolo, el Nazareno, Quira y el Berbá (Brosimun sp., árbol sagrado en México) entre otros. Allí convendría tener un arboreto extenso para incluir la mayor cantidad de especies de esa zona. Igualmente, en la región oriental, una forma de potenciar allí el ecoturismo (Chepo-Darién), podría ser con uno de estos jardines para mostrar su riqueza biológica y cultural: una combinación perfecta.
El área destinada a los arboretos varía según los recursos económicos, pero deben medir entre 10 y 200 hectáreas; incluir espacios para senderos, viveros, restaurantes, servicios básicos, investigación, cabañas y otras amenidades. Los municipios pueden desarrollar estos proyectos, en asocio con la empresa privada, universidades y clubes cívicos y pueden ser manejados por patronatos.
En Panamá tenemos una gran oportunidad para aprovechar la alta biodiversidad vegetal, lo que permite crear una verdadera colección arbórea para desarrollar nuevas formas de aprendizaje orientado hacia una otra cultura forestal de integración de lo teórico a lo práctico, modificando actitudes, comportamientos y relaciones con la naturaleza viva.
Iniciemos esta campaña con el lema: “Conociendo nuestros árboles, aseguramos su futuro”.