Las emociones escondidas

Actualizado
  • 16/11/2024 00:00
Creado
  • 15/11/2024 17:21
La mente humana es compleja, aun para los más estudiosos en el tema, por tal motivo, las emociones que emanan de ella siguen siendo, en muchos aspectos, un misterio

Sin excepción, todas nuestras emociones se expresan en macrogestos o microgestos. Sin embargo, cuando hablamos de microexpresiones, hablamos de una exposición en gran medida no sólo involuntaria, sino que además inconsciente para nosotros mismos.

Se lo resumo de esta forma: una microexpresión es el preámbulo de una emoción y son gestos faciales que aparecen en menos de un segundo cuando estamos felices, molestos, asustados, sorprendidos, asqueados, tristes, e incluso cuando despreciamos algo o a alguien.

Si alguna vez ha sido testigo de una microexpresión facial y no estuvo seguro de cómo responder adecuadamente en su interacción, hay algunas consideraciones importantes que pueden ayudarle a guiar sus próximos pasos.

Dado que las microexpresiones faciales solo ocurren cuando se intentan ocultar una de las siete emociones básicas ya mencionadas, ya sea de forma deliberada o inconsciente, siempre debe recordar que esta información no se compartió con usted a propósito o, quizás, incluso a sabiendas. Por esta razón, debe deducir cuidadosamente dos cosas: ¿usará esta información para mejorar su interacción o para aprovecharse del contrario?

Si ha decidido que vale la pena buscar información adicional para estar más seguro de qué pasos dar, la siguiente estrategia a considerar es preguntarse a usted mismo ¿por qué salió a la luz dicha expresión? o sea, saber el contexto.

Le voy a poner un ejemplo: Si en una plática amena su receptor genera una microexpresión de molestia, puede deberse a: 1) porque no está de acuerdo con su punto de vista, 2) porque no entiende su exposición y hay dudas al respecto, o 3) justo en ese instante su receptor se acordó de que dejó las llaves dentro del carro.

Si usted nunca deja el capítulo de un libro a medio camino, tampoco lo haga con una inquietud, por tal motivo le recomiendo esta frase: “Tuve la impresión de que estabas sintiendo algo cuando dije... “NUNCA pregunte: ¿te pasa algo?, ¿por qué haces ese gesto?” ya que la persona se sentirá atacada.

Ahora bien, como dicha información facial no fue voluntaria, el receptor tiene la libertad de decirle la razón o no. Si bien puede ser tentador, no presuma de que conoce la causa detrás de la expresión sin más investigación.

En última instancia, la forma en que responda depende de la naturaleza de la relación, su historia pasada, futuro previsto y el conocimiento que tiene de la persona con la que está interactuando. Aunque creo que las relaciones generalmente funcionan mejor cuando las personas entienden y reconocen cómo se siente el otro y lo dicen, no siempre es así y, lo que no debería suceder, jamás, es no hacer que la otra persona sienta que no tiene privacidad a su lado y se sienta incómoda.

También debo recordarle, amigo lector, que la mente humana es compleja, aun para los más estudiosos en el tema, por tal motivo, las emociones que emanan de ella siguen siendo, en muchos aspectos, un misterio.

Daniel Goleman dice: “cuanto más abiertos estemos a nuestros propios sentimientos y sepamos reconocerlos, mejor podremos leer los de los demás”.

El autor de Inteligencia Emocional nos explica el modo en que podemos desarrollar la empatía. Para comprender los estados emocionales de otras personas, primero debemos mirar en nuestro interior. Recuerde, nuestra identidad está constituida por recuerdos y una colección de afectos y emociones.

Ahora bien, aunque popularmente la empatía se explica como “ponerse en los zapatos de otro”, le recuerdo que, si la otra persona mide siete y mi pie mide ocho y medio, es claro que jamás podré calzarme sus zapatos, aunque quiera.

Podría recomendarle esto: siga a su corazón, pero lleve consigo su cerebro, ¡vaya que si es complicada esta recomendación!, ¿por qué? Porque el corazón tiene razones que la razón no entiende. ¿Le sonó a trabalenguas? ¡Sí! Lo es.

Entonces, ¿cómo superamos esto? Con la escucha activa y una mente que esté dispuesta a negociar por el bien común o punto diplomáticamente correcto, porque no todo lo que se diga se debe considerar como palabras escritas en piedra.

Justo por esta razón, las emociones, personalidades, estilos y pensamientos chocan. Como dice mi tío: “en muchos contextos prefiero tener paz y no razón”.

¿Nos ponemos más científicos? No hay correlación entre el coeficiente intelectual y empatía emocional, ya que existen personas brillantes, pero emocionalmente brutas (término acuñado y que sí existe en los mejores libros que hablan de la inteligencia emocional). Y todo ello es debido a que cada aspecto mencionado está controlado por diferentes partes del cerebro.

Es por ello que, para evitar dejarnos ganar por esas emociones escondidas, el nuevo pensamiento de vida y empresarial es ponderar la inteligencia interpersonal, la cual consiste en la capacidad de comprender a los demás: cuáles son las cosas que más les motivan, cómo trabajan y la mejor forma de cooperar con ellos. ¿Le cuento un secreto? El cerebro emocional responde a un evento más rápidamente que el cerebro pensante, y el cómo manejemos el resultado nos lleva a determinada consecuencia.

Por lo tanto, si alguna vez le toca interactuar con una persona desatenta y en ella aparecen microgestos, lo importante es reconocer que esa actitud no depende exactamente de usted; solo así será capaz de ahuyentar la energía negativa y continuar con su día tan bien como lo empezó. Sin embargo, para lograrlo, es fundamental desarrollar su inteligencia emocional y no dejarse ganar de las emociones escondidas.

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