‘La Niña Jenny’ retrata la cotidianidad del Panamá del siglo XIX

Actualizado
  • 18/02/2025 07:46
Creado
  • 17/02/2025 17:28
El nuevo libro del científico del Smithsonian, Stanley Heckadon Moreno, narra las vivencias de Jenny C. White del Bal en Santiago de Veraguas en los años 1863-1867. La obra, que se se presentará este 19 de febrero en la Biblioteca Nacional, es considerada por el propio autor como ‘extraordinaria’ y ‘el único testimonio [escrito] dado por una mujer para el Panamá de aquella época’

La Niña Jenny se titula el nuevo libro de Stanley Heckadon Moreno, antropólogo y científico del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI, por sus siglas en inglés), una obra que recoge las vivencias de esta neoyorquina en Santiago de Veraguas, en un contexto histórico y de la vida cotidiana de Panamá entre 1863 y 1867.

El libro es un homenaje póstumo a su amigo y compadre Carlos Manuel Gasteazoro, fundador y primer director de la Editorial Universitaria de Panamá y de la Biblioteca de la Cultura Panameña, quien en una de las tantas reuniones y “hablando en la intimidad”, le confesó su sueño de que antes de morir deseaba que ambos tradujeran al español las cartas de Jenny C. White del Bal.

“Le confesé no saber quién era ella, que yo no era historiador, y con su entusiasmo me explicó”, rememoró Heckadon, quien posterior a la propuesta de su compadre se enteró, a través de su amigo Alfredo Castillero Calvo, que en 1973 se había topado al azar, en la Sterling Memorial Library de la Universidad de Yale, con el libro de Rhoda White (la madre de Jenny) en Boston, en 1868, y que había enviado copia a Carlos Manuel Gasteazoro para que fuese traducido y publicado, pero que el comité editorial lo desdeñó por ser Jenny estadounidense.

Pero, ¿quién fue Jenny C. White del Bal? Heckadon explicó a La Decana que ella fue una joven de familia distinguida de Nueva York. Su madre era poetisa y novelista, y su padre era miembro de la Corte Suprema de Nueva York. Jenny recibió una educación extraordinaria para la época y en 1862 se casó con Bernardino del Bal Arosemena, un universitario del remoto Estado soberano de Panamá, Estados Unidos de Colombia, y familia de don Justo Arosemena.

Bernardino fue el primer istmeño en graduarse de leyes en la Universidad de Harvard en 1862, cuando poquísimas familias podían enviar a sus hijos a estudiar al exterior. Además, eran pocos los estudiantes que se graduaron ese año, y en ese libro está contado el evento de su graduación.

En 1863, la pareja viaja al istmo y se instala en Santiago de Veraguas. Jenny había perdido a su primer hijo y eso, según el escritor, facilitó su vida en Panamá y la ayudó a superar la cabanga, la nostalgia, la tristeza por el trágico suceso de su vida.

Era una época en la que el analfabetismo generalizado y los testimonios escritos por mujeres eran pocos. Y de cada vivencia en aquella época, Jenny dejaba amorosas cartas a su familia, describiendo cómo era la vida cotidiana de la ciudad de Panamá y del interior del país, las costumbres, las formas de transporte, la belleza de su naturaleza tropical, la situación política y económica, la violenta persecución religiosa tras el triunfo de los liberales radicales en la guerra civil de 1859-1862, y luego de promulgarse la Constitución de Río Negro en 1863.

Sin embargo, ella nunca se quejó de las incomodidades y privaciones que debió sufrir en aquel remoto pueblo rural, tan lejano de su sofisticado Nueva York. “Jenny no escribe nada en realidad hasta que llegan al trópico, a las islas del Caribe, y ve las palmeras y la vegetación tropical y las playas blancas. Allí es cuando comienza a escribir”, comentó Heckadon, quien calificó a la neoyorquina como una aguda observadora y prolífica escritora, y a su obra como un material invaluable para el conocimiento sobre la vida cotidiana del siglo XIX.

“El libro con las cartas de la niña Jenny es extraordinario. Es el único testimonio [escrito] por una mujer que tenemos para el Panamá del siglo XIX. No hay otro”, afirmó el escritor, señalando que en adelante, por los próximos años, sus hermanos, su padre, su madre, le escribirían pidiéndole que les describiera ¿cómo era Veraguas y ese país, parte del Estado soberano de Panamá y del entonces Estados Unidos de Colombia?

Heckadon narra que las cartas de Jenny a su familia despertaron un gran interés en sus hermanas por conocer más sobre el istmo y le preguntaban cosas como: ¿qué comen en Panamá?, ¿cómo se visten las muchachas?, ¿cómo son las fiestas?, ¿cómo son los velorios? ¿cómo son las misas?, ¿cómo son los caminos?

Y, Jenny les contaba esos detalles que un hombre normalmente no escribiría. Se convirtió en un gran reportera. “¿Qué hombre se va a poner a describir los trajes de las muchachas de la época? Esa fue una de sus primeras cartas simpáticas”, recordó Heckadon, a quien le tomó cinco años poder traducir las cartas que Jenny envió a su familia y que su madre conservó.

Otras de las anécdotas que describe Jenny en sus cartas a su familia en Nueva York es cuando llegan al barrio de San Felipe, antes de irse para Santiago, y en la casa de su tía política donde se estaba quedando, la señora del Bal de Sosa, una de las niñas, “Michelita”, cumplía 15 años, y el día en que llegó le tocó presenciar en plena fiesta una corrida de toros frente a la casa de la quinceañera. Eso era costumbre que los admiradores de las niñas -como se les llamaba a las jóvenes acomodadas de la época- le ofrecieran una corrida de toros frente a sus casas.

“Yo me pongo a imaginar hoy el barrio de San Felipe, en Santa Ana, con una corrida de toros, cada vez que cumplía una quinceañera. ¡Interesante!”, comentó entre risas el escritor chiricano, quien después de media década logró traducir las cartas de Jenny White y hacer una investigación histórica con ayuda de voluntarias, que iban a los archivos y entraban también digitalmente a los reportes del New York Times y del Star and Herald, en inglés y en español, para poner las cartas de Jenny en contexto y terminar la obra.

Jenny murió de fiebre amarilla en Santiago, en 1867, en una de las frecuentes hambrunas y pestes que seguían a los desastres de las incesantes guerras civiles. Tenía 32 años y fue cuando su madre, Rodha Elizabeth White Waterman, decidió reunir todas las cartas de su hija en 1868 y las publicó en Boston, Massachusetts, Estados Unidos, con el título Memoir and letters of Jenny C. White del Bal. “Fue un libro tan original como extraordinario por ser el testimonio de una joven extranjera educada, observadora y conservadora. Fue un número limitado de libros, la edición fue mínima para la familia. Yo en realidad nunca había oído de ella”, reconoció Heckadon.

Por sus cartas desfilan personajes como Abraham Lincoln, los generales Tomás Cipriano de Mosquera, Buenaventura Correoso, Vicente Olarte y presidentes como Misael Murillo Toro, así como también las familias aristocráticas del barrio colonial de San Felipe, las de Santiago de Veraguas y el campesinado de la región.

Stanley Heckadon Moreno
Antropólogo, científico y escritor
El libro con las cartas de la niña Jenny es extraordinario. Es el único testimonio [escrito] por una mujer que tenemos para el Panamá del siglo XIX. No hay otro”.
Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones