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- 09/11/2024 00:00
- 08/11/2024 19:33
Si usted ha escuchado que cruzar los brazos es signo de rechazo y lo ha creído, entonces, amigo lector, ha sido víctima de uno de los tantos mitos urbanos que existen en el mundo y que se prestan para cometer errores garrafales de interpretación.
El lenguaje corporal es poderoso y por ello, saber leer a una persona debe ser algo serio y estudiado. El análisis consciente y el sentido común es imprescindible y, algo tan común como cruzar los brazos es satanizado por un juicio apresurado y por expertos de oído. Nuestras apreciaciones muchas veces son emotivas, por lo que este acto, tiene matices dependiendo del contexto. En este artículo, permítame compartirle las 9 razones por las cuales una persona hará esta simple acción.
1. Comodidad: si usted dicta una charla y alguien cruza sus brazos, probablemente esté buscando comodidad. De hecho, se nota al instante; es más, cuando todo el cuerpo busca ponerse cómodo en el asiento y mantiene la postura al menos dos o tres minutos con pocos movimientos, confirmará esta razón.
2. Estrés: quien lo haga, no solo cruzará sus brazos, sino que además se dará pequeñas palmadas en los antebrazos o se frotará lentamente. Psicológicamente es una manera de autotranquilizarse. Este gesto es similar al efecto que produce frotarnos las manos y no tiene nada que ver con bloqueos o comodidad, sino con ansiedad.
3. ¡Dios, qué frío!: a veces, la explicación más sencilla es la correcta; así de simple. Considerar que la persona no está de acuerdo con lo que decimos, está bloqueada o tiene una actitud hostil, puede pasarnos por la mente antes de dar por hecho de que la temperatura del ambiente está baja y la persona se está congelando.
Quien cruce los brazos por frío comenzará a temblar porque es un acto reflejo del cuerpo para calentar los músculos y, dado que la sangre se encuentra en el tronco para mantener protegidos los órganos vitales, las extremidades serán las primeras en mostrar espasmos.
4. ¡No me acose!: la persona que se sienta insegura y necesita protegerse de los ojos ajenos e insistentes cruzará sus brazos para no sentirse tan expuesta. En sí, es un acto instintivo y una barrera natural de protección que tiene el cuerpo ante una situación determinada. En algunos casos, la persona hará uso de objetos como maletines, libros, o blusas, camisas y hasta almohadas para reforzar esta acción.
5. El alfa que lleva dentro: las poses de poder no solo se demuestran con los codos hacia afuera; de hecho, el cruzarse de brazos también es una fuerte demostración de personalidad. Es normal mostrar su lado alfa, sea hombre o mujer; al hacerlo, hará ver su caja torácica más grande de lo normal y por ende más intimidante. La mejor forma de notarlo es cuando los brazos están sobre el pecho mismo, no más abajo, y los hombros están hacia atrás... observe las fotos de Batman, Superman y hasta de la Mujer Maravilla.
6. Miedo extremo: instantáneamente cruzaremos los brazos sobre el pecho para proteger nuestros órganos internos. Hacerlo bajo miedo extremo provoca además constantes gestos manipuladores, tales como: tocarse la cara o el cuello, contracciones musculares, labios apretados, ojos cerrados fuertemente y, en muchos casos, se dará el “efecto tortuga”, en el que los hombros subirán mientras la cabeza baja.
7. Reflejo y ‘rapport’: a primera vista, si dos hombres están frente a frente, apoyados contra una pared con los brazos y tobillos cruzados, podría significar una confrontación; en realidad, esta posición es un reflejo entre ambos y una característica del ‘rapport’ o puente empático que indica que ambos están sintonizados con las mismas ideas. Si la postura de uno parece un reflejo de la del otro es señal de acuerdo y sintonía emocional.
8. Aislamiento: habrá momentos del día en que necesitamos tener un diálogo interno. Psicológicamente, es un estado introspectivo muy natural y crea una barrera tanto física como psicológica con nuestro entorno para permitirnos pensar sin distracciones.
9. Ira controlada/rechazo: esta, en particular la he dejado de último porque es, justamente, lo primero que las personas presumen cuando alguien cruza sus brazos. Es la manera más efectiva que el cuerpo usa para contener su propia energía interna y no explotar de mala manera.
Los niños son los mejores protagonistas de este gesto cuando les pedimos hacer algo que no quieren; también es una excelente manera de comunicar contrariedad sin decir una palabra.
Los adultos lo hacemos cuando nos sentimos frustrados y es incluso una forma de apartar a los demás como advertencia. Para esto, el ceño podrá estar fruncido, los labios apretados y la barbilla apuntará hacia abajo. Estos gestos son compañeros inseparables con este cruce de brazos y es aquí cuando saber leer las microexpresiones es clave, porque no necesariamente serán movimientos obvios.
Le recuerdo algo clave, amigo lector, una acción aislada no dice nada; para ello, los expertos nos guiamos de clústers o agrupaciones que varían según el contexto.
Para terminar, si usted encuentra a alguien con los brazos cruzados, por favor analice el entorno, el contexto y hasta la temperatura del ambiente antes de plantear un juicio apresurado que bien puede estar errado. Si tiene la confianza ¡pregunte!, pues no existe nada más erróneo en la vida que andar haciendo juicios valorativos sin fundamentos y, más aún, si no estamos dentro de la cabeza de la otra persona o preparados para hacer un análisis del lenguaje corporal.