Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 05/10/2024 00:00
- 04/10/2024 18:50
Parto por decir algo clave, ninguna tecnología del mundo, por más inteligente que sea, reemplazará la interacción humana, las emociones y la riqueza de una comunicación asertiva cara a cara. Yo en lo personal prefiero una buena taza de café entre amigos que un dispositivo inteligente o unas apps, y eso que soy publicista.
Hoy, el mundo se maneja entre redes sociales, aplicaciones, emojis y avatares de última generación, por mencionarle algunos de sus protagonistas. Y el gran error humano que aún persiste, pese a las múltiples “actualizaciones” de estas tecnologías inteligentes, es asumir que la contraparte entiende su actuar digital.
¿A qué me refiero con actuar digital? Usted en su red social, llámese Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat, WhatsApp, Telegram, OnlyFans, Tik Tok, etc., es libre de poner el contenido que quiera, aceptar amigos, borrarlos, bloquearlos, restringirlos; sin embargo, le recuerdo: toda acción tiene consecuencias y emociones implícitas, sobre todo en el sentir de quien esté del otro lado de su pantalla.
¿Está listo, amigo lector, para un secreto a voces? Aunque las redes digan lo contrario, cuando usted realiza alguna acción en su cuenta, quien lo siga sí se dará cuenta de lo que hizo, en especial al bloquearlo, restringirlo o borrarlo, y si esa persona es detallista y su número de seguidores son pocos, es más rápido que se entere.
Aunque no sea obligatorio, ya sea por educación, sentido de amistad o porque su acción realmente es asertiva y justificada, la otra persona merece saber el porqué usted tomó x decisión con respecto a su relación digital con él o ella, de hecho, es un principio de respecto y madurez, ya que con ello usted abre una puerta de diálogo para que la otra persona ofrezca disculpas, argumente las razones de su acción o corrija su conducta virtual.
Un amigo o conocido al que realmente le importen sus emociones y sentimientos tomará tiempo para dialogar con usted y no hará nada de forma unilateral, recuérdelo siempre.
Ahora bien, hablando de amigos, ¿cuántos de los presentes en su red estarán al lado suyo cuando realmente los necesite?, ¿cuántos donarían, aunque sea una onza de sangre para usted?, ¿cuántos estarán a su lado en una cama de hospital o cementerio?, ¿cuántos compartirán un pañuelo para sus lágrimas, una taza de té para sus preocupaciones, una risa para sus alegrías o un abrazo para su soledad? Se sorprendería saber que de su lista de followers de miles o cientos, tal vez uno, dos, tres o cuando mucho 20 (si es valorado) estarán presentes en dichas situaciones... cuidado que nadie.
El hecho de que le pongan “regia(o), divina(o), bella(o), magistral, LOL” no los hace exactamente compartir su emoción y sentir; a veces, son simples expresiones sociales para aparentar. ¡Cuidado con esas falsas alabanzas que sólo alimentan egos, pero no enriquecen ni fortalecen amistades o relaciones!
Por más que alguien personalice un muro, las redes sociales siguen siendo frías y distantes, muchas de ellas comercializan imagen, mentiras, bochinches, maledicencia y desinformación, y son muy pocos los contenidos y redes que se usan para alimentar el ser y no el tener, que se destinan para el crecimiento y desarrollo humano o para fortalecer la verdadera amistad.
Ahora le pregunto, amigo lector, ¿le gustaría ser ignorado por alguien? Si la respuesta es no, hay muchas formas y no necesariamente digitales para buscar puentes de diálogo en una relación que usted consideraba buena o sana y, si la otra persona considera que no le debe una explicación porque es libre de hacer lo que quiera en su red, entonces deje que la pelota salga de su tejado y quede en el del otro, y que nadie, absolutamente nadie, argumente que usted no intentó salvar la relación, sea de amistad, comercial o laboral. Además, partamos de una primicia: nadie que sea su amigo de verdad le bloquea, restringe o borra.
A veces optamos por guardar silencio para no agravar una situación, cosa que hace que la otra persona asuma que hizo lo correcto o que usted no se dio cuenta, pero los silencios tienen dos consecuencias: o alargan el problema creando falsas asunciones o crea espacios necesarios para que exista un diálogo futuro asertivo, maduro, responsable y enriquecedor... pero, por favor, amigo lector, nunca deje un capítulo abierto a medias o mal cerrado. Eso no le hace bien ni a usted ni a su contraparte.
Le recuerdo dos pensamientos clave: no es su amigo quien demanda su silencio o le niega su derecho a crecer y, pase lo que pase, nadie puede hacerle sentir inferior sin su consentimiento.
En el mundo de la comunicación inteligente, todo comienza con un simple acto de atención y escucha activa, porque cada vez que hablamos, elegimos y utilizamos uno de los cuatro estilos básicos de comunicación: asertivo, agresivo, pasivo o pasivo-agresivo.
Ignorar a alguien es el mayor acto de desprecio y agresividad que puede hacerle a una persona; no caiga en ello, porque dicha acción habla más de usted que de su contraparte, sobre todo si él o ella ha mostrado interés y deseos de dialogar.
No importa la red social en la que usted se maneje más, dígale al mundo lo que quiere hacer, sentir o escuchar y le aseguro que, quien esté del otro lado, querrá ayudarle a hacerlo y, como la asertividad es la combinación entre “me respeto” y “te respeto”, si decide juzgar y actuar unilateralmente, su entorno entenderá que no tiene tiempo de amarles, valorarles y, sobre todo, respetarles, aunque ponga las mil excusas que existan en el mundo.