Esencia y tradición del ‘raspao' en el Casco Antiguo

Actualizado
  • 01/08/2019 02:00
Creado
  • 01/08/2019 02:00
Comerciantes locales comparten secretos de la preparación de este refresco granizado, cuentan cómo es su dinámica de trabajo diario y exponen la situación actual en el sector

R ecorrer las calles del Casco Antiguo es una experiencia maravillosa. Este lugar, declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1997, ofrece a sus visitantes historia, cultura y una amplia oferta gastronómica.

Sus calles acogen, con frecuencia, a visitantes locales y turistas extranjeros que se detienen a contemplar los monumentos. Y en este lugar es común que los caminantes sean atraídos por la voz de un hombre gritando a la distancia: ‘¡Se vende raspao!'

Este refresco granizado forma parte de los postres populares panameños y su ingrediente principal es el hielo, acompañado de jugos naturales, artificiales, leche condensada, coco, miel o malteada.

Para los aventureros, el ‘raspao' es el aliado perfecto, una preparación que les ayuda a refrescarse en medio del clima caluroso, especialmente durante el mediodía, cuando los rayos del sol aumentan y hacen de las suyas.

Es difícil que quien visite este lugar histórico se vaya sin antes probar uno. A muchos parece no importarles el tiempo de espera, están dispuestos a formar largas filas para disfrutar de esta experiencia de sabores que califican como ‘¡deliciosa!'

Manos a la obra

Emilio Sánchez, de 69 años, agita una campanilla luciendo algo exhausto y empuja a pasos lentos la carretilla en la que transporta los utensilios e ingredientes del ‘raspao'; un emprendimiento que ha sido su fuente de ingreso por más de 45 años.

‘El regular lo vendo a $1.00; el que lleva miel y leche condensada cuesta $1.50. Ofrezco sabores de uva, maracuyá, fresa, limón y nance', detalla.

Para este vendedor, el calor tropical del Istmo es su mejor socio, ya que los clientes buscan hidratarse con frecuencia y optan por el popular bocado granizado.

Sin embargo el problema inicia cuando cae la lluvia. ‘Hay días en que el aguacero merma todo y el negocio no anda bien. Los sábados y domingos son los días fuertes de venta. Aquí en el Casco pasean mucho los norteamericanos y aunque la gente piensa que son los que más compran, no es así, son los latinos y los nacionales', puntualiza.

Sánchez relata que cuando transita en vías cercanas a escuelas establecidas en la zona, vende a los estudiantes su producto a $0.50, porque son niños que no pueden pagar $1.00 por el refresco. Para él lo más importante es ‘ver el rostro de felicidad que muestran los pequeños cuando se comen el raspao'.

Emprendimiento

En la Plaza de Francia del Casco Antiguo se encuentra Julio Mendoza, un hombre que luce con orgullo su sombrero pintao , lleva puesta una camisa celeste, pantalón y zapatos negros.

Este vendedor, conocido como ‘Don Julio', lleva 16 años en el negocio y sale diariamente desde horas tempranas a vender su producto.

‘Antes tenía otras fuentes de ingreso y cuando las cosas se pusieron difíciles, tuve que ser ingenioso e inicié este negocio. Para mí, lo más importante es esforzarme y seguir adelante, porque de esa manera se obtienen grandes recompensas', subraya.

Mendoza recibe a sus clientes con una sonrisa agradable y mientras prepara el pedido, cuenta chistes y dice algunos refranes. Su trato amable y buen sentido del humor han hecho que este raspadero se gane la fidelidad de sus clientes.

Ofelia Sánchez recuerda que desde la primera vez que probó el ‘raspao' de Don Julio quedó cautivada por el sabor y desde entonces no ha dejado de comprarle.

‘Vengo los domingos con mis hijos, nietos y otros familiares. Es un gusto hablar con Julio, su carisma y sus historias hacen que la espera sea más amena', comenta.

A diferencia de otros vendedores, Mendoza no recorre las calles del Casco y opta por permanecer en la plaza.

‘¿Ha escuchado la frase: ‘Piedra que poco rueda no cría limo'? ya no tengo las mismas fuerzas de antes, aunque todavía soy un muchachón (risas). Siempre estoy en este sitio y me gusta porque no desgasto las ruedas de mi carrito', comparte.

Con tono alegre expresa que su mayor satisfacción es darle al mundo un buen servicio y ofrecerle a todas las personas las delicias del ‘raspao'.

‘Don Julio' ofrece una variedad de sabores naturales como maracuyá, limón, tamarindo, nance, papaya, melón y coco, y artificiales como frambuesa, uva y fresa. ‘Al que le gusta el ‘raspao' especial, lo compra con malteada; y al que le gusta el tradicional, solo le agrega el jugo. El precio va desde $1.50 hasta $2.00', expone.

Para Mendoza, los días feriados y fines de semana aumenta la demanda y no hay descanso; en cambio, los días de semana no percibe muchas ganancias, lo que le ha llevado a explotar otras habilidades para afianzar su negocio.

‘El idioma no es una barrera. He aprendido a comunicarme en inglés. Antes de que se vaya un posible cliente hay que ponerse en las pilas. No importa si el consumidor es chino, ruso, alemán o francés', expone.

Para este panameño reinventarse y adaptarse a los cambios es fundamental, por ello incorporó el sistema de pagos por tarjetas.

El emprendedor interiorano se siente agradecido con Dios por la oportunidad de vida; y dice sentirse ‘orgulloso de mi trabajo porque con él pude proveer a mi familia todo este tiempo'.

‘¿Ha escuchado la frase: ‘Piedra que poco rueda no cría limo'? ya no tengo las mismas fuerzas de antes, aunque todavía soy un muchachón (risas). Siempre estoy en este sitio y me gusta porque no desgasto las ruedas de mi carrito',

JULIO MENDOZA

VENDEDOR DE ‘RASPAO'

CURIOSIDADES DEL ‘RASPAO'

Cada región ha nombrado este refresco de forma distinta

En Guatemala se le denomina ‘granizada' y los hay de sabores exóticos como el camarón.

En El Salvador, le nombran ‘minuta'.

En Venezuela se le conoce como ‘cepillado' y ‘raspadito'.

Mientras que en Perú, se les dice ‘raspadilla'.

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