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- 30/11/2024 00:00
- 29/11/2024 18:41
Caminar por el parque aledaño a la catedral con devota y austera paciencia perturba y confunde. Persuadido del afán por interpretar el lenguaje que discurre desde las gárgolas.
Espectador extramuros. Oigo el trémulo de la última campanada convocar para la oración de las indulgencias.
Conforme la tarde-noche se nutre de sombras y silencios. Siento cómo las ondas enervan mis pálpitos atemporales.
Cuando más fieles afluyen las sentinas de los confesionarios se rebosan. Postrados frente a la celosía en solícita y humilde devoción, dispuestos a deslastrarse de pecados en procura de acceder a la purificación crepuscular. Luego de expulsar las miserias para conjuntarse con las de los confesores.
Sin su oficio, la inmundicia habría carcomido los sagrados recintos hasta lograr exorcizarlos. Librarlos del vicioso y corrosivo peso de los pecados, en trance de desvanecer la iniquidad. Más por los confesores que por los confesos.
Tanto luchar por tratar de ignorarlas, percibo que no soy de este mundo. Con verlas, las gárgolas me intimidan.
Noches de insomnio me sumergen en tiempos de los impíos. No alcanzo distinguir entre los de ayer o los de hoy.
Abyectas conciencias ultrajan el dogma de la fe. Sus aberraciones columbran por los sagrados recintos. Fallido intento por burlar el brazo de la justicia.
Puedo deletrear en los gorgoteos la carga tóxica de los pecados de grueso calibre.
Delitos de solicitación. Violación y pederastia. Discriminación y abuso sexual.
Rostros desleídos ante cualquier propósito de enmienda y reparación por mancillar los cíngulos sagrados.
Como esporas optan por escurrirse entre sinuosos y oscuros vericuetos.
Pervertidos e indignos, a buen resguardo bajo imperturbable mano púrpura, hacen mofa de los votos de castidad.
Rehuyen del castigo aun cuando no les será suficiente dispensa. Ni siquiera en incienso de la redención en señal de airear los hábitos podrá disipar nauseabundas muecas de terror.
Escondidos bajo lápidas de olvido hasta el advenimiento de un nuevo escándalo.
Petrificados en las gárgolas más horribles cuantas veces Torquemada agita las cenizas.
”Fuiste lleno de iniquidad y pecaste”. “Ensuciaste tu santuario; saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran”. (Ezequiel, XXVIII: 16; 18).
Nada me es extraño; los sueños son cada vez más reveladores. La convicción de caminar a reencontrarme con el pasado.
Santuarios salpicados de gritos por confesos desgraciados. Ahogados en vómitos negros purgan pecados que quizás jamás cometieron.
Gárgolas on line. Alquimia del siglo XXI. Perros GPS cibernéticos entrenados para rastrear a sepultureros de la fe.
Evadidos transitoriamente.
Tomado del libro Imaginerías.