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- 14/01/2024 00:00
- 13/01/2024 13:00
Desde que Jesús llamó a los que él quiso para enviarlos a predicar (Mc 3,13) se han suscitado en el cristianismo testigos comprometidos y dedicados a la misión de anunciar el mismo mensaje a todos los pueblos. Ha sido una cadena ininterrumpida de mensajeros que han recibido el encargo de transmitir con fidelidad la feliz noticia que Jesús comunicó a los apóstoles y que éstos a su vez, la entregaron a quienes aceptaron participar en la misión.
Las comunidades cristianas desde su inicio se organizaron de acuerdo con los servicios que el anuncio del evangelio requería, y que el mismo Jesús instituyó al llamar a los doce apóstoles quienes comprendieron la necesidad de mantener la unidad y la fidelidad al mensaje de salvación recibido directamente del Maestro. La jerarquía que surgió en las comunidades primeras es la que se ha mantenido hasta el día de hoy y que el Concilio Vaticano II ha explicado en la Constitución Lumen Gentium, donde aparece en toda su grandeza el pueblo de Dios guiado por la autoridad espiritual de los Obispos y sus colaboradores los sacerdotes y diáconos, así como la participación rica y diversa de los laicos.
En este sencillo marco de la Iglesia que peregrina en la historia de la humanidad, aparecen actualmente los pastores que la guían y continúan con la misma misión apostólica. Y, dentro de esa sencillez y genuina espiritualidad evangélica, está Monseñor Oscar Mario Brown Jiménez, que el 20 de enero de este año 2024, cumplirá sus 50 años de ordenación sacerdotal, momento muy especial en su historia personal, pero además, de una significación clamorosa para la Iglesia panameña, y sobre todo, para la Diócesis de Santiago, en donde estuvo oficialmente anunciando con entusiasmo y entrega total el mensaje de Jesús, durante 18 años.
Monseñor Brown, como familiarmente se le reconoce, nació en Panamá el 6 de agosto de 1937. Es el segundo de tres hermanos, dos varones y una hermana, del matrimonio de Jorge M. Brown y Eugenia Jiménez de Brown oriunda de Portobelo. Su infancia y juventud estuvo marcada por la ausencia de su madre que falleció en el año 1941 de cáncer de mama cuando él tenía cuatro años. No obstante la experiencia de vivir con otros familiares, Monseñor Brown fue desarrollando una personalidad apegada al estudio y al esfuerzo por alcanzar sus metas.
Asistió al Asilo de la Infancia de las Madres Bethlemitas para su educación inicial, luego el primer grado lo hizo en la Escuela República de Bolivia y prosiguió los demás grados de primaria en la Escuela José de Obaldía.
Sus estudios secundarios los realizó en el Instituto Nacional de Panamá y se graduó en el año 1956. Movido por su interés en una preparación académica más integral cursó algunos estudios de Comercio en Panamá.
La vocación de Mons. Brown a la vida sacerdotal, como casi siempre ocurre, estuvo precedida de algunas circunstancias que despertaron su interés por el servicio religioso. Entre ellas, se destaca su deseo de pertenecer al grupo de acólitos en la parroquia San Vicente de Paúl, lo cual le permitió a los quince años un acercamiento más profundo con las celebraciones de la Iglesia, que en ese tiempo, todavía estaban bajo las normas de la liturgia antigua, que requerían aprender todas las respuestas en latín y el sacerdote se mantenía la mayor parte del tiempo de espaldas al pueblo.
Mons. Brown con su deseo de formar una familia estuvo trabajando y ahorrando para adquirir una casa en San Miguelito. Sin embargo, por su contacto con los misioneros de Estados Unidos estudió el catecismo de adultos que ellos trajeron, así como también algunos libros de Mons. Tihamer Toth que influyeron en su decisión para la vida de misión. Y fue una religiosa de la congregación Maryknoll quien le planteó directamente la pregunta de si quería ser sacerdote.
Inició sus estudios eclesiásticos en el Seminario Cristo Sacerdote en Antioquia, Colombia, y posteriormente, obtuvo el título de Licenciado en Sagrada Teología en la Universidad Católica de Chile, en el año 1973. Ese mismo año regresó a Panamá y ejerció durante algunos meses el diaconado en la Parroquia Cristo Luz del Mundo, en el Vicariato de Oriente.
Mons Brown fue ordenado presbítero el 20 de enero de 1974 en la Parroquia Cristo Redentor por Mons. Marcos G. McGrath. A partir de ese momento, sus actividades fueron diversas, pues estuvo al servicio de la Parroquia Cristo Luz del Mundo, a la vez que ejercía la docencia en la Universidad Santa María La Antigua en las cátedras de Sagrada Escritura y Teología Dogmática; se incorporó al equipo formador del Seminario Mayor San José, que desde el año 1970 había sido restablecido por Mons. McGrath. Ejerció el cargo de Vicerrector y Director de Estudios, pero en 1975 fue designado como rector del seminario.
Mons. Brown viajó a Roma y realizó estudios de especialización en Sagradas Escrituras en el Pontificio Instituto de Roma, que le otorgó la Licenciatura “In Re- Bíblica” con honores. Regresó al país a mediados de 1980, y fue designado Párroco de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (El Ingenio). Luego, en septiembre de 1984 fue designado Párroco de Nuestra Señora de Guadalupe, cargo que desempeñó hasta su elección como Obispo.
En diciembre de 1985 es elegido por el Santo Padre Juan Pablo II como Obispo Titular de Scilio y Auxiliar de Panamá; su consagración episcopal tuvo lugar en la Catedral Metropolitana, el día 22 de febrero de 1985, de manos de Mons. McGrath. Su trabajo como Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Panamá fue de extraordinaria proyección tanto para la iglesia local como para la Iglesia Latinoamericana. En Panamá presidió la Comisión Nacional de Animación Misionera (CoNAM) que preparó todas las actividades para la misión nacional que se desarrolló con inusitada participación de laicos, jóvenes y presbíteros. Esta Comisión sigue trabajando hasta el día de hoy. Por otro lado, en octubre de 1992, Mons. Brown fue designado por el Santo Padre Juan Pablo II, para participar en la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Santo Domingo.
En diciembre de 1994 Mons. Brown es elegido por el santo Padre Juan Pablo II como Obispo de la Diócesis de Santiago de Veraguas.
En entrevista realizada a Mons. Brown, quien me recibió en su casa con suma amabilidad, sencillez y espíritu misionero permanente, me manifestó que entre los principales desafíos que encontró al llegar a la Diócesis de Santiago, fue la situación de lejanía y poca atención pastoral que recibía toda la región de la costa atlántica de Veraguas. El trabajo que se desarrolló en medio de las dificultades de malos caminos y falta de recursos fue constante hasta lograr la presencia permanente en esas comunidades de misión.
Otra de las manifestaciones de Mons. Brown respecto a la religiosidad de la gente en Veraguas es el respeto y la fuerza de guardar las tradiciones religiosas que se mantiene en la mayoría de comunidades, las cuales él visitó continuamente.
Al preguntarle sobre su decisión de quedarse a vivir en Santiago, después de que el Papa Francisco le aceptara su renuncia al gobierno pastoral de la Diócesis el 30 de abril de 2013, Mons. Brown dio una extraordinaria razón, y es el significado que él le atribuye a su anillo episcopal que carga en su mano, pues la comunidad con la que él estableció un compromiso matrimonial al ser consagrado Obispo, sigue viva, y por lo tanto, él quiere seguirle siendo fiel.
La Iglesia de Panamá se alegra por las bodas de oro sacerdotales de Mons. Brown, y comparte la oración que él repite todos los días: “Señor, soy tuyo, todo tuyo, quiero ser tuyo, haz conmigo lo que quieras, no me dejes en manos del maligno ni del mundo, quiero ser tuyo”.