Este 3 de noviembre en el Palacio de Las Garzas el presidente José Raúl Mulino encabezó los actos en honor a los 121 años de la separación de Panamá de...
El viajero postcovid y los retos de un nuevo escenario
- 12/10/2020 00:00
- 12/10/2020 00:00
Habiendo trabajado en turismo por tantos años, había sobrevivido económicamente a desastres naturales y otras enfermedades como zika, ébola, Sars, virus aviario, entre otros. Pero nada nos podía preparar para lo que iba a suceder, la covid-19.
Había comprado mi boleto de regreso a Panamá el 9 de enero, volando desde Berlín. En esa ciudad se realiza una feria de turismo llamada ITB. Dos días antes de la feria nos mandan un correo cancelando la misma. Como tenía todo pago y el boleto de regreso, decidí ir a Berlín. Todo estaba bastante normal y abierto, pero no había muchos turistas.
Llegué a Panamá el 9 de marzo, teniendo el primer caso (que fue una muerte) el 11 de marzo. En menos de una semana cerró completamente el país, pasando de ser una democracia a una dictadura completa. Se eliminó el derecho al libre tránsito, estableciendo medidas draconianas.
El Gobierno de Panamá también decidió prohibir el consumo y la venta de licor. Siendo el único país no musulmán en prohibirlo. Todos los negocios fueron forzados a cerrar, a menos que los consideraran esenciales. La ciudad vibrante pasó a ser un pueblo fantasma.
Los aeropuertos de toda América cerraron, con excepción de Estados Unidos, México y Brasil. Pero de igual forma, no había viajeros, solo aquellos que quedaron atascados esperando los famosos “vuelos humanitarios” que en realidad eran charters bastante costosos. Parejas y familias divididas en todo el mundo.
Mi plan era regresar a Europa, pues solo iba a estar 10 días en Panamá. Pero obviamente esto no fue posible. El encerramiento fue horrible, tuvimos la peor y más larga cuarentena del mundo junto con Argentina, Chile y Colombia. Perdimos control de nuestras vidas, trabajos, amigos y relaciones.
La deuda sigue creciendo todos los días, al igual que la impotencia. Nadie pensaba que esto iba a durar tanto. Eran medidas temporales, para que los hospitales no colapsaran, eso es lo que decían en todo el mundo. Mientras que la televisión llenaba a la gente de miedo, diciéndoles que se quedaran en casa.
El único tiempo que estuve feliz en Panamá fue durante las últimas tres semanas que finalmente saqué un salvoconducto para irme a mi finca en Pedasí. Esperé que las cosas se normalizaran en Europa. En verano dieron una ventana de libertad entre junio y agosto. Dos meses antes de irme, empecé a tramitar los papeles para llevarme a mi perra de América a Europa. Esto retrasó mi regreso, pero gracias a una excepción francesa pude irme antes de que me entregaran los resultados de la prueba de titulación de rabia. Aterricé en París el 1 de agosto en un aeropuerto completamente cerrado, antes de abordar mi tren a Vienne.
Después de cinco largos meses de encierro, decidí recorrer algunos países antes de establecerme en mi nueva residencia. Vi cómo las cosas fueron cambiando nuevamente y ahora Europa empieza a cerrar, mientras Panamá está entre abrir y cerrar.
Cada país tiene sus propias reglas sobre el uso de mascarillas. La mayoría las exigen en interiores y en espacios cerrados. Afuera no es necesario, a menos que ellos consideren que hay “una crisis sanitaria”. En los aviones solo se permiten las mascarillas estilo médico, no te dejan montar si no es máscarilla quirúrgica. Algunas aerolíneas te brindan máscarillas, mientras que otras te obligan a comprar en el aeropuerto.
Países como Italia, que no requieren el uso en el exterior, fueron más traumatizados por lo que es común ver personas usándolas. De todos los países que visité, solo la ciudad de Berna no las requería. Por supuesto, los países nórdicos tampoco la requieren. Es mejor revisar las normas antes de viajar, ya que cambian constantemente.
En el vuelo transatlántico nos dieron a cada uno, una fila completa. Pero esto fue en julio, ya las aerolíneas se dieron cuenta de que el supuesto distanciamiento físico no es rentable, y ahora ese no es el caso. Tomé varios vuelos después y estaban bastante llenos, ya que hay pocas rutas.
Los aeropuertos requieren el uso de máscarillas y tienen supuestas medidas de distanciamiento, por lo que vas a ver sillas con una X para que las personas no se sienten. Están vacíos, casi es algo tenebroso. Poco a poco empiezan a abrir las tiendas y los lugares de comida. Si te sientas a comer, te permiten quitarte la mascarilla en los restaurantes, por lo que yo siempre opto por esta opción. Al igual que en el avión.
La seguridad está más relajada de lo usual y puedes pasar bastante rápido, ya que no hay filas. Incluso los vuelos son más rápidos.
Esta es la parte más complicada de viajar ahora. El problema es que las medidas cambian demasiado rápido. Entonces al partir puede haber ciertas medidas y al regresar pueden haber cambiado, de manera que te toque cambiar tu fecha o país de regreso para no tener que cumplir con una cuarentena que va de 10 a 15 días.
Como la mayoría no se puede dar el lujo de perder su trabajo, muchos están optando por no viajar, a pesar de que quieren hacerlo.
Estados Unidos es probablemente el país más relajado ahora mismo, ya que no pide prueba ni cuarentena. Estos requisitos pueden variar por estado, así que es mejor confirmar.
Si un país pide la prueba para entrar, usualmente debe hacerse entre 1 semana y 24 horas antes de viajar. Piden la prueba PCR.
Muchos hoteles continúan cerrados en todo el mundo, u operan con capacidad reducida. Los costos de operar un hotel son altísimos, especialmente la luz y la mano de obra.
Sin poder hacer eventos, vida nocturna y con distanciamiento en los restaurantes, es una actividad poco rentable.
Los precios pueden variar, a pesar de que el costo de operar es más alto por las medidas que requieren los gobiernos. Tour operadores y atracciones están funcionando con capacidades limitadas. Muchos requieren de reservas previas y otros están cerrados hasta el próximo año. Es mejor revisar los sitios web y las redes sociales de cualquier lugar al que quiera ir. Simplemente llegar, ya no es una opción.
Viajar en tiempos de covid-19 es bastante complicado y extraño. Si está dispuesto a arriesgarse, entonces ármese de paciencia y tenga un horario un poco flexible. Si no, lo mejor es quedarse a conocer su propio país.